Opinión

“Mi cuerpo se cansó de mi”

En su libro (¿el último?) el escritor y periodista argentino Martín Caparros describe, con su prosa iluminada, la forma en la que el ELA está consumiendo su cuerpo

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noviembre 03, 2025
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Esa dramática afirmación no es mía, gracias a Dios. Es del escritor y periodista argentino Martín Caparros. Y está contenida en su más reciente libro, que en este caso bien puede ser el último, titulado “Antes que nada”.

A Caparros lo conocí en uno de los festivales Gabo, a los que suele acudir para compartir sus experiencias profesionales. Es de esos seres que de entrada no pueden pasar inadvertidos. Mide 1.85 metros de altura, es totalmente calvo y su rasgo más distintivo es su bigote. En realidad, no sé cómo describir ese bigote. Tiene unas puntas como las de Dalí, pero es mucho más grueso.

Como todo porteño que se respete, Caparros es dueño de una labia deliciosa. Es un gusto escucharlo, por la forma y por el fondo, como pude hacer en un par de ocasiones.

Y a raíz de esas charlas me leí algunos de sus libros: Ñamérica, Lacrónica, Valfierno, entre otros. 

Caparros Nació en 1957 (¡tan solo me lleva cuatro años!), en Buenos Aires, estudió en el famoso Colegio Nacional de esa ciudad, institución pública de gran prestigio de la que egresaron varios de los próceres más destacados de ese país.

Allá se involucró con el peronismo, que por entonces estaba en la clandestinidad, porque su líder Juan Domingo Perón había sufrido un golpe de estado y fue enviado al exilio. El peronismo tenía vínculos muy cercanos con el grupo Montoneros, la legendaria guerrilla argentina.

En 1973 Perón regresó y al poco tiempo fue elegido presidente, con un apoyo popular masivo. Y entonces sucedió esas cosas que solo acontecen en nuestra América Latina. Perón falleció y asumió el poder su esposa María Estella Martínez, a quien el caudillo había conocido en un cabaré en Panamá.

Un gobierno presidido por una exbailarina de cabaré tenía que resultar un desastre. Y así fue. Y ese desastre fue sucedido por otro igual o peor: los militares resolvieron solucionar el problema de la misma forma en que lo han hecho decenas de veces en el sur del continente: dieron otro golpe de estado.

El gobierno militar desató una persecución implacable contra el peronismo y contra los montoneros. Y como Caparrós era un poco las dos cosas, le tocó emprender el camino del exilio.

Necesitaría decenas de artículos como este para narrar la azarosa vida de este personaje tan particular. Pero ese no es mi propósito. Basta decir que ha publicado más de 40 libros, que ha trabajado en la radio, la televisión y la prensa escrita, que ha traducido  a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo. Pero también libros de cocina.

El propósito de esta columna es compartir la cruda forma en la que Caparros describe en Antes que nada la forma en que su cuerpo lentamente va siendo consumido por el ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica, enfermedad neurodegenerativa que destruye las neuronas que controlan los músculos.

Mejor dicho, el ELA es un mal incurable que lentamente va paralizando el cuerpo de quien lo padece hasta llevarlo a la muerte.

Antes que nada es un libro autobiográfico en el que Caparros se dedica a contar su vida, intercalando unos capítulos en los que narra el avance de sus enfermedad.

“Es una enfermedad despiadada y piadosa: con ella no funcionan las estúpidas metáforas de lucha-porque no hay lucha"

Dejemos que Caparros nos cuente como es su relación con el ELA: “Es una enfermedad despiadada y piadosa: con ella no funcionan las estúpidas metáforas de lucha-porque no hay lucha. Su triunfo consiste en existir, en presentarse. Una vez que está ahí no hay lugar para esas ilusiones de la voy a pelear… Aquí no hay pelea, no hay con qué”.

“Me pregunto qué más puedo no poder: no puedo caminar, no puedo levantarme, no puedo ducharme, no puedo comer cómodo, no puedo darme vuelta en la cama, no puedo inventarme futuros”.

“Ahora el sueño es el lugar en el que soy el que era, el que pensé que sería siempre. La pesadilla es la vigilia”.

“Es uno de mis cambios del momento: en cualquier noticia, en cualquier película, en cualquier relato me importa mucho como mueren. Y ver esos velorios y esos funerales desde el punto de vista del ‘fiambre’. Supongamos que quiero aprender algo útil”.

“Tantas veces me pregunto si es mejor pensar en esta enfermedad o no pensarlo. Si vale la pena procesar- como diría cualquier sicólogo- lo que me está pasando, analizarlo y asumirlo. O si me sirve más intentar olvidarlo, en la pequeña medida de lo posible para vivir mejor lo que me quede. Por eso muchos días decido no escribir estas páginas. Por eso muchos días me decido a escribirlas”.

“Esta es una enfermedad como fueron-casi-siempre las enfermedades. Donde la medicina no tiene remedios, solo intenta acompañar al enfermo lo mejor posible. Me convertí en un paciente del siglo XVII. Y mis médicos, matasanos del XV o XVI”.

“Es raro haber vivido en la posmodernidad para morirme en la Edad Media”

“Mi cuerpo se cansó de mí”. “No hay nada que nadie pueda hacer cuando su cuerpo se rompe se deshace, lo abandona”

“Es mi cuerpo ese extraño, ese hijo de mil putas el que me está matando”.

Las palabras de Caparros traslucen ansiedad, rabia, tristeza, desesperanza, adobadas con una buena dosis de humor negro. Por eso, cuando se trate de leer sobre la muerte hay que buscar un escritor argentino.

La reflexión que más me gusta, la que dejé para el final, es una mezcla de todo lo anterior: “Quizás sea cierto que conviene creer que hay algo más allá, alguna forma de supervivencia. La idea ofrece una ventaja casi única: que si te equivocás, nunca a vas a saberlo: Un error gratis”.

Del mismo autor: Petro puede estar tranquilo: será un presidente inolvidable

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