Cada vez que el Cacique de la Junta sonreía, brillaba en su dentadura un diente con incrustación de diamante. El objeto de lujo, que cumplió la función de prótesis tras la caída de uno de sus incisivos centrales, convirtió una sencilla solución odontológica en un símbolo de estatus. Cada vez que Diomedes se presentaba en vivo, aquella joya reflectiva deslumbraba al público. Este accesorio dental, aunque parecía novedoso en la época, tiene una historia milenaria.
En América, se han encontrado restos humanos con incrustaciones de piedras preciosas en los dientes que se remontan al siglo X, época donde la cultura maya aún era una de las civilizaciones mesoamericanas más relevantes. En aquel entonces, las gemas protagonistas eran el jade, la turquesa y la pirita.
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A pesar del valor de estas joyas, no era un accesorio único para las élites; los niños también recibían uno de estos ejemplares. Algunos estudios arqueológicos han demostrado que estas prácticas no solo estaban asociadas al embellecimiento dental, sino también a cuestiones espirituales y medicinales. En ciertos casos, las piedras se colocaban con la creencia de que podrían proteger al portador de enfermedades o malos espíritus. La técnica de incrustación dental era tan precisa que, incluso con las herramientas rudimentarias de la época, los dientes no se fracturaban ni sufrían daños significativos, lo cual demuestra un avanzado conocimiento en prácticas odontológicas ancestrales.
Pero no fue hasta 1980 que esta práctica tomaría un giro inesperado en la creciente cultura Hip Hop en Estados Unidos. Ubicados socialmente en la Guerra Fría y en plena diáspora africana, la forma más fácil para salir de las dificultades económicas era vendiendo oro. Fue así como, poco a poco, tener dientes de oro se estableció como una declaración de riqueza entre tanta pobreza. Lo que comenzó como una respuesta a la opresión económica y social, se transformó en un grito visual de resistencia, éxito y reconocimiento.
Hasta que en 1996, la moda explotó: los raperos más reconocidos de Norteamérica empezaron a lucir sus joyas dentales y la tendencia se replicó en celebridades pop. Artistas como Flavor Flav, Lil Wayne, Nelly y Kanye West convirtieron estos accesorios en parte fundamental de su imagen. El fenómeno trascendió el género musical y se instauró como un elemento visual clave en videoclips, sesiones fotográficas, alfombras rojas y portadas de revistas. Desde entonces, los grillz, como se les conoce popularmente, han evolucionado en diseño y significado.
Figuras como Rosalía, Johnny Depp, Maluma, Justin Bieber, Feid, J Balvin, Madonna, Peso Pluma y Bad Bunny son algunos de los famosos que se han unido a esta tendencia estilística mundial. El valor de estos aparatos puede ascender hasta a 800.000 euros, unos tres mil seiscientos setenta millones de pesos colombianos. No solo se trata de una inversión estética, sino también de un gesto de individualidad. Muchos artistas encargan piezas únicas y personalizadas, con patrones grabados, iniciales o símbolos que representan sus raíces, creencias o logros personales.
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Cómo se hacen y dónde se fabrican en Colombia
El proceso para realizar grillz es relativamente sencillo. Al igual que cuando se moldean aparatos odontológicos, los fabricantes de joyas dentales realizan réplicas exactas de los dientes de cada cliente. Luego, esta construcción se convierte en un molde de cera, donde se vierte el metal elegido, ya sea plata, acero u oro, y luego se perfeccionan los detalles.
Es por esas pequeñas variaciones que cada joya dental tiene un costo diferente. Algunos eligen incrustar esmeraldas, otros diamantes, y los más osados hasta cerámicas. También existen piezas decoradas con oro blanco, platino, rubíes o zafiros, y algunas incorporan mecanismos para abrirse o cambiar de color con la luz.
En la capital, estas piezas pueden realizarse en distintos lugares como en Bogotá Grillz y en Serenity Courage Wisdom. Los accesorios vienen en distintos modelos y varían dependiendo la personalización, el modelo y el material que se elija. Algunos ofrecen incluso servicios a domicilio y asesoría en diseño, permitiendo a los clientes participar activamente en la creación de su pieza dental de lujo. Este detalle ha convertido la adquisición de grillz en una experiencia artística y exclusiva, donde la boca se transforma en un lienzo de lujo.
Así, lo que comenzó como una solución funcional o expresión cultural ancestral, hoy en día se consolida como un fenómeno global que une historia, moda, identidad y tecnología. Una sonrisa ya no solo es una muestra de alegría, también puede ser un espejo de poder, arte y estilo.
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