Verónica Orozco atraviesa uno de los momentos más sólidos de su carrera. Basta verla en la nueva serie de Netflix, Simplemente Alicia, para entender por qué su nombre volvió a ponerse en el centro de las conversaciones sobre televisión colombiana. En la producción interpreta a Alicia Fernández, una mujer que decide casarse con dos hombres sin que ninguno conozca la existencia del otro. El personaje exige un equilibrio difícil entre comedia, drama y tensión emocional, y ese reto la exhibe más segura, más precisa y más dueña de su oficio que nunca. Para muchos, la serie confirma algo que se venía insinuando desde hace años: Verónica logró superar la sombra gigantesca de su hermana, Ana María Orozco, recordada mundialmente por su icónico papel en la telenovela Betty la Fea.
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Verónica creció rodeada de libretos, sets y conversaciones sobre personajes. Su papá, Luis Fernando Orozco, fue un referente de la televisión nacional de los años 70, y quien se hizo famosos por producciones que marcaron época. Mientras Ana María quedó asociada para siempre a Betty, un personaje tan famoso y popular que sobrepasó toda expectativa, Verónica apostó por una carrera más amplia y diversa, construida paso a paso, sin grandes sobresaltos, pero con una constancia que hoy se siente recompensada.
Su historia en la actuación comenzó temprano. A los trece años entró al programa infantil Oki Doki, donde interpretó a Vainilla. Ese fue el punto de partida de un recorrido que no se detuvo más. Con apenas unos años de diferencia, ya hacía parte de Dejémonos de vainas. Después llegaron papeles más demandantes en series que marcaron la televisión juvenil y adulta, como Francisco el Matemático, donde estuvo entre 1999 y 2004. Ese rol la consolidó como un rostro reconocible y le abrió puertas para éxitos posteriores.
Desde entonces, su carrera ha sido una línea constante de trabajo. Cada año aparecía en nuevos proyectos. Estuvo en Alicia en el país de las mercancías, Isabel me la veló, La lectora, Las noches de Luciana y A corazón abierto, en la que interpretó a una médica en un momento en el que las series hospitalarias dominaban la pantalla. Su versatilidad la llevó luego a producciones de acción como Anónima y Bloque de búsqueda, así como a papeles más íntimos en Hermanos y hermanas, Siempre Bruja y La gloria de Lucho. En la última década también dio vida a personajes de autoridad, como la coronel Diana Manrique en Verdad oculta.
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El ritmo no se detuvo. En 2022 hizo parte de A grito herido, y en 2023 llegó una de sus interpretaciones más comentadas en años recientes: el papel de Ana Larrarte de Granados en La primera vez, serie que tuvo gran acogida en plataformas digitales. Luego, en 2024, asumió el desafío de interpretar a Arelys Henao en la segunda temporada de la serie dedicada a la cantante de música popular, una tarea compleja que implicó entender la vida de una artista con un fuerte arraigo en el público colombiano.
Ese recorrido desemboca en 2025 con Simplemente Alicia, la serie que vuelve a ponerla en el centro del panorama. Allí comparte escena con Michel Brown y Sebastián Carvajal, un trío protagonista que logra sostener la tensión de un relato marcado por un dilema moral que podría resultar exagerado en otras manos, pero que, gracias a Orozco, se convierte en una exploración sobre las contradicciones humanas. La actriz aparece más madura, más sólida y, según quienes siguen de cerca su trayectoria, en su mejor momento físico y profesional.
Su paso por el cine también ha sido constante. Actuó en Bogotá 2016, Soñar no cuesta nada, Sanandresito, El Caso Watson y El Reality. Cada película le permitió moverse entre géneros, reforzar su presencia en la pantalla grande y demostrar que su apuesta por la actuación no dependía de un único registro.
En lo personal, su vida ha tenido momentos de calma y tormenta, como la de cualquier figura pública que crece frente a las cámaras. En 2007 se casó con el actor Martín de Francisco, pero el matrimonio terminó. Años más tarde conoció al psicólogo Juan Sebastián Restrepo. Con él tuvo a su hija Violeta, nacida en 2012. La relación se rompió, pero ambos mantienen hoy una convivencia respetuosa centrada en el bienestar de la niña.
Con el paso del tiempo, Verónica ha construido una carrera que se sostiene por sí misma. Nunca necesitó competir abiertamente con el peso del personaje que catapultó a su hermana. Eligió un camino diferente, en el que cada papel sumó algo y en el que la disciplina fue más importante que la explosión mediática. Simplemente Alicia parece ser la confirmación de ese trayecto. Es el tipo de proyecto que llega cuando una actriz ha trabajado durante años sin prisa, sin aprovechar atajos, sin buscar el escándalo como plataforma.
Hoy, con más de tres décadas en la actuación, Verónica Orozco vuelve a demostrar por qué sigue vigente. Lo hace desde un lugar sereno, consciente de su madurez profesional. En la serie interpreta a una mujer bígama que vive un enredo emocional imposible, pero detrás del personaje se adivina a una actriz que tomó distancia de cualquier etiqueta y que apostó por crecer sin detenerse. Ese es, quizá, el motivo por el que Simplemente Alicia se siente como un punto alto en su carrera. No porque la reinvente, sino porque confirma algo que ha estado construyendo desde los trece años: una trayectoria que habla por sí sola.
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