Dónde está el primer zoológico de Colombia, muy cerca de Bogotá, donde conviven 1200 especies y no es el Santa Cruz

Después de pasar Villavo, ruta hacia Restrepo, está el el Bioparque Los Ocarros, un gigante reservorio natural donde puede conocer las mejores especies animales

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noviembre 19, 2025
Dónde está el primer zoológico de Colombia, muy cerca de Bogotá, donde conviven 1200 especies y no es el Santa Cruz

A menos de tres horas de Bogotá, el camino hacia Villavicencio se abre paso entre montañas y túneles que han acortado distancias y han acercado planes. Para muchas familias, ese recorrido breve se ha vuelto la excusa perfecta para dejar atrás el ritmo acelerado de la capital y buscar un lugar donde los niños corran sin miedo, los adultos respiren distinto y la naturaleza se sienta a un paso. Tres kilómetros antes de llegar a la capital del Meta, en la vía que conduce al municipio de Restrepo, aparece un espacio que parece hecho para eso: el bioparque Los Ocarros.

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El lugar tiene una historia simple y contundente. Nació con el propósito de conservar la fauna nativa de los Llanos Orientales y los ecosistemas que la sostienen. Allí no se habla de animales traídos de otros continentes ni de exhibiciones exóticas. Todo lo que se ve pertenece a la región, como si el llano hubiera decidido reunirse en un solo punto para que cualquiera pudiera conocerlo sin adentrarse demasiado en su geografía vasta y silenciosa. Su nombre rinde homenaje al ocarro, el armadillo gigante que hoy se encuentra en peligro de extinción y del que el parque conserva un ejemplar que se mueve con una calma que impone respeto.

El recorrido avanza entre senderos que van revelando especies que muchos solo conocen por fotografías. Las nutrias se deslizan en el agua como si el parque fuera su propio territorio salvaje. Las anacondas descansan somnolientas en recintos que permiten verlas de cerca sin alterar su quietud. Hay venados que parecen salir de un paisaje clásico del llano, chigüiros que se mueven en grupos tranquilos, pumas y jaguares que recuerdan que esta región guarda depredadores imponentes, y animales menos conocidos como los canaguaros, las lapas y los ñeques. A un lado, la danta aparece como un recordatorio de que la selva y el llano se tocan más de lo que se piensa. Más adelante se escuchan aves de múltiples especies que llenan el aire con sonidos dispares. También están los cocodrilos, las tortugas, un oso de anteojos que observa con curiosidad y los distintos tipos de oso hormiguero, entre ellos el tamandúa, que se mueve con una delicadeza inesperada.

Todo está diseñado para que la visita sea un aprendizaje sencillo. El bioparque no se siente como un zoológico tradicional, sino como una ventana a un territorio que ha intentado conservar lo que le pertenece. Cada espacio cuenta algo sobre la Orinoquia. La vegetación, los colores y la distribución de los recintos mantienen la idea de estar recorriendo un ecosistema vivo. Quien llega con niños suele descubrir que ellos son los primeros en emocionarse, pero los adultos terminan igual de sorprendidos al ver especies que forman parte del imaginario del llano y que rara vez se observan tan cerca.

Además del recorrido principal, el lugar ofrece actividades que completan la experiencia. Hay un paseo en bicicleta acuática que se ha convertido en uno de los preferidos por quienes visitan en familia. Los senderos permiten caminar con calma mientras el paisaje del piedemonte llanero se impone con su vegetación espesa.

En conjunto, el bioparque Los Ocarros es más que un plan de fin de semana. Es un espacio que reúne la esencia de los Llanos Orientales y la pone al alcance de quienes llegan desde Bogotá o de quienes viven en Villavicencio y buscan un respiro diferente. Es un lugar para aprender sin esfuerzo, para sorprenderse sin artificios y para entender que, a veces, estar cerca de la naturaleza es cuestión de tomar una carretera y dejar que el camino haga lo demás.

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