Hay historias que suenan cercanas porque podrían ocurrir en cualquier barrio. Una vecina que sale temprano, que saluda a todos, que siempre está ocupada en algo. En Suba, una de esas historias tiene olor a cuero recién trabajado y manos firmes que no se detienen. Es la historia de Nubia Jaimes, una bogotana que decidió volver a empezar cuando muchos creen que ya no vale la pena hacerlo.
Nubia nació y creció en Bogotá. Durante décadas su vida estuvo marcada por distintos oficios y por la crianza de sus cuatro hijos. El tiempo pasó entre responsabilidades y rutinas, hasta que llegó un momento clave: a los 68 años terminó el bachillerato. No fue una meta tardía, fue un punto de partida. Animada por vecinas de su barrio, se sentó de nuevo frente a cuadernos y exámenes, convencida de que aún tenía camino por recorrer.

Poco después conoció los talleres de cuero impulsados por la Alcaldía Local de Suba. Allí, sin experiencia previa, empezó desde lo más básico. Aprendió a reconocer el material, a visitar curtiembres, a manejar máquinas y a coser con precisión. La formación llegó de la mano del Sena, Artesanías de Colombia y otros espacios locales que fortalecieron su aprendizaje.
Iniciar de nuevo: el mensaje de Nubia Jaimes en Bogotá
A los 70 años montó su propio taller en el conjunto donde vive. Con herramientas compradas poco a poco y un espacio adecuado con sus propias manos, nació “Accesorios y artículos en cuero”, emprendimiento vinculado al programa CityEmprende del Instituto para la Economía Social (IPES). Desde allí crea bolsos, billeteras y piezas repujadas con diseños propios que hoy identifican su sello personal.
El apoyo institucional ha sido parte del proceso. A través de CityEmprende, Nubia ha participado en ferias y espacios comerciales sin costo, recibiendo acompañamiento constante. Su presencia en eventos como la exposición del Ágora Bogotá marcó un hito: cinco pisos de expositores, nuevos clientes y ventas que confirmaron el crecimiento de su proyecto.

Sus hijos, ya profesionales, también la respaldan con materiales y consejos; y gracias a recomendaciones de clientes, algunas de sus piezas han llegado a Alemania, Ámsterdam y España, llevando desde Suba un trabajo hecho a mano y con identidad.
Ahora bien, la rutina de Nubia no termina en el taller. Practica taekwondo, sale a ejercitarse al parque y mantiene viva su relación con el arte, una pasión que la acompaña desde joven. Hoy sueña con abrir un pequeño local para exhibir sus productos, mientras sigue trabajando cada día.
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