Cuando terminó de bajar por la angosta escalera que un grupo de bomberos había puesto sobre la fachada del Palacio, se le inflamaron las piernas por el cambio de temperatura. Lo auxiliaron. Estaba exhausto. Cuando lo subieron a la ambulancia, lo único que Jorge Arturo Sarria Cobo pidió fue que lo llevaran a su casa.
Sarria acababa de ser uno de los protagonistas de la batalla más importante de la historia reciente de Colombia. Según le dijo al juez 27 de Instrucción Criminal, estimaba haber dado muerte a 25 guerrilleros, cifra que representa una cuarta parte del total de víctimas que hubo en la tragedia.
Para ese momento, Jorge Arturo, tenía tan solo 22 años, había sido dado de baja de la Armada Nacional por mala conducta. Por eso se volvió técnico de computadores. Cuando la guerrilla del M-19 se tomó el Palacio de Justicia, él se encontraba a una cuadra de la Plaza de Bolívar y la curiosidad lo llevó a mirar qué estaba pasando.
Allí se encontró con el agente de Policía, José Rómulo Fonseca Villada, con quien eran buenos amigos hacía un tiempo. El agente le contó que se acababa de meter el M-19 al Palacio y desde una esquina le señaló al francotirador que estaba fumigando con una ametralladora a todo el que se asomara al Palacio.
Entonces, Fonseca le preguntó a Sarria si quería ayudar a sacar a los guerrilleros del Palacio. El experto en computadores no se negó y recibió el revolver que el policía le entregó. En el intento de ingresar al Palacio, un tiro alcanzó a Fonseca y lo mató.
Jorge Arturo tuvo que salir corriendo antes de que la ráfaga de tiros lo alcanzara a él también. Para ese momento, ya iban con un coronel que cuando vio a Sarria, un civil, le preguntó qué estaba haciendo. Él le dijo que no sabía. Aun así, el coronel le permitió seguir junto al pequeño grupo de militares que estaban intentando acabar con el francotirador para poder ingresar al Palacio.
Mientras pensaban cómo ingresar al Palacio, un señor llegó pidiéndoles ayuda para rescatar a sus dos pequeñas hijas que estaban dentro de un campero que había quedado parqueado en la mitad del fuego cruzado. Entonces, el técnico de computadores, junto a un policía de apellido Orobio, se fueron empujando un carro usándolo como escudo antibalas, en el camino al campero se encontraron con un herido al cual salvaron al igual que a las dos niñas.

Sarria Cobo se fue con el herido en la ambulancia. Llegaron al hospital de la Policía, donde les dieron almuerzo y el comandante del hospital le preguntó al técnico en computadores por la situación del Palacio. Jorge Arturo le dijo que la situación estaba difícil.
Como el técnico de computadores quería regresar al Palacio, le dijo a un oficial su intención, por lo cual le dieron más munición y pusieron a su disposición una patrulla con dos agentes para que regresara a la Plaza de Bolívar.
La situación en el Palacio se había agravado. Según un plan de ataque hallado por la Policía en la casa donde se preparó la toma, luego de ingresar al Palacio y tener dominada la posición, los guerrilleros irían en busca del magistrado Jaime Betancur Cuartas, hermano del entonces presidente Belisario Betancur, y a la abogada Clara Forero, esposa del ministro de Gobierno, Jaime Castro. (Pensaban que teniendo a estas dos personas lograrían una negociación política después de los primeros enfrentamientos).
Con lo que no contaban los guerrilleros es que el técnico en computadores sería la piedra en el zapato que frustraría su plan maestro. Cuando regresó al Palacio en compañía de los dos agentes, toda la Fuerza Pública se encontraba atrincherada en los alrededores, pero no se atrevían a entrar porque aún no tenían orden de hacerlo.
Como el técnico en computadores era un civil, no tenía que acatar órdenes militares, por lo tanto, omitió la negativa de ingresar al Palacio, y corrió hacia una de las oficinas del primer piso. Detrás de él se fueron dos soldados; el capitán de la Policía Juan Chamorro y un hombre de la Guardia Presidencial. En la oficina se encontraron con un guerrillero escondido, el cual, cuenta Sarria, fue la primera baja que hizo dentro del Palacio.
Luego pusieron un escritorio sobre otro y se treparon al segundo piso. Allí encontraron una decena de empleados del Palacio, a quienes requisaron y les pidieron documentos para asegurarse de que no fueran guerrilleros.
Jorge Arturo regresó al primer piso y le dijo al comandante de la Policía de Bogotá que ya podían tomar el control del primer y segundo piso del Palacio. El comandante acató la orden y le pasó un chaleco antibalas al experto en computadores, el cual volvió a subir al segundo piso del Palacio con la intención de conquistar el tercer piso.
Cuando llegaron al tercer piso se encontraron de frente con cinco guerrilleros emocionados gritando que ya sabían dónde estaba el hermano del presidente. Pero no esperaban encontrarse con el técnico de computadores y sus dos soldados, quienes dieron de baja a los cinco guerrilleros, antes de que estos pudieran reaccionar.
Llegaron a la oficina de Jaime Betancur. A penas abrieron la puerta, los recibió un hombre armado. Sarria pensó que era guerrillero y se le abalanzó. Cuando ya estaba sometido en el piso, el hombre armado le dijo al técnico de computadores que era el guardaespaldas del doctor Betancur. Sarria lo soltó y notó lo absurdo de su actuar. Sin embargo, manejó la situación y le preguntó por el paradero de Jaime Betancur, el cual se encontraba metido bajo un escritorio.

Como pudieron sacaron a Betancur del Palacio, el técnico de computadores se encargó de escudarlo hasta que lo dejó sano y salvo en la Casa del Florero. Frustrando, sin saberlo, el plan maestro que el M-19 llevaba planeando un año atrás, cuando el presidente Betancur traicionó los acuerdos de paz con dicha guerrilla.
Sarria Cobo volvió al Palacio, ayudó a salir a otros rehenes; fue guía de un comando de soldados que llegó a las ocho de la noche a tomarse los pisos 3 y 4 del Palacio. A las nueve de la noche el Palacio se incendió, el técnico de computadores junto a su escuadrón de soldados estaba combatiendo a los guerrilleros que estaban en la azotea. El suelo empezó a hervir y tuvieron que evacuar a toda la Fuerza Pública que estaba en el Palacio. Entre ellos estaba Jorge Arturo Sarria Cobo, el civil que encabezó el rescate del Palacio de Justicia, más conocido desde ese día como el “Rambo criollo”.
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