Si uno es hijo del presidente de la República, comete actos de indelicadeza, de posible corrupción, de peculado, interés indebido en celebración de contratos del Estado, de tráfico de influencias, falsedad o cualquier cosa de esas que se le atribuyen a Nicolás Petro (NP) en su paso como diputado a la Asamblea del Atlántico y por otro lado en actuaciones sobre dineros de la campaña electoral de su padre, claro que es un riesgo para la sociedad.
Si uno es hijo de presidente y primero dice reconocer y querer enmendar y luego dilata el proceso para que todo pase como si nada, como es la costumbre en este sistema judicial, claro que es un peligro.
Si como diputado y siendo hijo de presidente defrauda la confianza pública, si actúa como o pareciéndose a un corrupto, si va desfachatado luciendo privilegios, por supuesto que es un peligro para la sociedad (entendiendo que peligro es todo acto que pueda causar daño), porque esta es una sociedad pobre, desigual, inequitativa, afectada por la corrupción y la violencia extremas, y el hijo del presidente que plantea ser gobierno del cambio y combatir las fórmulas del viejo país repartidor de prebendas a poderosos no puede ser o parecer pieza del mismo hediondo engranaje.
Ojalá quede claro para los lectores que esta no es una inculpación contra el presidente ni su gobierno. Es solamente una reflexión acerca del dudoso y lesivo papel de alguien (NP) que debería dar algún ejemplo y descarnadamente está investigado por haber dado todo el ejemplo contrario.
Y no se diga que los hijos de López o de Uribe o todos los hijos de todos presidentes han tenido privilegios y se han lucrado con mejores posibilidades que otros del cargo de sus padres, porque aunque eso tenga de cierto, tomarlo como excusa equivaldría a seguir mimetizando más y más la corrupción de este país que se deshace entre rapiña.
Es un riesgo para la sociedad quien abusa y empobrece, quien se parapeta en el poder público para hacer daño
Desde luego, una cosa es la verdad judicial, los tecnicismos, y otra la legitimidad real. De modo que la Procuraduría puede decir que Nicolás Petro no es un peligro para la sociedad, como lo ha sostenido ese organismo de control para que aquel no vaya a la cárcel, aduciendo que no ha buscado fugarse o que nada dice que repetirá aquello de lo que se le investiga. Pero lo cierto, en términos reales, es que vaya o no a la cárcel, es un riesgo para la sociedad quien abusa y empobrece, quien se parapeta en el poder público para hacer daño, es un peligro para la sociedad todo el que se lleve a su bolsillo de algún modo el presupuesto público en un país rico, o en este vuelto física …. desde hace muchos años.
Leí recientemente que a un pobre hombre de 85 años le impusieron una enorme multa en una ciudad inglesa por escupir al piso pese a que estaba atorado, un verdadero un absurdo moralista. Pero ya es hora de que los que andan escupiendo a la cara de esta sociedad no sigan pasando por “no peligro para la sociedad”, porque no se han volado o todavía no han intentado volarse.
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