“Lo estoy viendo acá lejísimos, pero uy parce, qué momento tan único”, dice con voz contenida de emoción el biólogo y creador de contenido Felipe Cárdenas, conocido por su parecido con el actor Timothée Chalamet. Esta vez, el protagonista no era él, sino un oso de anteojos que apareció entre la neblina del páramo, moviéndose con la calma y la majestad propias de un guardián antiguo del bosque alto andino.
En el video, el animal se pasea con naturalidad por su hábitat. Nadie intenta acercarse. Ni Cárdenas ni los integrantes de Arte y Conservación, el grupo que lo acompaña, rompen la distancia que impone el respeto por la vida silvestre. Desde lejos, la cámara capta la figura del oso de anteojos mientras recorre el terreno húmedo y frío, una escena que parece suspendida en el tiempo.
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La grabación, que supera las 50 mil reproducciones en Instagram y TikTok, despertó la fascinación de los usuarios. Muchos celebraron la belleza del animal y la serenidad del encuentro, otros confesaron su deseo de visitar los páramos colombianos para presenciar algo similar.
@felipedendron Este es probablemente nuestro encuentro más especial del año, con el guardián del páramo y los bosques andinos. El Oso andino, Oso de anteojos, Oso frontino o Tremarctos ornatus es el único sobreviviente de un linaje de osos del pasado, a su vez el único que tiene a Suramérica como hogar. Desde Venezuela hasta Bolivia podemos encontrarle, aunque enfrente problemáticas como la fragmentación de sus hábitats, cacería, atropellamientos y conflictos con el desarrollo humano, sigue siendo un ejemplo de resistencia en los territorios que habita. Esta es una oportunidad para recalcar el valor de ver estos organismos en la naturaleza ejerciendo sus roles ecológicos. Conozcámoslos para conservarlos y a su vez amarlos. Registros tomados por @arteyconservacion_ #biodiversidad #animales #colombia #paramo #oso ♬ Epic uplifting music - Makoto Hiramatsu
Según los expertos de Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNN), solo en el Macizo de Chingaza podrían habitar entre 50 y 128 ejemplares de esta especie. La cifra es significativa si se considera que el Tremarctos ornatus, conocido comúnmente como oso de anteojos, se encuentra amenazado por la caza furtiva, la ganadería extensiva y la expansión agrícola.
Aun así, el panorama no es del todo pesimista. Gracias a los esfuerzos de conservación de los PNN y de diversas organizaciones ambientales, hoy existen proyectos dedicados a su preservación. Entre ellos destacan las campañas pedagógicas que enseñan a las comunidades locales la importancia del oso de anteojos para el equilibrio de los ecosistemas y la necesidad de proteger el páramo, fuente vital de agua para millones de colombianos.
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Por eso, desde distintos páramos del país se promueven visitas guiadas que permiten a los ciudadanos aportar activamente a la preservación del oso de anteojos y de otras especies nativas, a través del turismo responsable. Uno de los destinos más recomendados por los biólogos es el Parque Nacional Natural Chingaza, en el departamento de Cundinamarca, un santuario de niebla, montañas y lagunas que guarda algunos de los secretos mejor conservados de la biodiversidad andina.
Durante el recorrido por Chingaza, los visitantes pueden aventurarse por senderos ecológicos que atraviesan el Bosque de la Niebla y los páramos andinos, hábitats donde es más probable avistar osos en su entorno natural. Entre las rutas más destacadas están la Laguna de Buitrago, la Laguna de Chingaza y el sendero Laguna Seca, cada una con paisajes que revelan la majestuosidad del ecosistema alto andino. El costo de ingreso varía según si el visitante es nacional o extranjero y el tipo de transporte utilizado para acceder a la zona protegida.
Además del avistamiento del oso de anteojos, el parque ofrece experiencias complementarias como la observación de aves, el senderismo, las caminatas ecológicas y la observación estelar, ideales para quienes buscan una conexión profunda con la naturaleza.
Un poco más al oriente, el Parque Nacional Natural Los Nevados se levanta como otro escenario imperdible. Allí, entre glaciares, frailejones y cumbres blancas, también es posible cruzarse con este mamífero emblemático de los Andes. Por tratarse de un área protegida, el ingreso requiere reservación previa, pago de entrada y el cumplimiento estricto de medidas ambientales: no ingresar plásticos de un solo uso, no dejar residuos sólidos en los senderos y evitar el contacto con la fauna y flora silvestres.
Cada recorrido debe realizarse con guías certificados por Parques Nacionales Naturales, una medida esencial para garantizar tanto la seguridad de los visitantes como la conservación del ecosistema.
Más hacia el suroccidente, en Cali, se extiende el Parque Nacional Natural Farallones, otro refugio de biodiversidad que alberga los páramos de San Antonio y las zonas cercanas al pico de Pance. En estos territorios, cubiertos por la neblina matutina, los avistamientos de osos de anteojos son cada vez más frecuentes, un signo alentador de los esfuerzos de conservación en marcha.
Estos lugares no solo ofrecen paisajes extraordinarios, sino también una oportunidad para comprender que la preservación empieza con el respeto. Caminar sin dejar huella, observar sin invadir y recordar que cada paso en el páramo es un gesto a favor de la vida que habita en él.
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