El 30 de mayo de 2025 fuerzas de tarea antinarcóticos capturaron al colombiano Elías Heriberto Bravo Tobar, de 66 años, en Saint Ouen-l’Aumône, en el departamento de Val-d’Oise, a las afueras de París (Francia). Desde entonces emisarios del tenebroso cartel mexicano de Sinaloa se han acercado en por lo menos dos ocasiones a la cárcel donde está confinado con el propósito de asesinarlo.
De acuerdo con un informe de la Unidad Investigativa del diario El País de Cali, Bravo, oriundo de El Cerrito, Valle del Cauca, no registra antecedente penal alguno en Colombia e incluso es recordado por quienes lo conocen como emprendedor dedicado a la venta de insumos para una empresa de telefonía y de productos típicos de su departamento.
Jamás se ha visto envuelto aquí en líos judiciales, porque ha llevado en público una vida pacífica, salvo por una demanda al Municipio de Cali por haberle pagado dos predios heredados de su padre a precios muy por debajo de los del mercado para abrirle paso a una obra pública.
Sin embargo, fuera de la mirada de quienes lo reconocen como un hombre de buenas maneras y atento con sus vecinos en el sur de Cali, trabajaba subrepticiamente como ‘cocinero’ o refinador de cocaína para la organización creada por Joaquín ‘Chapo’ Guzmán, que purga una condena en Estados Unidos, e Ismael ‘El Mayo’ Zambada, detenido en Texas en 2014.
Puede enterarse aquí del Cartel de Sinaloa
Sus actividades y contactos lo han hecho depositarios de secretos que el cartel mexicano no quiere que se sepan ni en Francia, ni el resto de Europa ni en ninguna latitud. Por eso estaría buscando acallar su voz para siempre.
El contacto permanente de Bravo con los mexicanos fue reconfirmado el día de su captura cerca a París. En el apartamento donde se ocultaba, en una localidad a 30 kilómetros de la capital francesa, tenía instalado un router wi-fi que utilizaba para sus frecuentes comunicaciones.
De hecho, los organismos de inteligencia franceses lo ubicaran mediante un rastreo telefónico y agentes de la Oficina de Lucha contra las Drogas (Ofast 78), de la Policía de Versalles lo sorprendieron en plena vía pública.
Ahora este hombre, hijo de un exoficial de la Policía y formado como tecnólogo en ingeniería del Centro Colombiano de Estudios Profesionales CCEP, busca ser extraditado a Estados Unidos, donde podría esperarle penas muy altas que él preferiría purgar antes que ser asesinado. Llevaba consigo 3800 euros en efectivo, tres teléfonos con simcards colombianas y documentación que ofrece pistas sobre su relación directa con el tráfico de cocaína.
Allí integraba una red operaba con intermediarios locales, ciudadanos franceses, para consolidar su actividad en territorio europeo.
“El sufrimiento y el dolor de la familia es inmenso por lo que pueda ocurrir con él en esa cárcel parisina. Por eso es urgente que el Gobierno de Francia autorice cuanto antes su extradición a Estados Unidos, ya que su vida corre peligro en el centro de detección en el que se encuentra”, declaró una de las fuentes consultadas por el diario caleño.
Desde el momento de su captura por parte de la justicia francesa hasta la fecha, Bravo Tobar ha permanecido bajo detención provisional mientras se desarrolla su extradición. Sin embargo, el proceso puede demorar varios meses más, lo que podría facilitar que el cartel logre su propósito. Y justamente esa es la angustia que a diario sienten sus seres queridos.
En Francia, la extradición está regulada principalmente por el Código de Procedimiento Penal y los tratados internacionales firmados con los demás países. La solicitud debe pasar primero por la Fiscalía, luego por una Corte de Apelaciones y la decisión final, cuando se surtan esas etapas, queda a cargo del primer ministro.
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