El Da Vinci de Nariño que soñó el primer helicóptero
La historia oficial de la aviación reconoce a nombres como Igor Sikorsky, Juan de la Cierva o Raúl Pateras de Pescara como pioneros del helicóptero. Sin embargo, en Colombia persiste la memoria de un inventor olvidado: Julio César Benavides Chamorro, nacido en Gualmatán, Nariño, el 20 de septiembre de 1892.
De extracción campesina y autodidacta, Benavides ideó el aeromóvil, un aparato que, según sus planos y manifiestos, podía despegar y aterrizar verticalmente, mantenerse inmóvil en el aire y transportar decenas de personas. Su invento anticipaba, en teoría, lo que décadas después sería el helicóptero moderno.
Un pionero incomprendido
Benavides dejó documentos y manuscritos donde describió su invento con precisión. En su Manifiesto ante el patriotismo colombiano escribió: “Consiste mi invento en un aparato para la navegación aérea, que crea un tercer sistema, distinto de los dirigibles y los aeroplanos… Al que he llamado genéricamente aeromóvil”.
Aseguraba que su creación podría revolucionar la aviación mundial y soñaba con que, gracias a su patente, Colombia pagara la deuda externa y se posicionara como una nación progresista. Se negó a vender su proyecto a gobiernos extranjeros, insistiendo en que debía beneficiar únicamente a su patria.
Testimonios y miniaturas
Diversos coterráneos aseguraron haber visto una maqueta en funcionamiento. El sacerdote Julio Coral, el profesor jesuita Felipe Trurzum y los hermanos Moncayo Candia recordaron cómo el aparato en miniatura se mantenía suspendido en el aire, tal como lo describían sus planos.
El rechazo en Bogotá
Cuando viajó a la capital para presentar su invento, Benavides fue tildado de loco y fantasioso. Ante la indiferencia oficial, llegó a encadenarse y hacer huelga de hambre frente al Ministerio de Industria para que lo escucharan. En sus propias palabras: “De Colón, Galileo y Copérnico también se dijo que estaban locos. Así todos. Y, sin embargo, a esos visionarios les debemos los adelantos científicos”.
Un final trágico
Decepcionado, regresó a su tierra natal. El 15 de junio de 1933, el carro en el que viajaba cayó a un abismo y murió. Los planos del aeromóvil desaparecieron y nunca se recuperaron. El único sobreviviente del accidente, el conductor, se suicidó meses después en circunstancias misteriosas.
Para Benavides, su invento era tan natural que solía repetir: “Para mí es más fácil hacer volar el aeromóvil que fabricar un ladrillo”. Pocos años después, el mundo vería despegar los primeros helicópteros producidos en serie.
El mito y la memoria
Inventor, poeta, filósofo, escultor, pintor, fotógrafo y dramaturgo, Julio César Benavides Chamorro fue un polímata nariñense que se adelantó a su tiempo. En su región se le recuerda como el “Da Vinci americano”, y desde hace años se propone la creación de una cátedra en su honor.
Su legado continúa entre el mito y la historia, pero su nombre merece un lugar en la memoria de la aviación y en la identidad cultural de Colombia.
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