El amor no está en el corazón, sino en el cerebro, así lo revela la ciencia

La neurociencia muestra que detrás del enamoramiento, la maternidad y el paso del tiempo hay hormonas y circuitos cerebrales que dan forma al amor

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septiembre 30, 2025
El amor no está en el corazón, sino en el cerebro, así lo revela la ciencia

El amor ha inspirado poemas, canciones y novelas durante siglos. Pero la ciencia demuestra que, detrás de esas emociones intensas, hay procesos biológicos muy concretos. El neurofisiólogo mexicano Eduardo Calixto lo resume: “el cerebro es el verdadero protagonista del enamoramiento, de la maternidad y también de los cambios que trae el paso del tiempo”.

La chispa del enamoramiento

Cuando alguien nos atrae, el cerebro activa su sistema de recompensa. La dopamina, neurotransmisor del placer, genera euforia y pensamientos constantes hacia la persona deseada. La noradrenalina acelera los latidos y agudiza la atención. Esa mezcla química explica las famosas mariposas en el estómago.
La antropóloga Helen Fisher lo sintetiza: “el amor romántico es un sistema de motivación, no solo una emoción; es más poderoso que el deseo sexual”.

La genética invisible de la atracción

Los estudios demuestran que, de manera inconsciente, las mujeres prefieren el olor de hombres con defensas inmunológicas distintas a las suyas. Esto aumenta las probabilidades de que los hijos tengan un sistema más fuerte. El neurólogo António Damásio lo explica así: “el cuerpo y el cerebro no eligen al azar; buscan lo que asegura mayor supervivencia”.

El papel decisivo de las mujeres

Durante la ovulación, los niveles de estrógenos y progesterona modifican la percepción de olores, voces y gestos. Según la psiquiatra Louann Brizendine, “las mujeres poseen cerebros entrenados para leer señales biológicas y sociales con mayor precisión”.

Del flechazo al apego

Con el tiempo, la química cerebral cambia. La oxitocina —la “hormona del apego”— se libera en abrazos, caricias y durante el orgasmo, reforzando la intimidad. La vasopresina se asocia con el compromiso y la fidelidad. Para Fisher, “la oxitocina y la vasopresina son el pegamento que sostiene a las parejas en el largo plazo”.

La maternidad y el cerebro transformado

Durante el embarazo, la materia gris en zonas de razonamiento lógico disminuye, mientras aumentan las conexiones en áreas ligadas a la empatía. La prolactina, junto con la oxitocina, fortalece el apego y la protección hacia el bebé. Calixto lo explica: “cada sonido del bebé, cada mirada, se convierte en un mensaje que el cerebro materno interpreta como prioridad vital”.

El paso del tiempo y la plasticidad cerebral

A partir de los 30 años, el cerebro pierde cerca de 50.000 neuronas al día. Sin embargo, la plasticidad cerebral permite reorganizar conexiones y compensar esas pérdidas.
El neuroendocrinólogo Robert Sapolsky lo resume: “la biología siempre gana, pero podemos retrasar la derrota con buenos hábitos”. Leer, aprender, hacer ejercicio, escuchar música y mantener vínculos sociales fortalecen esa plasticidad.

Fisher lo resume con una advertencia: “entender la biología del amor no le quita magia; nos muestra por qué es tan poderoso”. Y Calixto añade: “detrás de cada emoción, el cerebro convierte lo biológico en experiencia humana”.

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