Poca asistencia y divisiones
Con gastos multimillonarios por parte del gobierno colombiano, Santa Marta fue escenario de la Tercera Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, y la Unión Europea. Solo asistieron doce jefes de Estado, incluyendo a Colombia, dos del Caribe y cinco de la Unión Europea. De Centroamérica solo asistió Belice. Otros 40 países enviaron representantes de menor nivel. La alta comisionada de la Unión Europea no asistió argumentando la falta de asistencia de jefes de Estado. Los principales países europeos con los cuales la región tiene relación en materia de inversiones y comercio no estuvieron presentes. De los europeos, la presencia más significativa fue de España, Portugal y los Países Bajos. Estuvieron países sin mayor importancia comercial o en materia de inversiones como Croacia, Barbados, Guyana, Belice y San Cristóbal y Nieves.
La Celac enfrenta grandes divisiones en su seno y estuvo muy distante de presentar posiciones comunes en temas cruciales. Nicaragua y Venezuela no suscribieron la declaración final, que se limitó a adoptar formulaciones generales y de compromiso con frases retóricas invocando el multilateralismo, la transición energética, el acatamiento a las decisiones de las Naciones Unidas, la resolución pacífica de los conflictos, la cooperación, la autonomía regional y otros lugares comunes.
Sin embargo, en los debates se pudo apreciar una gran división en la parte latinoamericana, pues unos países condenaron las acciones estadounidenses en el Caribe, pero otros, principalmente los del Caribe, pero también Republica Dominicana, Costa Rica y Panamá, enfatizaron la necesidad de cooperar con Estados Unidos en materia de seguridad y lucha contra el narcotráfico, lo cual indica que están de una u otra manera, o cómodos, o en una posición de tolerancia ante las acciones estadounidenses.
Brasil y Argentina manifestaron críticas a los condicionamientos de la Unión Europea en materia ambiental calificándolos de proteccionismo verde, posiciones que mantienen en suspenso la ratificación del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur. Los países que tienen tratados de libre comercio con la Unión Europea no hicieron ningún reparo ni mención a los mismos.
Aunque no hubo ninguna formulación de condena a las acciones israelíes en Gaza, tres países, Argentina, Ecuador y Paraguay, se distanciaron de lo acordado, colocándose aún más lejos de la Unión Europea y dejando ver su alineamiento con Israel y con la política estadounidense.
La Unión Europea dejó una constancia de condena explícita a Rusia en la guerra en Ucrania, pero Venezuela y Nicaragua no aceptaron ninguna formulación en tal sentido.
La Unión Europea no presentó mayores diferencias internas y su objetivo claro era fortalecer sus inversiones y su comercio con la región, especialmente en materia de minerales, preservar su carácter de primer inversionista por encima de Estados Unidos y concretar su proyecto Global Gateway, que promete invertir cerca de US 50 mil millones en América Latina y el Caribe hasta 2027, frente a la inversión acumulada de China, que suma aproximadamente 200 mil millones y con préstamos que superan los 138 mil millones. El músculo financiero de Europa es mucho menor y sus gastos en la guerra en Ucrania limitan su capacidad. Para hacer atractiva sus inversiones, reemplaza la carencia con frases sobre la democracia y se presentó como una zona que comparte con América Latina principios democráticos.
La sociedad civil en la Cumbre
Como es usual en estas cumbres, el país anfitrión organizó una cumbre social, denominada Celac Social, con decenas de organizaciones afines a las políticas del gobierno y que se convirtieron en un coro de aplausos. No fueron incluidas organizaciones independientes o críticas.
La declaración de la cumbre social incluyó temas que no fueron tocados por la cumbre oficial como las migraciones, pero también remarcó asuntos como la preservación de los derechos humanos, la soberanía regional, la crítica al extractivismo, el respeto a los territorios y la ratificación de América Latina y el Caribe como territorio de paz. A diferencia de la cumbre oficial, condenó explícitamente las acciones estadounidenses en el Caribe y los tratados de libre comercio, posiciones que no tuvieron eco en la Declaración Oficial de la Cumbre.
La Celac Social expresó un cerrado apoyo a las políticas del gobierno colombiano, incluyendo un exótico plan para recoger firmas en todo el continente para una constituyente que ni siquiera se ha convocado en Colombia y cuyo trámite supone un acuerdo nacional que no se está buscando y pasar por el Congreso que apenas se elegirá en marzo próximo.
Petro extendió su propuesta a una constituyente regional no citada desde los gobiernos sino desde los pueblos, propuesta que nadie tomó en serio, lo cual evidencia que la III Cumbre formó principalmente parte de la campaña electoral dirigida a su auditorio interno, más que un esfuerzo por cohesionar a la Celac o lograr mayor equidad en las relaciones con Europa. Fue en suma un paso fallido para presentar a Petro como un líder global.
La prensa regional del continente no concedió mayor importancia a la Cumbre y destacó la falta de unidad en la Celac, el escaso interés europeo, la falta de resultados concretos y la utilización de ella por parte de Petro para su conflicto con Estados Unidos, tema ante el cual no hubo mayores opiniones.
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