Bogotá guarda tesoros del pasado que aún hoy se mantienen como reliquias vivientes de la capital y cuentan parte de su historia. Entre ellos hay edificaciones que se convirtieron en puntos de encuentro para los bogotanos e incluso para visitantes curiosos por descubrir estas maravillas. Dentro de esta selecta lista se encuentra un emblemático billar de Bogotá, reconocido por quienes durante años transitaron las calles del centro y se toparon con el establecimiento.
Una verdadera joya llena de anécdotas, por donde pasaron miles de clientes y que, pese al paso del tiempo y los cambios de la ciudad, sigue abierta y recibiendo a los amantes de este deporte.
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Su fundación se remonta a 1955, cuando Isidoro Roso decidió darle apertura a este club llamado Santo Domingo. Quizás este nombre aún retumbe en la memoria de muchos que alguna vez bajaron por sus escalones para disfrutar de una buena partida. Desde su apertura, el lugar empezó a convertirse en un punto de encuentro tanto para aficionados como para jugadores expertos que querían demostrar su destreza con el taco.

Aunque los años han pasado y la ciudad ha cambiado bastante, el Club Santo Domingo sigue manteniéndose como un gigante al que el tiempo parece no afectar. Y cómo no, si en la década de los noventa el billar alcanzó a convertirse en una verdadera disciplina deportiva que llenaba de vida cada rincón del país.
Así luce este emblemático billar de Bogotá, el famoso Club Santo Domingo
Si aún no logra ubicarse, su dirección es Calle 12a #7-09, pleno centro de Bogotá. Seguramente ha pasado más de una vez por allí sin percatarse del significado histórico que guarda este lugar. Hablamos de casi 70 años de historia, acompañando a la ciudad en cada transformación que ha vivido la capital colombiana.
Recientemente, el creador de contenido Juan, Fabricante de Historias, mostró cómo luce hoy este icónico sitio. Aquel espacio que en el pasado fue frecuentado por abogados, políticos y personajes de renombre, sigue siendo visitado por muchos. Incluso, en este emblemático billar se llegaron a grabar novelas reconocidas, como N.N.
Por supuesto, el paso del tiempo ha obligado a realizar algunas renovaciones, pero el Club Santo Domingo conserva parte de su mobiliario original y esa esencia nostálgica que lo convierte en un lugar único. No es solo un punto de encuentro: es historia, tradición y memoria viva de una Bogotá que no deja de cambiar, pero que aún guarda rincones donde el pasado sigue respirando.
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