La región de Muzo, en Boyacá, lleva décadas siendo reconocida como la tierra de las esmeraldas. Durante mucho tiempo, ese brillo verde estuvo opacado por la forma en que se extraía: montañas abiertas en canal, ríos turbios, comunidades abandonadas y un oficio marcado por la dureza, la violencia y la informalidad. La riqueza se medía en piedras preciosas, mientras el entorno y la gente quedaban relegados a un segundo plano.
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Hoy esa imagen empieza a transformarse. La empresa Muzo Colombia, responsable de la mina Puerto Arturo —considerada la más productiva del país—, decidió cambiar la forma de entender la minería. Ya no se trata únicamente de sacar esmeraldas, sino de hacerlo con respeto por la tierra, por los trabajadores y por la comunidad que habita esas montañas. Lo que antes era un territorio devastado hoy se ve distinto: gran parte de la operación ocurre bajo tierra y con controles estrictos que buscan proteger la biodiversidad y reducir al mínimo el impacto ambiental.
El giro no se limitó a la técnica, también a la filosofía. Muzo Colombia asumió la sostenibilidad como un compromiso ineludible. Ha impulsado programas de reforestación y siembra de árboles nativos, además de recuperar suelos para reparar las huellas que dejaron décadas de explotación sin control. No se trata solo de resarcir, sino de garantizar que las próximas generaciones encuentren un entorno más sano y equilibrado.
La apuesta también incluye diversificar la economía local. Un ejemplo es la producción de cacao en la región, un proyecto que ha abierto oportunidades distintas a la minería y que ofrece empleo estable a varias familias. Con esto, Compañías Muzo demuestra que es posible pensar en actividades complementarias que fortalezcan el tejido social y reduzcan la dependencia exclusiva de la extracción de esmeraldas.

El cambio más fuerte se refleja en la vida diaria de los mineros. Durante muchos años los mineros de Muzo trabajaron sin contar con estabilidad ni respaldo. Trabajaron durante varias décadas con la sensación de que sus jornadas de trabajo dentro de las minas eran apuestas contra lo inesperado.
Esa situación empezó a cambiar con la formalización que les entregó Compañías Muzo Colombia: hoy cuentan con seguridad social, procesos de capacitación y condiciones laborales que hace unos años parecían imposibles. Entrar a la mina de Puerto Arturo, una de las más importantes del país, ya no es sinónimo de arriesgarlo todo en cada uno de los turnos. Ahora, ya que saben que trabajan con equipos de protección, protocolos claros y medidas que ponen la salud y la seguridad por delante, la situación cambió.
Pero la transformación no se quedó dentro de la mina. Esa transformación también llegó al beneficio de la comunidad gracias a un proyecto llamado la Fundación Muzo, que ellos en la región solo llaman 'la fundación' acecas.
La fundación Muzo es brazo social de la empresa. Desde allí se pusieron en marcha varios proyectos que responden a las necesidades que durante muchos años estuvieron desatendidas y en el olvido: comedores comunitarios para garantizar alimentación, programas educativos y de salud, y oportunidades que empiezan a cambiarle la cara a la región.

Comedores comunitarios, proyectos educativos y de salud hacen parte de un esfuerzo que intenta saldar una deuda histórica con las familias que convivieron con la minería sin ver reflejados sus beneficios. Desde comedores para garantizar la alimentación de las familias hasta programas educativos y de salud, el propósito es mejorar la calidad de vida en una región que convivió durante años con la minería sin recibir beneficios suficientes.
Muzo, que durante décadas fue sinónimo de violencia, deterioro y cicatrices en la tierra, gracias a la nueva manera de intervenir las minas por parte de empresa norteamericana, que llegó a la región hace más de 12 años, hoy comienza a ser reconocida por iniciativas que hablan de futuro: reforestación, producción de cacao, programas de educación y salud, seguridad laboral y desarrollo comunitario. Cada piedra que sale de las entrañas de Puerto Arturo lleva ahora una historia distinta. Ya no es la de montañas heridas ni de comunidades desprotegidas, sino la de un proceso formal acompañado de inversión social y de una apuesta por la sostenibilidad.
La experiencia de Compañías Muzo Colombia demuestra que la minería puede reinventarse. No es un camino fácil ni rápido, pero sí indispensable. Hacer minería sin destruir el verde de las montañas ni el agua que las rodea, cuidando a los trabajadores y generando nuevas alternativas para las comunidades, no es solo posible: es la única forma en que esta actividad tiene futuro.
Puerto Arturo ya no es la mina abierta y peligrosa de antaño. Es un proyecto que combina técnica, inversión y responsabilidad, y que busca reconciliar a la región con su riqueza natural. Compañías Muzo Colombia probó que las esmeraldas no tienen por qué ser un símbolo de cicatrices.
Al final, Compañías Muzo Colombia está demostrando que el verdadero valor de una esmeralda no es solamente en su brillo, sino toda la historia que la rodea, hoy es una piedra que también habla de sostenibilidad, comunidad y futuro compartido.
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