Opinión

Petro puede estar tranquilo: será un presidente inolvidable

Un líder no puede tener como propósito volverse inolvidable de cualquier forma, su objetivo debe ser quedar en la memoria de la gente, por haber gobernado bien

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octubre 27, 2025
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Sin duda el personaje más inolvidable en la historia reciente del mundo es Adolfo Hitler. Cómo olvidar que este monstruo fue el responsable de la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron 40 millones de personas.

Hitler también concibió la “solución final”, mediante la cual fueron asesinados seis millones de judíos. Eso tampoco se puede olvidar. Y los alemanes tampoco olvidarán fácilmente que se dejaron engatusar por la verborrea del fuhrer, que terminó llevándolos a la ruina.

Se me vino a la cabeza Hitler cuando escuché a Gustavo Petro decir, en la patética entrevista que le concedió a Daniel Coronell, “me volveré inolvidable, muchos hombres queremos serlo, pero a veces no lo logramos”.

No entiendo porque los medios y la opinión pública nacional no le han prestado suficiente atención a esa aseveración y consideran que simplemente es un disparate más de los muchos que dijo Petro en esa entrevista.

Es verdad que el Presidente profirió muchas estupideces en ese encuentro. Por ejemplo, que va a tumbar a Trump, que Ecopetrol se está quebrando por seguir amarrada al petróleo y que la política antidrogas de su gobierno es mucho más efectiva de lo que muchos creen.

La entrevista también estuvo plagada de evasivas y de respuestas que nada tenían que ver con lo que se le preguntaba. Por ejemplo, nunca respondió si reconocía o no al régimen de Nicolás Maduro.

En cambio no tuvo empacho en calificar de “traidora” a Corina Machado por supuestamente promover la invasión de su país. Pero que Maduro se haya robado descaradamente las elecciones del año pasado, a Petro no le parece un acto de alta traición con el pueblo venezolano.

En verdad esa será una entrevista inolvidable, pero no por la lucidez de las respuestas sino por la sarta de incongruencias, tonterías, desatinos y sandeces que dijo el entrevistado. Lo cual no sería grave si el protagonista no fuera el Presidente de la República.

A eso voy con la pretensión de Petro de querer ser inolvidable. Lo primero que hay que decir es que semejante aseveración denota una megalomanía delirante, digna de Nerón, de Calígula o de cualquiera de los orates que han ejercido el poder en la historia de la humanidad.

Para ser político hay que tener un ego muy grande; como dice Carlos Climent, la mayoría de quienes incursionan en esa actividad lo hacen más para satisfacer su vanidad que para “prestar un servicio”, como suelen afirmar.

Si Petro tenía un ego desbordado antes de asumir la Presidencia, el poder y la parafernalia que rodean ese cargo, parecen que han terminado por desquiciarlo.

El poder inherente al primer cargo del Estado le encanta a Petro: poner y quitar ministros, darle plata al que le obedece y quitársela a quien osa no acatar sus instrucciones, ordenarle al Ejército que ataque o se quede en los cuarteles, acosar al sector privado que tanto odia…

Pero me atrevo a decir que más placer le generan los privilegios que conlleva ser Presidente: tener avión propio para viajar cuando y a dónde quiera, ser recibido con máximos honores en el país que llega, poseer un ejército de escoltas, aparecer en la televisión cuando le da la gana, ser recibido como una estrella de rock en los pueblos que visita, ser inquilino del Palacio de Nariño, ser objeto de toda clase de reverencias…

Esa parafernalia parece que acabó de tostarle el cerebro a Petro. Y es que, como afirma él mismo, muchos pueden tener el sueño de ser inolvidables.  Pero solo los chiflados se atreven a proclamarlo en público.

Tampoco se trata de ser inolvidable de cualquier forma. Como ya dije, Adolfo Hitler es quizás el ser más inolvidable en la historia de la humanidad por las atrocidades que perpetró. Es preferible que lo olviden a uno al día después de que lo entierran, a que lo recuerden por las canalladas que cometió.

Ese es el punto, señor Petro. Un líder no puede tener como propósito volverse inolvidable per se. Su objetivo debe ser quedar en la memoria de la gente por las obras que dejó, por la riqueza que creó, por la gente que sacó de la pobreza, por la seguridad que construyó. En fin, por haber gobernado bien.

Pero si el fin es ser inolvidable a como dé lugar, Petro puede estar tranquilo: a los colombianos nos va a quedar muy difícil olvidar las barbaridades que cometió: las burradas que dijo, la inseguridad que generó, la polarización que causó, las infortunadas reformas que impulsó, la postración en la que dejó al país.

Hay que admitir que el objetivo de ser inolvidable fue de los pocos que Gustavo Petro sí cumplió.

Dl mismo autor: Gustavo Uribe y Álvaro Petro: ¿dos personas y un solo caudillo verdadero?

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