Con gran emoción recibió el sector exportador colombiano la noticia de la orden ejecutiva firmada el 13 de noviembre de 2025 por el gobierno de los Estados Unidos. La medida deja libre de arancel el 72% de los productos de exportación de Colombia, abriendo una enorme ventana para el país cafetero hacia su histórico aliado comercial.
El sector agropecuario será el más beneficiado, aunque los gremios económicos que celebraron la decisión de la administración Trump manifestaron que continuarán con la diplomacia comercial, buscando eximir de aranceles a otros sectores que aún no fueron favorecidos.
Esta noticia ha pasado casi desapercibida, quizás por la vergüenza de quienes vaticinaban que la postura de Gustavo Petro frente a las amenazas y chantajes de Donald Trump obligaría al presidente colombiano a arrodillarse y suplicar en los pasillos de la Casa Blanca para evitar los gravámenes. Según ellos, de no hacerlo, el país caería en la ruina total. Sin embargo, Petro demostró que alzar la voz en defensa de un reclamo justo no es sinónimo de sometimiento ante las pretensiones de un impredecible Trump.
Petro, curtido político, ha dejado claro —pese a las críticas— que la dignidad de la nación no se mancilla. Consciente del desequilibrio comercial y de que la imposición de aranceles de hasta un 50% podría desacelerar la economía, quebrar empresas y destruir empleos, adelantó conversaciones con varias naciones, especialmente asiáticas, para mostrar la gran vitrina comercial que ofrece Colombia.
En la cumbre CELAC–UE, como presidente anfitrión, abordó la necesidad de firmar y cumplir lo pactado en esos espacios que durante años han buscado fomentar el intercambio comercial, la transferencia tecnológica y el cuidado del medio ambiente mediante energías limpias. Ese liderazgo le ha valido reconocimiento internacional como un mandatario comprometido con el bienestar global.
Trump, en cambio, lo desestimó, tal vez creyendo que trataba con anteriores presidentes que actuaban como mensajeros de los gremios económicos. Petro, distinto, ha invitado al diálogo con respeto y al intercambio de conocimientos bajo las reglas de la diplomacia, sin necesidad de arrodillarse ante las pretensiones de los Estados Unidos.
Hoy, quienes viajaban a Washington para difamar al gobierno y buscar su desestabilización guardan silencio. La decisión de la administración estadounidense de liberar de aranceles el 72% de las exportaciones colombianas los ha dejado sin argumentos. Esta medida beneficiará al país, dignificará al campo y generará nuevos empleos. Tal vez sientan vergüenza, pues Petro no obedeció al pedido de humillación de ciertos empresarios acostumbrados a ceder ante las amenazas de Trump. Demostró que se puede levantar la voz sin arrodillarse, y ese será su legado en el mundo.
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