¿Quién le teme a Óscar Iván?
Opinión

¿Quién le teme a Óscar Iván?

Nadie quiere con el candidato del expresidente Uribe, su popularidad también está por los suelos, mientras se juega los restos en una tarea imposible

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enero 25, 2022
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Caer en desgracia en política es como contagiarse de covid-19: nadie se arrima al paciente sino con muchas precauciones, aunque se le siga queriendo. Y se cae en desgracia por una sola cosa: la pérdida del favor popular. Ello puede ser consecuencia de un escándalo real o prefabricado, por simple desgaste en el ejercicio del poder o por no haber sabido utilizarlo.

Algo así está sucediendo con el uribismo, y es un tanto dramático ver como los antiguos aliados del político más importante que ha habido en Colombia en los últimos veinte años, puesto que la política ha girado a su alrededor para bien y para mal, se alejan discretamente de él o de quien él represente, en este caso el gobierno del presidente Iván Duque o el candidato oficial del Centro Democrático a las próximas elecciones presidenciales.

En el caso del gobierno, es entendible que nadie quiera estar asociado con él dados sus bajísimos índices de popularidad, a pesar de sus realizaciones, porque ningún gobierno pasa en blanco. Sólo que éste gastó en los primeros dos años el enorme capital político de la coalición y la opinión que lo eligieron con 10 millones de votos, tratando inútilmente de imponer la agenda de su partido minoritario en el Congreso; y los otros dos años manejando la pandemia. De los primeros dos años no quedó sino el aplazamiento de todas las reformas que hoy vuelven a plantear los candidatos a la presidencia: la laboral, la pensional, la de la salud, la de la justicia, la del centralismo, la de la educación, la de la política. Fue un tiempo perdido en administrar la administración. De los años restantes una voraz coalición política que se repartió la burocracia, sin norte y sin programas, y el esfuerzo descomunal de evitar que el país se deshiciera entre sus manos. Todo hecho con las mejores intenciones, algunos logros y pulcritud personal, hay que reconocerlo. La gente, ingrata, poco lo reconoce y el apoyo político a esa gestión se ha vuelto tóxico.

De otro lado, nadie quiere con Oscar Iván Zuluaga, candidato oficial del Centro Democrático, porque la popularidad del expresidente Álvaro Uribe Vélez, que lo patrocina, también está por los suelos, aunque al candidato, prestigioso y conocido, no le ha ido mal en las encuestas. Los dirigentes del Equipo por Colombia, la coalición de centro derecha, sus potenciales aliados, se le alejan, aunque entienden que su aporte electoral es esencial. En el fondo no pueden estar ni con él, ni sin él, puesto que es el único candidato de derecha con reconocimiento nacional, y en el fondo ninguno de los otros puede quitarse el hábito del uribismo, al cual han estado vinculados de una u otra manera. Ante el rechazo, Oscar Iván terminó dando un portazo a la coalición, que nadie espera que sea definitivo.

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Zuluaga hubiera podido ser el elemento nacional aglutinador que le faltaba a la Coalición Equipo por Colombia, formada por dirigentes regionales, todos con antecedentes uribistas

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Oscar Iván Zuluaga hubiera podido ser el elemento nacional aglutinador que le faltaba a la Coalición Equipo por Colombia, formada por dirigentes regionales, todos con antecedentes uribistas, aunque eso no hubiera sucedido sino al costo de no pasar a la segunda vuelta electoral. Si Zuluaga se les une, y es indiferente que lo haga antes o después de las consultas del 13 de marzo, esa coalición se convierte en gobiernista, continuista y uribista, y es muy difícil que pase a la segunda vuelta. Si van divididos, Zuluaga no iría tan solo porque su rechazo actual a la coalición le pone una carga de profundidad que podría desmembrarla, pues tanto el Partido Conservador como Federico Gutiérrez lo ven con buenos ojos, y faltan por decidirse los votos cristianos de la Bancada de Dios. Divididos y ambas partes uribistas, son menores aun las posibilidades de la derecha de pasar a la segunda vuelta, frente a la Coalición Centro Esperanza y al Pacto Histórico. El expresidente Álvaro Uribe Vélez, aún la fuerza dominante en ese grupo, se juega sus restos pensando que sí puede superar esos obstáculos, aunque la experiencia indica que elegir a un candidato sobre la base del desgaste gubernamental y la impopularidad es tarea poco menos que imposible.

Así que la candidatura de Zuluaga ha terminado por ser el principal obstáculo para el triunfo electoral de la coalición de centro derecha, como cabría esperar que sucediera, porque la opinión pública no ha comprado para nada la idea de que el expresidente no es quien maneja sus hilos entre bambalinas. La ausencia de Zuluaga debilita en grado sumo la coalición y probablemente la desbarate, Y se pelean los mismos votos, que unidos o divididos, llevarían la letra escarlata del uribismo sobre su túnica, lo cual compromete seriamente sus posibilidades de pasar a la segunda vuelta.

Lo cual no es una mala idea porque llevaría al elector a escoger en la segunda vuelta entre dos alternativas políticas que no han estado en el poder, que es la mejor manera de refrescar la política y de tener la esperanza de que se puedan hacer al fin tantas reformas aplazadas.

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