Mientras que toda suerte de izquierdosos se ufanan hoy de Gustavo Petro como el mejor presidente del planeta y se creen el cuento de que Colombia es la potencia mundial de la vida, para el presidente del país más poderoso del mundo, Donald Trump, el gobernante colombiano es ni más ni menos que “el líder de narcotráfico que más ha incentivado la producción de coca” y a su juicio nuestro país va derecho para el estanco y en camino a convertirse en la potencia mundial de la muerte. Para el gobernante de los Estados Unidos, hoy el narcotráfico es el mayor negocio de Colombia y Petro decidió no hacer nada para enfrentarlo. Razón por la cual su gobierno ha decidido cancelar todos los subsidios a Colombia, medida que se suma a la que ya se había producido hace un par de meses, la descertificación, y a las que se agregarán prontamente como la imposición de nuevos aranceles.
Para Trump, estos pagos “no son más que una estafa a largo plazo” porque Colombia no ha detenido la producción de droga que continúa llegando a Estados Unidos. Pero la advertencia toma visos mayores cuando el presidente estadounidense afirma que “el propósito de esta producción de coca es la venta masiva a Estados Unidos, donde causa muerte, destrucción y estragos”. Trump considera que Petro es un líder poco reconocido y muy impopular, con una actitud cínica hacia Estados Unidos, “que debería cerrar estos campos de exterminio de inmediato, o Estados Unidos se los cerrará”.
Mientras que Petro se dedica a jugar al “enfant terrible” con trinos y alocuciones que dan la impresión de que no se encuentra en sus cabales. Su afirmación sobre que la descertificacion “fue una trampa y una decision injusta basada en la calumnia” refleja que el presidente colombiano aún no ha entendido que la tolerancia no es el camino para acabar la droga y que por eso los gringos lo ven como enemigo de la seguridad norteamericana.
El hecho es que Petro parece no enterarse de que Trump va por él. Y a juzgar por las acciones que viene adelantando en el mar Caribe contra el narcotráfico proveniente de Venezuela, es evidente que el presidente norteamericano no se pone con vainas. Petro se ha concentrado en exhibir su trayectoria de lucha contra el narcotráfico por haber denunciado en el pasado el contubernio de la clase política con narcoparamilitares y en mostrar unas cifras de incautaciones de coca que numéricamente son mayores a las de gobiernos anteriores, pero que proporcionalmente al aumento de áreas cultivadas y toneladas producidas resultan irrisorias.
La patente de corzo otorgada por el presidente Petro a la delincuencia internacional, debilitando y maniatando a la fuerza pública colombiana, nombrando gestores de paz a los narcoparamilitares que dos décadas atrás denunciaba, defendiendo a Nicolás Maduro, e incluso negando la existencia del Cartel de los Soles, fustigando la lucha contra las embarcaciones de narcos que ha emprendido Trump, son muestras fehacientes para el presidente Donald Trump de que el actual gobierno colombiano es cómplice de los traficantes de cocaína.
Y todo indica que para el presidente norteamericano llegó la hora más bien de poner los puntos sobre las íes en el asunto. Esto significa que detrás de las descertificaciones, sanciones y señalamientos como líder del narcotráfico vendrán las acciones militares y pronto aparecerán los carteles anunciando 50 millones de dólares por la cabeza de Gustavo Petro.
Por su parte, el presidente Petro pretende resolver el tema asumiendo el papel de víctima del “imperialismo yanqui”, cosa que para el mundo moderno resulta obsoleta, pero su juego al líder planetario, su emulación con El Che Guevara y su sueño de inclusive terminar inmolado como Salvador Allende dejan ver que Petro ignora que con Trump no se puede jugar. Como lo afirma la analista Carolina Restrepo, “Donald Trump habló desde el poder, no desde la provocación. Y cuando lo hace el presidente del país más influyente del hemisferio, cada palabra tiene peso jurídico, político y financiero. Llamar “líder ilegal de drogas” a Gustavo Petro equivale a negarle legitimidad como interlocutor y a degradar a Colombia a la categoría de Estado sospechoso”. Hoy el país ha dejado de ser el aliado estratégico de los gringos en la lucha contra el narcotráfico. Con un discurso de paz total se ha convertido en el país que legaliza cultivos, reduce la erradicación, negocia con grupos narcotraficantes y desmonta la extradición.
Algunos analistas internacionales afirman incluso que no sería de extrañar que Diosdado Cabello y Nicolás Maduro terminen negociando su salida “digna” a cambio de revelar detalles sobre cómo ellos financiaron, junto con las FARC, versión disidencias, la campaña presidencial de Gustavo Petro. Afirmaciones que ha soltado parcialmente el “Pollo” Hugo Armando Carvajal Barrios, antiguo jefe de inteligencia venezolano, preso en Estados Unidos y quien está en plan de colaborar con los gringos. La sospecha de que Maduro entregue a Petro tiene fundamento en que Cabello en el pasado ha amenazado con soltar la lengua. Petro frente al régimen de Maduro ha tenido la misma ambivalencia conceptual que ha mostrado Diosdado Cabello hacia el presidente colombiano. Unas veces Petro defiende a Maduro y otras rechaza la dictadura venezolana. Cabello hace lo propio. Unas veces dice que allá fue Petro a pedir dinero y otras que es el presidente que más ha luchado contra el narcotráfico. Otras, dice que no combate a los narcos.
Si se tiene en cuenta que la dictadura venezolana comienza a pagar escondederos a peso, no es difícil imaginar que se juegue la carta de cambiar final trágico por salida “decorosa”, acusando a Petro. Si el desespero los lleva a la delación no tienen ningún problema, sobre todo si se analiza con cuidado lo que dice la prensa norteamericana. Afirma el New York Times que Maduro habría ofrecido a Trump abrir sus proyectos de petróleo y oro a las compañías estadounidenses, con contratos preferentes, además de redirigir la exportación de petróleo de China a Estados Unidos, y terminar los contratos mineros y energéticos con China, Irán y Rusia. El Miami Herald dice que la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, y su hermano, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, habrían ofrecido a Estados Unidos encabezar un gobierno de transición sin Maduro para preservar la estabilidad política del país.
De esta manera, Donald Trump estaría a punto de hacer una moñona, por un lado, lograría garantizar el retorno de la democracia en Venezuela y de paso evitaría que se instaure una dictadura petrista en Colombia.
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