Deportes Tolima ya se aseguró un nuevo tiquete para pelear la final del Torneo Clausura de la Liga BetPlay. Los ‘Vinotintos’ quieren levantar una vez más la anhelada copa y sumar otra estrella a su escudo, esta vez bajo el liderazgo de César Camargo, hijo de Gabriel Camargo. El propio Gabriel, quizá el dirigente más influyente en la historia del club, fue quien entregó su vida entera para levantar al equipo de sus amores y sacarlo de sus peores crisis. Un hombre que fue todo lo que quiso ser: empresario, político y dirigente deportivo.
Fue gracias a su empuje que los ‘Pijaos’ conquistaron los títulos que hoy brillan en sus vitrinas, dentro de una de las sedes deportivas más completas del FPC, la misma que levantó el propio Gabriel. Pero para lograr semejante hazaña se necesita más que voluntad: audacia, pasión, disciplina y, por supuesto, capital. Lo curioso es que este hombre, símbolo eterno de la tierra pijao, no nació precisamente en el Tolima.
Gabriel Camargo llegó al mundo en Tunja, Boyacá, en 1942, y desde joven fue un enamorado del deporte. En su adolescencia practicó béisbol, atletismo e incluso llegó a ser arquero. Estudió ingeniería en la Universidad de Tunja, formación que años más tarde le daría las bases para emprender con fuerza junto a su esposa.
Con Leonor Serrano, con quien tuvo a César (hoy dirigente del club), Gabriel y Catherine, inició un proyecto familiar que marcaría su destino. Tras casarse, se radicaron en Fusagasugá. Leonor comenzó dictando clases, y fue allí donde a la pareja le sembraron la idea de dedicarse a vender huevos y criar pollos. Vendieron una vieja casa heredada, compraron una finca y, con un préstamo, viajaron a Estados Unidos para traer 1.800 gallinas de una raza especializada. Pero el golpe fue duro: 600 murieron en el viaje. Pese a ello, el negocio prosperó. El éxito fue tal que se convirtió en la empresa Incubacol, el mundo al que ingresaron oficialmente en 1968. Ese buen momento les dio el músculo necesario para soñar en grande y acercarse a las pasiones que movían a Camargo.
La primera llegada de Gabriel Camargo al Tolima
El primer aterrizaje del boyacense al Tolima ocurrió en el segundo semestre de 1979. Su gestión fue sobresaliente: el equipo fue subcampeón dos años consecutivos y logró jugar la Copa Libertadores, donde alcanzó las semifinales. El club reunió un equipo tan competitivo que se ganó el apodo de “Kokorico Tolima”, justo cuando Gabriel había adquirido acciones de la empresa de pollos.

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Pero ni los resultados ni su amor por el club fueron suficientes para soportar la baja respuesta de los hinchas, quienes no llenaban las tribunas ni respaldaban con la compra de boletas. En 1983, frustrado, decidió renunciar y devolvió el club a la ciudad. Sin embargo, esa historia no terminaría allí. Camargo siguió dedicado a su empresa, que por ese entonces ya tenía una enorme fuerza nacional.

Para 1991, Incubacol abastecía el 45% del mercado de ponedoras y pollos para engorde en Colombia. Leonor también dejó su huella: en 1988 se convirtió en la primera alcaldesa de Fusagasugá. Para entonces, la compañía ya tenía presencia en Girardot, Cali y Barranquilla. Aunque Gabriel aseguraba que no volvería al fútbol, el destino tenía otros planes.
El regreso triunfal del boyacense al equipo de su vida
En 1993, en medio de la peor crisis del club, Camargo regresó. El Tolima había descendido, pero apenas un año después fue campeón de la Copa Concasa y volvió a la primera categoría. Tras su regreso a la A, el equipo conquistó su primera estrella en 2003, un título que demostró su visión, carácter y determinación.
Diez años después, en 2014, el Deportes Tolima volvió a levantar un trofeo: la Copa Colombia. Bajo su gestión se inauguró la sede deportiva San Gabriel, un complejo de 14 hectáreas con cinco canchas y todas las comodidades necesarias para un equipo profesional. En 2018 llegaron de nuevo a la gloria, y repitieron la hazaña en 2021.

En 2022, el fútbol le regaló su última alegría deportiva: la Superliga. Ese mismo año, en noviembre, tras una dura lucha contra un cáncer agresivo, Gabriel Camargo falleció. Su legado quedó en manos de César, su hijo, quien lo acompañó en todas las batallas y hoy busca replicar cada uno de los pasos que consolidaron la historia moderna del Tolima.
Habrá que ver si en este 2025 la estrella vuelve a bordarse o si el sueño tendrá que esperar. Pero lo que sí es seguro es que el legado de Camargo transformó para siempre al Deportes Tolima y dejó una huella imborrable en el fútbol colombiano.
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