Recorrió México, Italia, Centroamérica y Colombia sobre su cicla, pero una mala decisión terminó empañando una carrera que prometía quedar en la historia grande del ciclismo colombiano. Durante la década de los setenta, el país vio imponerse a figuras como Rafael Niño, José Patrocinio Jiménez y, por supuesto, Martín Emilio “Cochise” Rodríguez. Aunque Cochise fue reconocido como pionero por sus triunfos en el Giro de Italia, hubo otro colombiano que logró vencerlo en una de las carreras más importantes de Latinoamérica: el hoy poco recordado Carlos Julio Siachoque, conocido como el Loco.

Oriundo de Bucaramanga, pero con raíces familiares en Boyacá, Siachoque logró su primer gran palmarés en la Vuelta a Santander de 1973. Ese triunfo lo puso en el radar de un deporte que ganaba cada vez más popularidad en Colombia. Desde entonces, su presencia en competencias nacionales e internacionales se volvió recurrente. A Carlos se le vio en la Vuelta al Táchira, la Vuelta a Colombia, la Vuelta a Guatemala, el Clásico RCN, además de pruebas en Italia y distintas competencias en México.
El Loco descrestó al mundo del ciclismo en 1974, cuando se impuso en el Clásico POC, superando a figuras europeas como Felice Gimondi y José Manuel Fuente. Aquella victoria no solo lo consagró a nivel internacional, sino que tuvo un ingrediente especial: también venció a su amigo Martín Emilio “Cochise” Rodríguez, uno de los pedalistas más emblemáticos en la historia del país.
Sin embargo, su título más recordado llegó en 1981. Con 32 años y cerca del retiro, se coronó campeón de la Vuelta al Táchira. Aunque no partía como líder del equipo sino como gregario, como él mismo ha señalado en distintas ocasiones, el logro tuvo un valor mayor. En esa carrera fue clave el trabajo de Navarro, conocido como Condorito, quien ayudó a que Siachoque rematara al soviético Alexander Gusiatnikov.
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Aquella victoria le permitió embolsillarse más de cincuenta mil dólares de la época. Apenas tres años después, en 1984, anunció su retiro del ciclismo profesional y su vida tomó un rumbo completamente distinto. Fue entonces cuando dejó atrás la competencia y comenzó a involucrarse en otros negocios.
De triunfar cocomo ciclista en el mundo a terminar encerrado en una cárcel en Ubaté
Tras abandonar el ciclismo, intentó ejercer como entrenador durante un tiempo, pero esa faceta nunca prosperó, en parte por el fuerte temperamento que siempre lo caracterizó. Era un hombre disciplinado y exigente, cualidades que le abrieron la puerta a una oferta laboral inesperada: manejar ganado. Aunque no era un oficio que conociera, no dudó en asumirlo.
Según ha revelado el propio exciclista, pasó luego por otros negocios hasta terminar encargado de las relaciones públicas de un nuevo jefe. Sabía que era la mano derecha de un capo de la época y, fiel a su palabra, siempre cumplía. Nunca reveló públicamente los nombres de esas personas, pero siempre insistió en que actuaba como un hombre correcto. Hasta que todo se vino abajo.
El 22 de noviembre de 1996, la Policía Nacional realizó un allanamiento en la casa de Siachoque, ubicada en el barrio San Antonio, al sur de Bogotá, como parte de la Operación Triángulo. En el lugar se encontró una tonelada de cocaína de alta pureza, camuflada entre bultos de café. Según versiones de la época, el cargamento tendría un valor superior a los 28 mil millones de pesos.

Cerca de 60 agentes antidrogas acordonaron la zona y registraron cada uno de los pisos del inmueble, hallando la droga que, de acuerdo con las autoridades, iba a ser transportada hasta Buenaventura para luego salir rumbo a México y, finalmente, a Estados Unidos.
Carlos Siachoque se entregó el 18 de septiembre de 1998, asumiendo su responsabilidad como dueño de la droga incautada. Nunca supo quién fue el juez que lo sentenció, por razones de seguridad, ni quién lo delató, aunque siempre dijo tener algunas pistas. Fue condenado a nueve años de prisión, aunque algunos medios señalaron que la pena habría sido de seis.
Finalmente, solo cumplió 33 meses de cárcel en el penal de Ubaté y quedó en libertad el 6 de agosto de 2001. Desde entonces, poco se ha sabido de su vida. Montó un negocio de bicicletas y repuestos en el barrio Santa Isabel, que aún funcionaba en 2015, aunque con poca afluencia de clientes. Volvió a subirse a la cicla e incluso compitió en 2012 en la Vuelta a Colombia Senior Master.
Así transcurren hoy los días de un hombre que supera los 65 años, un ciclista que hizo historia en las carreteras de América y Europa, pero cuyo nombre quedó marcado por el narcotráfico. Un pedalista que intenta dejar atrás ese capítulo oscuro para que su memoria esté ligada, ante todo, a sus triunfos sobre la bicicleta.
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