Los analistas advierten que al presidente Gustavo Petro le espera una visita difícil a Washington, marcada por el choque entre dos visiones sobre la lucha antidrogas. Mientras la Casa Blanca acusa a Colombia de haber fracasado en la erradicación de coca, Petro responde que su gobierno no se someterá a chantajes.
La presión desde Washington
Hace tres días, la administración de Donald Trump declaró la “desertificación” de Colombia en la lucha antidrogas, argumentando que el cultivo de coca y la producción de cocaína alcanzaron niveles récord bajo el actual gobierno.
Un informe oficial señaló que los intentos de Petro por dialogar con “grupos narcoterroristas” agravaron la crisis y advirtió que la cooperación con EE. UU. podría condicionarse a medidas más agresivas de erradicación. “El fracaso de Colombia recae únicamente en su liderazgo político”, dice el documento.
Petro respondió: “Nosotros no vamos a estar bajo chantaje. El problema es de ellos, no de nosotros”, defendiendo la soberanía nacional.
Cárteles y militarización
La tensión crece porque, según medios como The Wall Street Journal, el consumo de cocaína en Estados Unidos se ha duplicado en un año, mientras el de fentanilo disminuye. Además, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), liderado por Nemesio Oseguera, “El Mencho”, habría consolidado su dominio en Colombia, superando incluso al de Sinaloa.
The Washington Post reveló que la DEA propuso ataques militares en México y hasta asesinatos selectivos contra líderes de cárteles, lo que generó alarma en sectores de la Casa Blanca y el Pentágono. Analistas consideran que esta postura marca una militarización creciente de la guerra contra las drogas.
Un ambiente enrarecido
Expertos comparan la situación con el Proceso 8.000 de los años noventa. “En ese momento la bronca fue contra Samper; ahora es contra Petro, con la agravante de que Trump lo considera comunista”, dijo un banquero consultado.
El debate interno en Washington enfrenta a quienes promueven la cooperación internacional contra las drogas y a la DEA, que exige ataques directos. Para algunos analistas, los recientes ataques a tres embarcaciones venezolanas en el Caribe son la antesala de una guerra abierta contra países latinoamericanos productores de droga.
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