Casa de subastas Bogotá Auctions
En la esquina de la carrera 11 con calle 70 está ubicada la casa de subastas Bogotá Auctions. La subasta comenzaba a las 8 de la noche, pero desde las 7:30 un pequeño grupo de personas vestidas con smoking empezaron a entrar a la casa.
En la entrada todos hicieron el debido registro para recibir la paleta con un número que los identificaba a la hora de querer participar por cada una de las obras que se iban a subastar.
En el primer piso de la casa estaban exhibidas todas las obras que iban a ser subastadas, la sensación de la noche era un cuadro de Débora Arango que, según decían, nunca antes había sido puesto en venta.
En una mesa había las suficientes copas de vino para que todos los asistentes calentaran motores antes de que arrancara la subasta. Los elegantes asistentes murmullaban mientras recorrían el primer piso mirando toda la galería de obras exhibidas. Todos daban la impresión de que ya sabían con anticipación por cuál obra iban a pujar.
Los trabajadores del lugar avisaron que la subasta estaba pronta a comenzar e invitaron a todas las personas a seguir al salón de subastas. Inmediatamente, todos subieron la serpenteada y angosta escalera hasta el tercer piso, donde se encuentra un salón pintado de blanco para disimular su estrechez.
La subasta empezó de forma súbita con un lote del artista colombiano Darío Morales que tenía un precio de salida de $1’000.000. En la sala nadie levantó la paleta, los asistentes virtuales, los cuales están conectados por llamada con unos trabajadores del lugar que se encargan de pujar por ellos en el salón, tampoco dieron muestras de interés por el ejemplar de aguatinta sobre papel. Luego pasaron otro par del mismo rango que pasaron sin comprados.
La tensión de los asistentes trepó como montaña rusa cuando anunciaron el lote 11 correspondiente a un cuadro de la antioqueña Débora Arango, titulado Desnudo Leyendo, pintado en 1999. El precio de salida era de $8.000.000, pero como un caballo desbocado se empezaron a levantar las paletas de los asistentes hasta que se saltó la barrera de los $15.000.000 y el cuadro fue finalmente llevado por un precio de $17.000.000. Sin embargo, no fue una suma exorbitante si se compara con obras de Fernando Botero que han alcanzado un precio de $280.000.000.
Para aquella ocasión, la colección de obras que estaba subastando Bogotá Auctions se encontraba repleta de cuadros de arte abstacto, donde cada uno llamaba la atención por su particular sencillez que no parecía coincidir con sus elevados precios. Como fue el caso del lote 67, una serigrafia sobre papel del artista Santiago Cárdenas, titulada Gancho, en la que se apreciaba un gancho de ropa metálico sobre un fondo blanco. El cuadro tuvo un precio inicial de salida de $800.000, en la sala hubo tremendo alboroto y el precio del gancho de ropa empezó a subir raudo como espuma, hasta que un comprador telefónico se lo llevó por la suma de $2.800.000.

Casa de subastas La Independencia
En la empinada calle 29 # 6-12, en el barrio La Macarena, está ubicada la conocida casa de subastas La Independencia. En La Independecia los asistentes son recibidos por un amplio salón que comparte espacio con las obras de arte y las sillas puestas para el público. Además, si el primer piso se llena, los espectadores pueden acomodarse en el segundo piso, donde también se van a encontrar con el resto de los lotes que van a ser subastados.
En la oferta de la casa de subastas La Independencia se encontraban varias obras que también fueron subastadas en Bogotá Auctions. No obstante, La Independencia contaba para ese momento con la subasta de un catálogo variado en el que se ofrecían cuadros de Salvador Dalí, un cuadro de arte urbano del artista bogotano Toxicómano y una foto de un tranvía prendido en llamas en el bogotazo, el cual se convirtió en uno de los lotes estrella de la noche, pues tenia un precio de salida de $100.000 y generó tal algarabía en los asistentes que alcanzó un precio final de $1’800.000.

Otra de las estrellas de la noche fue el lote 10, una serigrafia sobre tela del artista colombiano Antonio Caro, en la cual se hace una crítica mordaz a la invasión de la cultura estadounidense en nuestro país. El lote fue ofertado en $8.500.000 y cerró en $10.000.000 luego de una emocionante disputa entre dos asistentes de la sala.
En general, la dinámica de la subasta en las dos casas de apuestas es el mismo. Se abre un precio de salida y las personas interesadas van subiendo el precio cuando levantan las pequeñas paletas. La diferencia de los dos recintos se basaba en la oferta de obras a subastar, por un lado, más abstractas y desconocidas, por el otro, mucho más populares y conocidas, pero no por eso menos exclusivas. Aunque cabe aclarar que esto no encasilla al tipo de arte que ofrece cada casa, pues en cada subasta hay una colección completamente diferente a la anterior. Por ejemplo, en Bogotá Auctions también hay subastas de libros y de ropa.
Al finalizar la noche, cuando ya se ha dado el último martillazo, se nota la satisfacción de quienes consiguieron encontrar en una pieza de papel o de lienzo una pequeña victoria. Entonces, se dirigen a firmar el contrato de compra de la obra que se llevaron. Allí les hacen un ajuste que sube el precio de la obra en un 20% al que se cerró con el martillo, que corresponde a la comisión que cobra la casa, adicional al impuesto por IVA.
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