“Los menores reclutados por organizaciones ilegales son víctimas, por lo tanto toda acción militar los puede poner en peligro. Hay que privilegiar la vida sobre la muerte, no se pueden desarrollar operaciones que pongan en peligro la vida de la población civil y sobre todo de los menores. Los bombardeos deben ser suspendidos”.
Ese fue el contundente anuncio que hizo el entonces ministro de Defensa, Iván Velázquez, el 8 de agosto de 2022, es decir, un día después de que Gustavo Petro se posesionara como presidente de Colombia.
La noticia generó un duro rechazo en el país de parte de quienes considerábamos que no se podía renunciar a una estrategia que había sido muy exitosa en la lucha contra los alzados en armas.
Sin temor a exagerar, me atrevo a decir que fue gracias a los golpes recibidos con esos bombardeos que las Farc decidieron sentarse a negociar la paz con Juan Manuel Santos.
Y es que como consecuencia de ese tipo de operativos las Farc perdieron a varios de sus comandantes más importantes: el Mono Jojoy, Raúl Reyes, Alfonso Cano y el Negro Acasio, entre otros.
Varias de las personas que tuvieron el infortunio de ser secuestradas por las Farc relataban que a lo único que temían los guerrilleros era al ronroneo de los motores de aviones que anunciaban un bombardeo.
Que el gobierno Petro en desarrollo de su ingenua Paz Total haya suspendido una estrategia tan efectiva le dio una ventaja estratégica muy importante a los bandidos.
No es exagerado afirmar que la violencia que se vive en muchos puntos de nuestro territorio es consecuencia de la decisión de suspender esos bombardeos.
Además, con el anuncio con bombos y platillos que hizo el ministro Velázquez de suspender los ataques aéreos para evitar que en ellos murieran menores de edad, los bandidos quedaron notificados de que la presencia de niños en sus campamentos los blindaba contra los bombardeos.
Y como los bandidos pendejos no son, la imprudencia de Velázquez disparó el reclutamiento de niños y jóvenes. Si la decisión de suspender los bombardeos fue absurda, anunciarla públicamente fue una estupidez
Si la decisión de suspender los bombardeos fue absurda, anunciarla públicamente fue una estupidez
Lo cierto es que el tiempo nos dio la razón a quienes protestamos por esa decisión. Esta semana el presidente Petro autorizó un ataque desde el aire en contra de un campamento de las disidencias de Iván Mordisco. Acción que resultó, como casi todas, muy exitosa: alrededor de 20 guerrilleros fueron dados de baja. Al parecer entre los guerrilleros muertos había tres menores.
Ante las protestas de los defensores de derechos humanos por esas muertes, el actual ministro de Defensa, Pedro Sánchez, afirmó que, de acuerdo con el Derecho Internacional Humanitario, cualquier persona que se encuentre en un campamento guerrillero es considerado combatiente y por lo tanto es un blanco legitimo.
No puedo estar más de acuerdo con esa aseveración. Y celebro que el gobierno haya decidido volver utilizar su poderío aéreo en contra de los bandidos. Lástima que lo haya hecho a sólo nueve meses de concluir su período.
El país no estaría patas arriba en materia de seguridad si Petro no hubiera sido tan generoso con los grupos ilegales. A los que ya no se les puede clasificar de guerrilla porque no persiguen ningún objetivo político. Son simplemente bandidos.
Petro jamás reconocerá que haber tenido una mano tan blanda con los violentos fue una garrafal equivocación. Quizás la mayor de un gobierno que se ha caracterizado por meter la pata casi a diario.
Pero haber ordenado el bombardeo es una admisión tácita de que se equivocó al no utilizar esa arma durante tres cuartas partes de su mandato.
No creo que el Presidente ahora piense que fue un error “privilegiar la vida sobre la muerte”, como aseguraba su ministro Velázquez. Simplemente se dio cuenta que al suspender los bombardeos envalentonaba a los violentos lo que a la larga generaba más muertes y no de combatientes sino de civiles ajenos al conflicto.
Si uno fuera mala leche diría que el reversazo que dio en esta materia dejó en claro que en materia de principios, Petro es como Groucho Marx, el famoso humorista gringo que afirmaba: “Estos son mis principios y si no les gustan tengo otros”.
Pero yo prefiero limitarme a manifestar que más vale tarde que nunca.
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