El Congreso de Fenalco en Medellín, con motivo de sus 80 años, ha sido un éxito total. Lo que podía haber sido una conmemoración gremial más, Jaime Alberto Cabal lo convirtió en el foro más importante de la democracia en el sector privado. Un acontecimiento que desbordó los límites de la economía y el comercio, para convertirse en un referente de ciudadanía, valentía y ejemplo.
Algunos dirán que Jaime Alberto es un magnífico relacionista público, que cultiva vínculos notables con la prensa y que es un organizador eficaz de sus afiliados. Todo eso es cierto. Pero reducirlo a esa superficie sería injusto. Su liderazgo ha alcanzado connotaciones extraordinarias: hoy es el dirigente gremial más reconocido y admirado, no solo por los empresarios, sino por los ciudadanos. Y ese lugar conquistado tiene un profundo sentido político y democrático que merece ser explicado.
Jaime Alberto comprendió algo esencial: que la primera lucha de los empresarios debe ser la lucha por Colombia. Antes que comerciantes, antes que afiliados, antes que gremialistas, todos debemos ser ciudadanos. Esa comprensión ha marcado la diferencia entre un gremio que defiende intereses sectoriales y un gremio que pone el destino de la nación en el centro de su agenda.
En segundo lugar, entendió que en las luchas por el país hay que ser dignos y valientes. Fenalco fue el primer y único gremio que enfrentó de frente a Petro, sin miedos ni concesiones. Cuando otros optaron por la prudencia del cálculo o la cobardía de la neutralidad, Fenalco decidió dar la batalla abierta. Y, además, con el tiempo se demostró que aquellas prudencias fueron inútiles.
Yo mismo fui testigo de ese talante. No puedo dejar de recordar el Congreso de hace dos años, en Cali. Jaime Alberto me invitó a hablar de un tema al que todos los demás gremios le tuvieron pánico: el Juicio Político. Si hubiéramos respetado la Constitución y las leyes, si se hubiera adelantado esa acción de control democrático, cuánta destrucción social e institucional le habríamos ahorrado a Colombia.
En esa ocasión compartí tarima con Miguel Uribe Turbay. Si el país hubiera tenido el coraje de adelantar el Juicio Político, hoy Miguel estaría vivo. No lo digo con ligereza: lo digo con el dolor de saber que a veces la cobardía cuesta vidas y destruye naciones.
El liderazgo de Jaime Alberto Cabal no es circunstancial ni improvisado
El liderazgo de Jaime Alberto Cabal no es circunstancial ni improvisado. Es fruto de una lucha durísima, librada con coherencia y coraje, acompañado siempre por su gremio. Lo que el país vio en Medellín como una clara decisión de derrotar las excentricidades y destrucciones de Petro, ya lo veníamos viendo desde hace años: un gremio firme, un dirigente lúcido, un ejemplo de valentía cívica.
Por eso, cuando pienso en este congreso de Medellín, recuerdo unos versos de Borges en su homenaje a Jacinto Chiclana: “De lo único que nadie se ha arrepentido nunca es de haber sido valiente”. Eso es exactamente lo que hoy encarnan Jaime Alberto Cabal y Fenalco: la certeza de que la valentía, cuando se ejerce en defensa de la patria, nunca es un error.
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