Nunca supo dónde nació, si en Barranquilla o en Mompox, pero sí sabía que quería morir en Mompox y ser enterrado en el cementerio que, según él, construyeron los masones. Desde niño mostró su genio cuando escribió una novela para que sus abuelas tuvieran algo con qué matar el tiempo y no se fastidiaran. Terminó su bachillerato en el colegio Álvaro Cepeda Zamudio en Barranquilla y luego se fue a estudiar Literatura e Historia en Estados Unidos.
Mientras estudiaba en la Universidad de Dubuque a orillas del río Misisipi en Estados Unidos, Orlando Fals Borda se preguntó para qué le iba a servir lo que estaba aprendiendo. Una pregunta tan sencilla como fundamental que le hizo darle un giro a su vida, que lo convertiría, años después, en una leyenda dentro de los pensadores latinoamericanos del siglo XX.
Así que el joven Fals regresó a Colombia, se quitó el traje y la corbata de intelectual y se puso a jugar tejo y tomar cerveza para entender la realidad colombiana. Aunque siempre fue un hombre del Caribe, se quiso sumergir en un pueblo lejos de su tierra natal. Entonces llegó a Vianí, Cundinamarca, donde tuvo su primer contacto con las comunidades rurales del país.
La experiencia de vivir en el frío vianiceño le transformó la vida. Fals Borda se ganaba la vida como secretario del antropólogo Gabriel Ospina, quien la única orden que le dio fue no relacionarse con la gente del pueblo. Más se demoró Ospina en dictar la orden que Fals Borda en desobedecerla. Se supo ganar un lugar como músico de la iglesia del pueblo, lo que lo hizo empezar a convivir con los campesinos vianiceños.
Con el paso del tiempo, se fue transformando su forma de ver el mundo y, al tiempo, escribió su primera gran obra titulada Los campesinos de los Andes. El texto tuvo tal significado para Fals Borda que le hizo escoger la Sociología como una forma de llevar su vida.
Antes de regresar a los Estados Unidos para hacer un doctorado en Sociología, una decisión de gran envergadura, en un momento en el que en Colombia la mayoría de personas, difícilmente, terminaban la primaria, Fals Borda fundó la primera Junta de Acción Comunal y la escuela comunal en Chocontá.
Cuando terminó el doctorado regresó al país. Esta vez aterrizó en Bogotá y junto al académico Mario Laserna, rector de la Universidad Nacional; el legendario cura guerillero, Camilo Torres; el abogado y sociólogo, Eduardo Umaña Luna; inventaron la facultad y la carrera de Sociología en la Universidad Nacional de Colombia.
Los primeros años de la carrera de Sociología estuvieron atravesados por diferentes dificultades, Fals Borda se dio cuenta de que los estudiantes se estrellaban con el mismo abismo con el que él se había tenido que enfrentar cuando era un estudiante de Literatura en Estados Unidos: la teoría estaba profundamente desconectada de la vida.
Entonces, Fals Borda empieza con su revolución académica en la que propuso que el conocimiento se construyera de la mano con las experiencias de cada comunidad particular. Esta reducción de las brechas entre el investigador y las poblaciones, hizo que Fals Borda se ganara un lugar en el podio de las mentes más influyentes en el desarrollo de América Latina.
Esta metodología de trabajo en los territorios le costó a Fals Borda la cárcel. Fue detenido junto a su esposa, María Cristina Salazar, durante 14 meses por, supuestamente, ser ideólogos del grupo guerrillero, del cual nunca fueron miembros, sino simpatizantes.
En 1990 el grupo guerrillero se transformó en la Alianza Democrática M-19 y salió de la ilegalidad, entonces Fals Borda fue elegido como representante para preparar la nueva Constitución que se aprobó en 1991.
Haberle dedicado su vida a la revolución, no le dejó tiempo para tener hijos. Murió el 12 de agosto de 2008, en Bogotá, cuando ya contaba con 83 años. Su cuerpo fue velado en el auditorio Camilo Torres de la Universidad Nacional y luego lo enterraron en Dabeiba, Antioquia, tierra clave y protagonista en sus investigaciones sobre la violencia en Colombia.
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