Con más de 350 cartas escritas y 35 visitas a empresas y entidades, los estudiantes del IED Las Villas, en Cogua, lograron lo que parecía imposible: conseguir el patrocinio para viajar a Japón y representar a Colombia, y a toda Latinoamérica, en el mundial de robótica.
Su robot, bautizado como “Guerrero Cafetero”, se convirtió en la sorpresa del torneo. No tenía los recursos ni la tecnología de otros equipos, pero sí la creatividad y la disciplina de un grupo que soñaba con demostrar que la innovación también podía surgir desde un colegio público de Cundinamarca.
Un colegio con vocación de innovación
El IED Las Villas abrió sus puertas en 1987, pero fue bajo la rectoría de Roberto Lozano Medina que el colegio apostó por una línea de innovación y tecnología. Lozano, bogotano licenciado en Biología y con especialización en Gerencia de Proyectos Educativos, junto con la docente María Paula Villamil, diseñó un modelo educativo que abrió la posibilidad de competir internacionalmente.

En 2023, el colegio viajó a Chile, donde obtuvo el primer puesto en la división Rumble del ROBO ONE. Al año siguiente, en Ecuador, alcanzó el mejor performance y la clasificación al mundial en Japón. Cada paso fue una prueba de que la perseverancia podía más que las limitaciones económicas.
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La preparación no fue sencilla. Los estudiantes dedicaron largas horas a programar, diseñar y ensamblar su robot, incluso por fuera de la jornada escolar. Su enfoque STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas) fue la clave.
Ya en Japón, el contraste fue evidente: mientras otros equipos tenían varios robots y repuestos, el IED Las Villas contaba con una sola máquina. Para adaptarse, recurrieron a la creatividad. Llegaron a usar botellas de gaseosa como parte de sus simulaciones, algo que sorprendió a los jueces y que, finalmente, les permitió alcanzar un histórico cuarto lugar en la división Rumble.
Más allá de la competencia
El paso por Japón no solo fue un logro deportivo y académico. También abrió nuevas puertas. Hoy, el colegio gestiona alianzas con universidades y plantea la creación de una especialidad técnica en innovación y nuevas tecnologías, además de seguir participando y hasta organizar torneos propios en estas disciplinas.

El “Guerrero Cafetero” fue mucho más que un robot. Fue la prueba de que el talento colombiano, aun con limitaciones, puede competir con los mejores del mundo. Y que desde un colegio público de Cundinamarca se pueden escribir historias capaces de inspirar a todo un país.
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