Los dos Estados que hicieron vibrar a la aburrida Asamblea General de la ONU

El conflicto Israel-Palestina se tomó la Asamblea de la ONU en su aniversario 80, con la solución de los 2 Estados, idea abanderada por Macron y E. UU. como opositor

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septiembre 25, 2025
Los dos Estados que hicieron vibrar a la aburrida Asamblea General de la ONU

La más vibrante de la intervenciones que se esperaba en la Asamblea General de las Naciones Unidas era la de Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, por el amplio reconocimiento internacional al Estado palestino : 157 países de los 193 de la ONU lo apoyan. El mensaje grabado en video porque Estados Unidos le negó la entrada al país en agosto, lo mostró cansado a sus 89 años, mientras describía la trágica situación de los palestinos en Gaza, y también en Cisjordania y Jerusalén Este, tras el brutal atentado de Hamás, el 7 de octubre de 2023. Abás tendió una mano al presidente de Estados Unidos Donald Trump para avanzar en la solución de dos Estados que una conferencia de alto nivel de la ONU propone como única salida al conflicto.

Un día antes, Emmanuel Macron, presidente de Francia, lo hizo. Tomó el atril de la Asamblea General para proclamar el reconocimiento de Palestina como Estado. No fue un gesto improvisado. Durante meses, había trabajado en silencio para arrastrar a otros gobiernos a un movimiento diplomático que marca un giro en el tablero internacional. Lo consiguió: una decena de países, entre ellos Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal, se sumaron en el fin de semana a la decisión.

Macron recordó a Isaac Rabin, arquitecto de los Acuerdos de Oslo y asesinado en 1995, para subrayar la dificultad de la empresa. “La paz es mucho más exigente y difícil que todas las guerras, pero ha llegado el momento”. El auditorio aplaudió con fuerza. Sus palabras quedaron grabadas como un desafío a Estados Unidos, único miembro permanente del Consejo de Seguridad que rechaza de plano el reconocimiento.

Nuevo mapa de apoyos

El escenario escogido no fue casual. La Conferencia de Alto Nivel para la Solución Pacífica de la Cuestión de Palestina, copatrocinada por Francia y Arabia Saudí, se había concebido en julio como un espacio para insistir en la solución de dos Estados. En esta edición, el bloque árabe dio un paso inédito: pidió a Hamás deponer las armas y abandonar el poder en Gaza.

Con esta oleada de reconocimientos, cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad se alinean a favor de Palestina: China, Rusia, Reino Unido y Francia. El único disidente es Estados Unidos. En total, casi 160 de los 193 Estados miembros de la ONU ya consideran a Palestina como país.

El gesto francés tuvo un marco aún más simbólico: coincidió con el 80º aniversario de Naciones Unidas. Macron presidió la sesión y, tras descender al atril, recibió varias ovaciones. En contraste, la ausencia de la delegación israelí dejó vacías las butacas que, en otras conferencias, suelen ser foco de atención.

La reacción de Washington fue inmdiata. El secretario de Estado, Marco Rubio, calificó la decisión de “irresponsable” y reafirmó el rechazo estadounidense. Pero lo que más incomodó a la Casa Blanca fue la decisión de tres aliados estratégicos —Canadá, Reino Unido y Australia—, cuya adhesión representa una fractura en el bloque tradicional de apoyos a Israel.

Dentro de Francia, la iniciativa dividió a la política. La ultraderecha de Marine Le Pen, heredera de un partido fundado por exmiembros de la SS, se convirtió en uno de los principales defensores de Israel. No tanto por afinidad con el gobierno de Benjamín Netanyahu, sino por su cruzada contra la inmigración musulmana en el país. A la derecha se sumaron sectores de la izquierda socialista ligados a la comunidad judía.

Entre los socialistas que lzaron la bandera palestina se reavivó la polémica: para unos, era un apoyo a Hamás; para otros, la afirmación de un derecho inalienable. “Esa bandera no es la de Hamás, es la de hombres y mujeres que también tienen derecho a la libertad y a la autodeterminación.

.La carta de Abás

La decisión francesa también se alimentó de la carta que Mahmud Abás envió en junio a Macron y al príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman. En ella, el líder palestino condenaba la matanza del 7 de octubre de 2023 perpetrada por Hamás, defendía la desmilitarización de la milicia y prometía renovar la gobernanza de la Autoridad Palestina. Ese compromiso, sumado a la presión internacional por el desastre humanitario en Gaza, abrió la puerta al reconocimiento.

El reconocimiento de Palestina no cambia, de momento, la correlación de fuerzas en Gaza ni garantiza un alto el fuego. No obliga a Israel a frenar su ofensiva ni asegura que Hamás entregue las armas. Pero abre una grieta en el muro de indiferencia. Envía la señal de que la comunidad internacional, pese a sus fracturas, aún puede levantar la voz y aislar a quienes insisten en prolongar la guerra.

La frase de Macron, repetida y celebrada, resume ese espíritu: “La paz es más difícil que todas las guerras, pero ha llegado el momento”. En un septiembre marcado por la devastación, la ONU se convirtió por unas horas en escenario de una rebelión diplomática contra el olvido. Palestina, tantas veces marginada en los discursos, regresó al centro del debate global como un Estado que existe en los mapas de casi todo el mundo, aunque todavía no en su propia tierra.

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