Opinión

¿Por qué el alcalde Eder no escucha a los que tiene que oir?

El alcalde de Cali tiene todo para revertir la imagen negativa: escuchar a quienes le conviene y rodearse de funcionarios como Mabel Lara, Roger Mina, Gustavo Orozco

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noviembre 24, 2025
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“Le he pedido al Alcalde que no afloje en la cuestión de seguridad, ojalá me escuchara, infortunadamente no lo hace”.

Esta preocupante aseveración la hizo, en reciente entrevista que le hice para Bravo Y Breve, el exministro de Justicia Wilson Ruiz. Y Wilson, a quien conozco y aprecio, no es persona que se la pase quejándose.

No les quepa duda, si Wilson dice que Alejandro Eder no lo escucha, es porque así ocurre. Es más, sé que en varias ocasiones ha intentado comunicarse con él y Eder ni siquiera le ha contestado el teléfono.

Uno entiende que el Alcalde de Cali es un tipo muy ocupado, con una agenda muy apretada y que debe resolver toda clase de problemas. Pero para los amigos uno siempre debe tener tiempo.

Sobre todo, para amigos como Wilson, que ha sido magistrado y ministro, que ama a Cali  y conoce como pocos el tema de la seguridad. Y que además legítimamente aprecia al alcalde y tiene todo el deseo que le vaya bien.

La mejor muestra del aprecio que Wilson le tiene a Eder es que renunció a su aspiración a la Alcaldía para apoyar la del actual mandatario. Y lo hizo con plena convicción.

Con la crisis de seguridad que afronta Cali, Eder no puede darse el lujo de no escuchar a Wilson, quien le puede hacer recomendaciones muy importantes para afrontar la criminalidad que padece nuestra ciudad.

Por desgracia, Wilson no es el único que se queja de que Eder no lo atiende. Hace unos meses, un cercano asesor del despacho, que renunció a la asesoría que tenía, me decía lo mismo. “Hace tres meses no puedo hablar con el Alcalde”, me comentó esta persona antes de dimitir a su asesoría.

Me ha llamado mucho la atención que el mandatario local no se apoye en personas muy queridas en Cali y conocedoras de los temas de la ciudad, que lo apoyaron en la campaña y tenían toda la disposición de jugársela por la actual administración.

Wilson y el exasesor que mencioné son dos ejemplos de ello. Pero el más representativo es el caso de Diana Rojas. A pesar de que era una de las fuertes aspirantes a la Alcaldía, dio un paso al costado para apoyar a Eder.

Y lo hizo con un entusiasmo único: lo acompañaba en sus desplazamientos, se tomó fotos con él, invitaba a la gente a votar por Eder… Los votos que puso Diana fueron fundamentales para el triunfo del actual alcalde.

Yo supuse que al asumir el cargo, Eder le iba a dar una responsabilidad muy importante a Diana, para que la buena imagen que ella tenía se trasladara a la Administración. Y para que ella pudiera demostrar sus capacidades y, de contera, pudiera profundizar su conocimiento sobre la ciudad.

Mejor dicho, que le diera juego para que ella pudiera convertirse en su sucesora.

Pero para mi sorpresa y para la de muchos, Eder puso a Diana al frente de un programa que sonaba muy bonito pero que no tenía un peso ni era prioritario para la ciudad en ese momento: Cali 500.

Se suponía que la misión de Diana era preparar a la ciudad para su aniversario 500, que se celebrará en el 2036. Pero a Diana había que usarla para que colaborara a solucionar los actuales problemas de Cali y no para los que tendrá dentro de 11 años.

Total, en ese cargo Diana se volvió espectadora de una Alcaldía en la que quería trabajar y no la dejaron. Y perdió toda la visibilidad que tenía.

Como era apenas lógico, terminó por aburrirse y hace unos meses renunció y se fue a estudiar al exterior. ¡Que oportunidad desaprovechó Eder de contar con su equipo con alguien como Diana Rojas!

Desechó la colaboración de gente tan valiosa como Wilson Ruiz y Diana Rojas, Eder no se ha sabido rodear bien

Lo que es más preocupante es que mientras desechó la colaboración de gente tan valiosa como Wilson y Diana, Eder no se ha sabido rodear bien. Su equipo de colaboradores es bastante gris y no tiene ningún escudero que salga a hablar por él y que lo ayude a soportar la carga de la Alcaldía.

De ese equipo rescato a tres funcionarios: El primero, Mabel Lara, que ha hecho un gran papel como “vendedora” de la ciudad, dentro y fuera de ella, aunque a veces da la impresión que le toca trabajar sola.

El segundo, Roger Mina, el gerente de Emcali, un funcionario serio y técnico que ha venido trabajando en silencio para tratar de solucionar los graves problemas que afronta esa entidad.

Pero, sin duda, el funcionario estrella del gabinete de Eder es Gustavo Orozco, el secretario de Movilidad. Gustavo se ha dado a la titánica tarea de poner orden en la caótica movilidad de Cali. Pero además ha adelantado una valerosa tarea de depuración de una dependencia tan permeada por la corrupción como es la Secretaría de Movilidad.

Por supuesto, tocar intereses tan poderosos ha tenido su costo: desde la operación que tuvo que hacerse en una mano, luego de que un motociclista lo arrollara en uno de los operativos de movilidad. Hasta sanciones absurdas de la Personería, entidad que está al servicio de los politiqueros.

En fin. A Eder todavía le quedan dos años en la Alcaldía y lo tiene todo para revertir la imagen negativa que de su gestión poseen muchos ciudadanos y para dejar huella en la ciudad. Pero para ello es fundamental que comience a escuchar a los que le conviene oir, no pararle bolas a los que no aportan y rodearse de más funcionarios como Mabel, Mina y Orozco.

Del mismo autor: Los bombardeos de Groucho Petro

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