Cuando a Diego Trujillo le propusieron interpretar a Antonio, el director general de un importante periódico que busca su reemplazo, para la obra Doble o Nada del Teatro Nacional, un proyecto interesante, intenso y bien escrito, dijo no. No por desinterés, sino por tiempo, por esos compromisos que siempre se cruzan y parecen más urgentes. Agradeció la oferta y colgó. Pero unos días después lo volvieron a llamar: insistieron. Esta vez le dijeron dos nombres: Ella Becerra en la dirección y Paola Turbay en el elenco, al lado suyo. “Paola está dichosa con la idea de que seas tú”, fueron las palabras que escuchó. Y esa frase bastó. Fue un dardo directo al ego, una invitación imposible de rechazar. “Ahí sí dije que sí, sin pensarlo”, recuerda Trujillo entre risas.
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Doble o Nada, es la obra que se estrenó el 16 de octubre en el Teatro Nacional de la calle 71. Detrás de ella hay nombres que no necesitan presentación. Ella, Paola Turbay, virreina universal de la belleza, actriz reconocida en la televisión y las plataformas, pero ahora —por primera vez— sobre las tablas. Él, Diego Trujillo, con una carrera sólida que va del humor al drama, del cine al teatro, de Los tacones de Eva a Médico de familia. Dos trayectorias distintas, dos estilos, dos caminos que por fin se cruzan en escena.
“Ha sido una experiencia absolutamente maravillosa, como pocas veces en mi vida”, dice Trujillo, y lo dice con la sonrisa de quien realmente disfruta lo que hace. “Yo conozco a Paola desde siempre, desde que la vi en Miss Universo. Siempre me pareció una mujer no solo hermosa, sino divina en su ser, con una personalidad mágica. Nunca había trabajado con ella, ni siquiera habíamos tenido una conversación larga, y cuando nos encontramos para esta obra todo fluyó de inmediato”.
El montaje de Doble o Nada tomó mes y medio. Ensayos intensos, lecturas, pausas, correcciones, y un descubrimiento mutuo entre dos actores que parecían conocerse desde siempre. La dirección de Ella Becerra, una de las mujeres más sólidas de la escena teatral colombiana —actriz de más de 40 montajes y recordada recientemente por su participación en Rigo y en Cien años de soledad— terminó de darle el pulso exacto al proyecto.
“Desde el primer día no hemos dejado de reírnos”, cuenta Diego. “Ha sido un proceso muy agradable, muy generoso. Paola tiene una disposición absoluta, una responsabilidad tremenda y una simpatía natural. En escena es un placer estar con ella. Es su primera vez en teatro, pero actúa como si lo hubiera hecho toda la vida. Es magistral”.
El público parece estar de acuerdo. Dos semanas antes del estreno ya se habían vendido cuatro funciones completas. Un día antes, siete agotadas. Y ahora la temporada, que irá hasta el 1 de noviembre, prácticamente está agotada. Once funciones, casi todas con boletería vendida, un récord poco común para una puesta en escena recién estrenada.
Doble o Nada es una obra que combina humor y tensión, que divierte, pero también incomoda. “Tiene un texto profundo, polémico, que dice cosas actuales y molestas, de esas que hacen pensar”, explica Trujillo. “Pero también es entretenida, muy bien dirigida y con dos actores que lo dejan todo en el escenario”.
Para Paola Turbay, este debut es una mezcla de vértigo y felicidad. Aunque lleva décadas frente a las cámaras, el teatro era una deuda pendiente. Lo asume con el entusiasmo de quien se enfrenta a un nuevo amor. Ella misma ha dicho que no pudo tener mejor compañero de viaje que Trujillo, un actor que domina los silencios tanto como las palabras.
Y eso se nota. Lo que ocurre en el escenario del Teatro Nacional de la calle 71 no es solo la historia de una obra que funciona, sino el encuentro entre dos intérpretes que logran hacer que todo parezca natural, casi cotidiano, como si llevaran años ensayando juntos. Quizás por eso el público se ríe, se inquieta, se emociona. Porque detrás de cada línea hay complicidad, oficio, humanidad.
“Ver las funciones llenas desde antes del estreno es muy halagador”, dice Diego Trujillo, sin falsa modestia. “Eso habla bien de la obra, de la dirección y del elenco. Pero sobre todo del cariño del público, que sigue creyendo en el teatro, que se da la oportunidad de vivir una historia en vivo, sin pantallas”.
Y así, con risas, con silencios, con esa energía que solo tiene el teatro, Doble o Nada se ha convertido en un pequeño fenómeno. Una obra completa, redonda, con alma y humor. Y una confirmación: que cuando Paola Turbay decidió debutar en las tablas, y Diego Trujillo aceptó volver al escenario, el público colombiano también ganó su apuesta.
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