Puente Aranda es hoy es un territorio de fábricas, barrios obreros y avenidas congestionadas, pero su origen está marcado por una historia que se remonta al siglo XVI, cuando la ciudad apenas daba sus primeros pasos. En medio de los humedales y terrenos cenagosos que dominaban la sabana, se levantó la Hacienda Aranda, punto clave en la consolidación de lo que después sería una de las zonas industriales más importantes del país.
El nombre de Puente Aranda tiene un origen muy preciso. A finales del siglo XVI, el oidor Francisco Anunciabay llegó a la Nueva Granada. En 1573, en los predios de la Hacienda Aranda, propiedad de don Juan de Aranda y también conocida como “Techo de los Jorges”, mandó a construir un puente para cruzar los ríos Chinúa y San Agustín, este último hoy conocido como San Francisco.
Ese puente no tardó en convertirse en un paso obligado. La intersección de lo que actualmente son la avenida Centenario (calle 13) y la avenida de las Américas era estratégica: por allí transitaban colonos y viajeros rumbo a Honda, en el Tolima, donde se conectaban con el río Magdalena, la gran arteria fluvial del país.
El auge fue tal que en 1768 el puente tuvo que ser reconstruido, esta vez con mayor altura, para evitar las constantes inundaciones de la zona. Con esas mejoras, se consolidó como corredor de salida hacia el occidente y se levantó un camellón que atravesaba el humedal de Aranda, facilitando la comunicación con Honda y con Fontibón, que se convirtió en la entrada de mercancías que venían desde la Costa Atlántica.

Con el tiempo, ese camino cambió varias veces de nombre: primero fue el “camino de Honda”, después el “camino de Fontibón” y más tarde la “avenida de la Encomienda”.
La historia de la hacienda también guarda un episodio ligado a la Independencia. En 1814, el libertador Simón Bolívar y sus tropas acamparon en estas tierras del occidente de Santa Fe, dejando una huella que aún se recuerda en la tradición oral del sector.
Durante todo el siglo XIX y comienzos del XX, el lugar conservó un carácter rural. Era común que familias bogotanas levantaran fincas y haciendas en la zona, aprovechando los terrenos amplios y fértiles para cultivar trigo, cebada y maíz.
El cambio definitivo llegó en 1944, cuando Bogotá comenzó su expansión hacia el sur y el occidente. En lo que antes eran terrenos de la Hacienda Aranda se levantaron viviendas, glorietas y monumentos, como el de Cristóbal Colón. La ciudad comenzaba a absorber aquel territorio.
En la década de 1970, la Sociedad Colombiana de Arquitectos impulsó la construcción de nuevos puentes para conectar la calle 13 con la avenida de las Américas en la actual carrera 50. El viejo puente de Aranda fue demolido y reemplazado por dos estructuras modernas. Desde entonces, el cruce vial pasó a conocerse como Puente Aranda y el sector adoptó definitivamente ese nombre.
El desarrollo urbanístico trajo consigo el auge empresarial. En cuestión de años, la zona se llenó de industrias de plásticos, textiles, químicos, metalmecánica, tabaco, bebidas y alimentos. En 1968, Puente Aranda se consolidó como un corredor industrial y se convirtió en motor económico de la capital.
El crecimiento llevó a nuevas formas de organización. En 1963, Planeación Distrital estableció la primera zonificación y, en 1970, se reglamentó oficialmente el uso del suelo en el sector. En 1972, con el Acuerdo 26, Bogotá fue dividida en 16 zonas administrativas y a Puente Aranda le correspondió el número 16.
Con la Constitución de 1991, la ciudad pasó a ser Distrito Capital y se organizaron 20 localidades. Puente Aranda se transformó en una de ellas, con alcaldía propia y una clara vocación industrial y residencial.
Hoy, Puente Aranda tiene una extensión de 1.731 hectáreas, de las cuales 48 son áreas protegidas. En sus 1.794 manzanas conviven zonas industriales y barrios residenciales: 700 de esas manzanas son ocupadas por fábricas y 800 por viviendas. La población estimada supera los 258.000 habitantes, repartidos en 55 barrios agrupados en cinco Unidades de Planeamiento Zonal (UPZ).
Pero el sector no se detiene. Tal como ocurrió hace medio siglo, los puentes de la calle 13 con la avenida de las Américas serán demolidos. El próximo 12 de octubre de 2025, una implosión abrirá paso a un ambicioso proyecto de ampliación vial: una nueva calle 13 con diez carriles, dos de ellos exclusivos para TransMilenio, y una glorieta elevada de tres niveles que debería estar lista en 2030.
De la Hacienda Aranda de los siglos XVI y XIX a la localidad industrial del siglo XXI, la historia del sector refleja el crecimiento acelerado de Bogotá. Lo que fue un paso sobre un humedal y un lugar de descanso para Bolívar se transformó en un motor empresarial y, ahora, en epicentro de una nueva renovación urbana. Puente Aranda sigue siendo fiel a su origen: un territorio de paso, de encuentro y de transformación.
Anuncios.
Anuncios.


