Tal vez eso no sucede en matemáticas, pero sí en el manejo de los problemas. Es más: del orden de los factores depende el resultado.
El peor problema que enfrenta Colombia es el de la violencia que se manifiesta a través de la delincuencia. Y estos, tanto la delincuencia como la violencia que se retroalimentan a través de la cadena del negocio de la droga, son el producto o resultado del orden de los factores.
El tema o primer factor hoy sería el manejo de las políticas antidroga y el porqué el desarrollo parece un problema insoluble.
Se ha tomado como política central la determinación de los gobiernos americanos de “tolerancia cero”. De ahí se deriva el intento de acabarlo atacando la producción; y el diagnóstico de responsabilidad en los ‘países productores’ con la culpabilidad de quienes dentro de esos países acaban dedicándose a esa actividad; en parte en los traficantes exportadores y en últimas en el último renglón de la cadena, en el campesino productor..
Pero si se estudia como factor dinamizador el hecho de que la ilegalidad es el que da valor agregado a esa actividad, es decir más causa que consecuencia del problema, y como primer factor el hecho de que la adicción a un vicio no es erradicable sino solo regulable, es decir que depende de la naturaleza humana, todo muestra que una lógica de manejo diferente permite visualizar resultados contrarios, es decir que permitirían reducir esos flagelos.
La aceptación de lo inevitable del consumo haría recaer en las políticas anticonsumo la responsabilidad de combatir el problema.
Esto a su turno trasladaría a los Estados Unidos, por su tendencia a ser consumidores, la culpabilidad de que el problema mismo exista.
Se centrarían las políticas y las estrategias en lo que hoy parece no importar, es decir el control sobre los niveles de consumo en ese país.
Lo podrían seguir entendiendo como un problema de salud pública, porque en realidad lo es, pero no por culpa de las drogas, sino por la tendencia de los norteamericanos a buscarlas. El problema no está en que existan materias primas que tengan características adictivas. De éstas hay una gama infinita en la naturaleza que incluye el tabaco, los diferentes alcoholes, etc,. Y también desarrollos químicos como los barbitúricos y las diferentes drogas de prescripción restringida.
No existiría posibilidad de solución por la vía de las erradicaciones, cualquiera que sean sus modalidades
Sería claro que no existiría entonces posibilidad de solución por la vía de las erradicaciones, cualquiera que sean sus modalidades. Y dejaría de recaer sobre el productor de la materia prima (cannabis, coca, amapola) el estigma de ‘envenenar’ al inocente americano, y sería injustificable el declarar la ‘guerra al narcoterrorismo’ bajo la forma de castigar a los países que responden al mercado que crean allá.
Si hacemos el análisis renunciando a tener como primer factor de decisiones el buscar dar gusto o someternos a las políticas americanas y lo cambiamos por el cómo acabar con el problema de la droga, nos encontraremos con resultados diferentes a lo que vivimos: la condición de ilegalidad disminuiría como incentivo, puesto que bajarían las utilidades que produce; se propiciaría una regulación para insertar su tratamiento en un marco legal compatible con un escenario de paz, con una disminución de la violencia y la delincuencia; la relación misma con Estados Unidos sería algo menos tensionante o de sumisión al girar alrededor de la responsabilidad compartida.
Infortunadamente la dificultad mayor es que es probable que no cambiaria el intervencionismo gringo, o se desarrollaría alrededor de otro pretexto pues siempre lo encontrarán como hasta ahora lo han hecho.
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