Dos sacerdotes se pelean La Catedral, la cárcel que construyó Pablo Escobar que se volvió un gran negocio

La Catedral, 33 años después de la fuga de Pablo Escobar, vive un pleito entre curas anglicanos que el alcalde de Envigado no ha podido resolver

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octubre 01, 2025
Dos sacerdotes se pelean La Catedral, la cárcel que construyó Pablo Escobar que se volvió un gran negocio

Hace más de tres décadas, en 1991, Pablo Escobar, el capo de capos se le entregó al Padre García Herreros gracias a una ley de sometimiento a la justicia firmada en el gobierno de Cesar Gaviria. Puso sus condiciones entre éstas, la cárcel donde permanecería con sus pistoleros de confianza.

Calculó todo. Acordó con el alcalde de Envigado la construcción de la edificación en un terreno adquirido por él en el cerro de la Paz. El cerro formaba parte de la geografía de su infancia. Aledaño al barrio del mismo nombre en Envigado, a donde llegó la familia en 1961 después de haber vivido en El Tablazo y Titiribí, Pablo Escobar lo conocía de memoria por aquellos paseos juveniles que no olvidaba y que le sirvió de escondite en muchos momentos de la guerra contra el gobierno. Allí quedaba la tradicional finca La Catedral, enclavada en un terreno quebrado cubierto de bosques en donde nacían viejos caminos coloniales que por el oriente conducían al municipio del Retiro, por el sur hacia Sabaneta y Caldas y por cuya ruta llevaba a Itagüí y la Estrella. Eran vías de escape que necesitarían ante cualquier eventualidad, tal como sucedió. Conservó el nombre de la finca y bautizó su cárcel: La Catedral.

La construyó en un silencio cómplice con las autoridades de Envigado donde era señor y dueño. El sacerdote eudista Rafael García Herreros, el Procurador Carlos Gustavo Arrieta, el director de Instrucción criminal Carlos Eduardo Mejía, el congresista Alberto Villamizar y el periodista Luis Alirio Calle no escondieron su sorpresa con la construcción que encontraron, en medio de los árboles y la neblina del cerro La Paz, cuando llegaron a las 5 de la tarde a la cárcel de La Catedral. Era el 19 de junio de 1991. El capo permaneció allí, mandando a sus anchas y traficando como nunca, solo un año. El 22 de julio de 1992 se escapó por la ruta que tenía estudiada. Huyeron con él cuando el ‘Popeye’, ‘Arcángel’, ‘Angelito’, ‘Valentín’, ‘Palomo’, ‘Juan Garra’, ‘Juan Urquijo’, ‘Otoniel’ y ‘el Osito’.

De La Catedral quedó la leyenda, ruinas de la construcción y el gran terreno. En el 2007 se instalaron allí un grupo de religiosos de la comunidad Benedictina Fraternidad Monástica Santa Gertrudis, a la cual el municipio de Envigado le cedió el terreno en comodato. Levantaron una construcción que convirtieron en hogar para ancianos pobres.

Quince años después, esa misión pastoral inicial parece un recuerdo. La que se vive es una  disputa inesperada: una pelea abierta entre dos sacerdotes anglicanos que se enfrentan por el control del lugar y, de paso, por el relato que allí se cuenta, que también genera dinero por cuenta de los narcotours que se siguen haciendo y a los que se les sigue sacando provecho económico,

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Los protagonistas son dos. Por un lado, el padre Emerson Franco, sacerdote anglicano y líder de la Fundación Monástica San Benito Abad, organización que entró en liquidación en 2023. Al otro extremo está Elkin Ramiro Vélez García, exsacerdote de la Iglesia Católica Anglicana, expulsado en enero de 2023, pero que hoy se presenta como representante legal de una nueva iglesia creada en diciembre de ese mismo 2023, que llamó Fundación Abadía Benedictina Nuestra Señora de Walsingham Basílica Menor Virgen Desatanudos.

El choque es concreto: quién tiene derecho a administrar los casi 32.000 metros cuadrados del terreno. La fundación dedicada a San Benito Abad, que maneja Emerson Franco todavía ocupa 26.000, mientras que Elkin Vélez consiguió en marzo de 2025 un contrato de comodato sobre 5.500 metros, que incluían tres edificaciones y una iglesia, como lo registró la investigación de la revista Semana. El acuerdo venció en septiembre, pero ninguno parece dispuesto a irse. Allá arriba en la montaña, cada uno vigila sus portones con celadores que impiden la entrada de extraños.

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El distanciamiento de Elkin con su antigua iglesia Anglicana se hizo público en octubre de 2024, cuando Elkin Vélez envió una carta al alcalde de Envigado, Raúl Cardona, en la que pedía seguir administrando el hogar geriátrico y reclamaba además 500 millones de pesos por mejoras. Fue la ruptura definitiva. Meses después, la Iglesia Católica Anglicana lo expulsó. Aun así, en marzo de 2025, la Alcaldía en cabeza de Cardona, elegido por el Partido Liberal, firmó con Vélez un comodato que marcó el inicio de la guerra abierta con Franco.

El pleito no solo involucra a los dos religiosos. En medio están nueve adultos mayores que habitan en el lugar bajo la Fundación Jóvenes Renace. Dos sobreviven gracias a la caridad de feligreses; los otros siete pagan, con ayuda de sus familias, entre $600 mil y $2 millones al mes. Viven con la incertidumbre de ser desalojados en cualquier momento. También hay 17 exempleados de la Fundación San Benito que reclaman salarios atrasados y cooperativas financieras que denuncian deudas por más de mil millones de pesos.

El futuro del predio está ahora en los despachos judiciales. La Corte Constitucional estudia una tutela interpuesta por Franco para evitar el desalojo de los adultos mayores. Vélez, por su parte, se defiende de las acusaciones, asegura que todo son calumnias y continúa celebrando misas bajo el amparo de una nueva congregación que él mismo fundó.

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La Alcaldía de Envigado, en medio de las presiones, no logra dar respuestas claras. Mientras señala que el hogar geriátrico es “ocupante ilegal”, firmó un contrato con un sacerdote que había sido expulsado de su iglesia.

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Los narcotours siguen siendo una de las actividades que deja dinero en el municipio de Envigado y sobre todo a La Catedral

Y mientras las demandas se acumulan, los turistas siguen llegando. Pagan por recorrer pasillos deteriorados, se asoman a los restos de lo que alguna vez fue una cancha y se toman fotos con la vista panorámica del valle. Muchos ni sospechan que, al mismo tiempo, dos religiosos libran una batalla legal y personal por quedarse con ese espacio que debería ser un lugar de memoria y reconciliación.

La Catedral, que en su origen fue símbolo del poder de Escobar y de la debilidad del Estado, hoy es reflejo de otra contradicción: un escenario donde la fe se enfrenta con la ambición, y donde dos sacerdotes, que no se sabe a qué comunidad ni autoridad finalmente responden, parecen más interesados en el terreno y el dinero que en los fieles que dicen guiar.

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