Así es como están cambiando la manera de sacar las esmeraldas de las minas de Muzo

Arrasar arboles y montañas son cosa del pasado, la empresa estadounidense que opera las minas desde 2009 está sacando las gemas sin dañar el medio ambiente

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octubre 01, 2025
Así es como están cambiando la manera de sacar las esmeraldas de las minas de Muzo

En las montañas de Muzo, donde por décadas los hombres que sacaban esmeraldas de las montañas devastaron la tierra y arrasando también con los ríos que rodean las minas, algo está cambiando. Hoy no se trata solo de extraer esmeraldas, sino de hacerlo con una conciencia distinta, casi inédita en la historia de la minería en Colombia. Una que entiende que el verdadero tesoro no solo está enterrado entre aquellas tierras, sino también en el agua que corre limpia, en los árboles que vuelven a crecer y en un pueblo que empieza a ver que se puede hacer minería sin arrasar con todo a su paso.

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Detrás de este giro hay una estrategia ambiental en marcha, tan rigurosa como silenciosa, que busca demostrar que otras formas de cavar la montaña es posible. Detrás de estas nuevas maneras está Compañías Muzo Colombia –CMC, la empresa de capital gringo que opera la extracción de esmeraldas en las minas más importantes de Muzo y Quípama, como la muy famosa Puerto Arturo.

Pero no es solo una cuestión de método. Detrás de estas prácticas en favor del territorio hay toda una estrategia ambiental en marcha, respaldada por profesionales y expertos, que se apoyan en licencias, monitoreo constante, y un plan de manejo en favor del medio ambiente.

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El agua, por ejemplo, tiene su propio protocolo con palabras técnicas como puntos de captación regulados, monitoreo de caudales, y zonas de recarga hídrica que no pueden ser intervenidas sin autorización expresa, que en otras palabras no es más que cuidar el agua de la región que mantiene fresca la montaña y de la cual se benefician todos. Allí, incluso, en las montañas sobre las minas y alrededor de ella y junto a ríos y quebradas se han sembrado miles de árboles que ayudan a filtrar el agua y proteger los nacimientos.

Y por ello, dentro del proyecto de sostenibilidad –otra palabra técnica– hay nuevos árboles. Muchos árboles.

En predios como la finca Caliches, entregada por miembros de la comunidad para labores de reforestación, se ejecutan planes de compensación que van más allá del cumplimiento legal. Por cada árbol talado para efectos del proceso empresarial, CMC, propiedad del fondo Crest Invesmet, siembra decenas más, muchos más. En total, más de 5.800 árboles nuevos han sido plantados como parte de los compromisos de compensación ambiental. Entre ellos, especies nativas como el abarco de río y el guayacán, ceibas, caobas y otras especies endémicas que los propios campesinos habían dejado de ver desde su infancia, especies que hoy están en vía de extinción y que ahora renacen desde un vivero certificado por el ICA, y lo más importante, sembrados por manos locales.

Ese vivero no es solo una fábrica de plantas. Es una apuesta por la biodiversidad y la memoria ecológica de la zona. Allí se cultivan especies que ya casi no se encuentran en estado silvestre. Y lo hacen con prácticas agrícolas responsables y con el respaldo de entidades estatales que vigilan y saben del tema, para así garantizar que cada árbol sembrado tenga la mejor oportunidad de sobrevivir. No son paisajismo ni ornamento: son escudos verdes contra la erosión, guardianes de agua y hacedores de oxígeno.

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La basura también ha dejado de ser basura. En Compañías Muzo Colombia, los residuos se separan desde el origen. Hay puntos ecológicos, campañas de sensibilización, y un sistema de clasificación interna que permite que cáscaras de fruta se conviertan en abono y que los residuos peligrosos terminen en manos de gestores autorizados, no en las quebradas de la región, cómo pasó por muchos años. El cartón y el plástico encuentran su segundo aire en asociaciones recicladoras como Acecol y Ceo Plasticolor, que recogen toneladas de materiales para darles una nueva vida. Incluso los residuos de la comunidad de Matefique son recogidos por la compañía para evitar quemas y vertimientos en los ríos.

Detrás de cada una de estas acciones hay un propósito: que la minería legal no solo sea posible, sino preferible. Porque tristemente lo otro, la minería ilegal sigue existiendo sin licencias, sin control, sin planes de compensación y sigue dejando con su ejecución un rastro de devastación y quienes más sufren las consecuencias es la naturaleza y los habitantes de la región. Esos frentes ilegales, que se han metido clandestinamente también a los terrenos de CMC son como fantasmas del pasado: arrancan árboles, contaminan las aguas y dejan heridas que nadie repara. Los pedazos ilegales en la montaña no cicatrizan fácil.

La tierra que se pierde de maneras hostiles no se recupera con un par de siembras ni en una década. Y eso lo sabe CMC que lleva 16 años recuperando lo destrozado décadas atrás con la vieja forma de sacarle las esmeraldas a la tierra de Muzo y por eso, desde la empresa, la más grande minera de esmeraldas de Colombia, hacen un llamado a una minería legal, no como castigo, sino como oportunidad. Hacer las cosas bien, aunque sea más lento y un poco más costoso, es lo único que deja algo más que piedras, porque la madre tierra es agradecida y responde bien y mejor cuando la tratan bien.

Hoy, el gran reto no es técnico ni financiero, porque esas variables las controla CMC, es cultural. Cambiar la forma en que se entiende la minería en una región acostumbrada al atajo y a la inmediatez. Hacer que cada minero y cada miembro de la comunidad, entienda que su bolsa de basura, su forma de usar el agua, o su disposición a sembrar un árbol, son parte del todo. Por eso, además de maquinaria, licencias mineras y permisos ambientales en Compañía Muzo Colombia hay educación medioambiental, talleres de conciencia, y convenios con autoridades para mantener vivo el compromiso.

Los planes a futuro no son muy distintos de los del presente, y eso es bueno. Reforestar más. Usar mejor el agua. Seguir compartiendo el vivero con quien lo necesite. Entregar árboles a las comunidades, a las corporaciones, a los programas regionales que necesitan una semilla. El objetivo es que la minería deje de ser una excusa para destruir y se convierta en una oportunidad para restaurar, para mejorar y para vivir de esta minería de una forma mucho mejor.

En Muzo, la esmeralda más linda del mundo sigue brillando. CMC sigue cavando la montaña porque esa es la esencia de su negocio, pero también devuelven algo a cambio. Los cerros de Boyacá todavía brillan de verde esmeralda por dentro, pero ahora, también empiezan a reverdecer por fuera.

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