El eterno reencauche de Fajardo, un tipo tibio pero con buenas ideas

Una mirada crítica a Sergio Fajardo: coherente y académico, pero marcado por su tibieza en 2018, frente a un escenario político polarizado y decisivo nacional

Por: Germán Peña Córdoba
diciembre 18, 2025
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El eterno reencauche de Fajardo, un tipo tibio pero con buenas ideas

Reencauchar a Sergio Fajardo en momentos en que la ultraderecha tiene por candidato al rábula, vocinglero y charlatán no es una mala idea. No votaría por Fajardo, pero indiscutiblemente es un tipo coherente con sus ideas, que lo han llevado a candidatizarse por tercera vez. Aunque no es de mis afectos políticos, Sergio Fajardo es, indudablemente, un candidato diferente al monotemático, cuentero y rábula candidato de cuyo nombre no quiero acordarme. Sergio Fajardo es un intelectual, como lo es Iván Cepeda: destacado, serio, honesto y, ante todo, un académico de las ciencias exactas. Lo valoro en su verdadera dimensión.

Ha sido fiel y consecuente con los principios que rigen su carrera política. Le huye al ambiente polarizado, pero brinda propuestas serias en lugar de atacar permanentemente a Petro como único recurso. Es ecléctico y dubitativo; quizá por lo anterior es etiquetado como tibio. En política, un personaje tibio es aquel que, en su ambigüedad, sigue fielmente al armadillo encima de la palma de coco: ni se sube ni se baja, ni se queda allí tampoco. “Ni fu, ni fa”, diría mi abuela Petrona Oliveros cuando alguien tiene dificultades para definirse. Su máxima tibieza se manifestó en momentos decisivos de un histórico desenlace electoral, donde se decidía el rumbo del país.

Corría el año 2018 y Fajardo no pasó a segunda vuelta. La elección se decidiría entre Gustavo Petro e Iván Duque. Gustavo Petro llenaba todas las plazas y su simpatía política era arrolladora. Aparte de un supuesto fraude que en realidad pudo fraguarse, el apoyo que podía brindar el candidato perdedor, es decir, Fajardo, era fundamental para definir el galimatías electoral del momento. ¡Fajardo se desentendió! No tuvo la grandeza que exigía el momento histórico. Esa misma tibieza lo condujo al mar Pacífico a avistar ballenas y presenciar el nacimiento del pequeño gigante ballenato, mientras, por su culpa, la tesitura política se desarrollaba en contra de lo deseado por las fuerzas progresistas, que naufragaron en las aguas fétidas de un dudoso resultado. Las incipientes redes sociales explotaron con la crítica a ese comportamiento de tibieza pura del entonces candidato Fajardo.

Este imperdonable episodio lo marcó. Sus detractores y sus procesos jurídicos le adjudican hechos donde la palabra gobernabilidad es alterada y se desplaza a la llamada “Donbernabilidad”, que viene de Don Berna, un capo de las estructuras mafiosas antioqueñas. Hoy, Don Berna paga una larga condena en el país del norte. La “Donbernabilidad” trata de supuestos arreglos por debajo de la mesa con la delincuencia organizada, con el fin de presentar una baja en la tasa de homicidios en Medellín. Otros hablan de irregularidades en la construcción del túnel del Toyo o de la represa de Hidroituango, siendo Fajardo alcalde y gobernador de Antioquia.

Hablar de Iván Cepeda es hablar de una persona con una trayectoria limpia y pura. Diáfano y transparente, no se le ve mácula ni tacha alguna en su trasegar político. Hablar mal de Cepeda es un contrasentido que raya con la absoluta desinformación. Su padre, Manuel Cepeda Vargas, y su madre, Yira Castro —un barrio del Distrito de Aguablanca, en Cali, lleva su nombre en honor a ella— fueron víctimas del paramilitarismo: él fue asesinado siendo senador de la Unión Patriótica en el pogromo contra la UP; Yira, luchadora incansable por las causas populares, falleció a causa de un cáncer prematuro. Sus padres fueron fieles a su ideología y vivieron al servicio de las comunidades más pobres.

Casi 20 años en el Senado le dan a Iván una experiencia excepcional y una inconmensurable autoridad moral para enfrentar cualquier amenaza con el fin único de destruirlo. La extrema derecha apelará a su conocido libreto calumnioso, pero el tiempo irá decantando la seriedad de su candidatura.

En este océano de indecencia en que navega la política colombiana, Iván Cepeda y Sergio Fajardo serán una bocanada de aire fresco. Son dos políticos colombianos decentes que podrán ganarse el favor del pueblo colombiano con su voto. Será el 2026 un duelo de dos titanes en una segunda vuelta que adecentará la política colombiana. El orden natural de las cosas indicará lo más conveniente. El resultado será contrario a las candidaturas que gozan proponiendo trasnochados incendios, que hoy ya el pueblo colombiano no desea.

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