Cada mañana, antes de entrar a una audiencia, María Esther Panesso Mercado revisa sus expedientes con la misma minuciosidad con la que, en las noches, traza las líneas de un nuevo óleo. Abogada de familia, defensora de mujeres vulneradas desde hace más de diez años, Panesso aprendió que la justicia también puede buscarse fuera de los tribunales: en un lienzo y en el color.
“Soy abogada de familia, me gradué de Negocios Internacionales y tengo un MBA en España. Hace 10 años defiendo a mujeres vulneradas. Pero fue en pandemia que comencé a pintar en serio”, contó la artista en una entrevista con El Espectador.
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Durante la pandemia, cuando el mundo se detuvo, Panesso revivió la pasión por el arte que la acompañaba desde niña. Retomó los pinceles que su padre le había puesto en las manos cuando tenía apenas ocho años. De esa pausa global nació Mujer: el arte de ser valiente, una serie de obras que celebran la fortaleza femenina. “Me inspiran la valentía y la resiliencia de la mujer colombiana y latinoamericana”, aseguró en diálogo con El Tiempo.
Su obra artística, cargada de metáforas doradas y plateadas, con relieves en pasta que evocan las cicatrices de la vida, llamó la atención de curadores internacionales. En 2023, expertos vinculados a la Universidad de Yale la seleccionaron para exponer en el Museo Beka, en el Rockefeller Center de Nueva York, donde se convirtió en la primera colombiana en llegar a ese espacio. “Aunque en Colombia algunas veces me han rechazado porque no estudié arte, lo que hoy estoy viviendo a nivel internacional, en donde aprecian mucho mi obra, es producto del talento, el apoyo incondicional de mi madre, y de la fe y disciplina que he tenido para levantarme todos los días a luchar por mis sueños”, dijo a El Tiempo.
Este año, Panesso sumará otro hito: será la tercera colombiana, y la más joven, en participar en los 122 años del Salón de Otoño de París, un escenario que ha visto pasar a Picasso, Matisse y Modigliani. Su nombre, “Mercado”, con el que firma sus obras, compartirá paredes con artistas de más de 40 países.
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A diferencia de muchos de sus colegas, María Esther Panesso no vive del arte, y no pretende hacerlo. En declaraciones a Forbes, explicó que la pintura llegó a su vida como “una forma de sanar y expresar lo que no podía decir con palabras”. Su compromiso con la abogacía sigue intacto. El arte, para ella, es una extensión de su vocación de servicio.
Hoy, con más de 500 obras vendidas en 12 países y exposiciones en Tokio, Londres, Madrid, Miami, México y Santiago, Panesso ha logrado un equilibrio entre la vida profesional y la creativa, sin renunciar a ninguna.
En su estudio, los pinceles descansan al lado de un código civil. En sus cuadros, las mujeres miran de frente, desafiantes, como si también reclamaran justicia. Tal vez porque, en el fondo, María Esther Panesso no pinta solo con color, sino con conciencia. Porque en su universo, el arte no está lejos del derecho.
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