El Gran Camarón, la mejor cevichería de Ibagué

El Gran Camarón, la mejor cevichería de Ibagué

Luego de guerrearla y hasta vivir del 'rebusque', Jorge Reales creó este puesto de comida callejera en la capital del Tolima. Esta es su historia

Por: Carlos Andrés Roa Aranzales
septiembre 20, 2016
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El Gran Camarón, la mejor cevichería de Ibagué

Jorge Andrés Reales, barranquillero de nacimiento, está radicado en Ibagué desde el 2013 y gracias a su experiencia como comerciante de ropa y de vivir del rebusque, hoy es propietario de El Gran Camarón, donde se puede conseguir el mejor ceviche de la ciudad.

La idea de El Gran Camarón surge a partir de la poca existencia de cevicherías en la ciudad o al menos como realmente se consume en la zona de la costa atlántica, rico, fresco, económico y en la calle. “Aquí damos buen precio y buen servicio, no tenemos nada que envidiarle a un local”, afirma, con esa expresividad propia del costeño.

Pese a que es una idea innovadora con la cual se quiso implementar una nueva forma de comida callejera y de mar, lo que hace Jorge no es formal. Es considerado un trabajo informal según el artículo II de la Ley 1429 de 2010.

JORGE REALES, PROPIETARIO DEL GRAN CAMARON

Reales vino desde Barranquilla en busca de nuevas posibilidades económicas para él y su familia, aprovechando que tenía algunos parientes en Ibagué. Según el DANE, Ibagué es una de las ciudades con mayor tasa de desempleo en el primer trimestre móvil de este año, junto a Quibdó y Cúcuta con tasas de 16,1%, 15,3% y 14,9% respectivamente según la revista Dinero, el 14 de enero de 2016.

Jorge expresa que al inicio fue difícil porque los vecinos del sector  donde está ubicado su puesto de comida callejero, sobre la carrera quinta con calle 64, diagonal al conjunto residencial Alameda, en el barrio Jordán séptima etapa, lo denunciaron ante la policía porque hizo algunas mejoras al terreno sin ningún tipo de permiso,  “Los vecinos no se quejaron directamente con nosotros, pero sí llamaron a la policía para que verificarán que permisos teníamos” dice Reales. Por su parte, Gutiérrez, afirma que la gente que recibe a los migrantes tiene la percepción de que ellos agrandan los cordones de miseria, aumentar la inseguridad y afean la ciudad. No se ve con buenos ojos a estas personas realizando actividades que censuramos, como por ejemplo, limpiar los vidrios de los carros en un semáforo, vendiendo frutas en las esquinas, o en el peor de los casos pidiendo limosna, “Nos quedamos cortos en la inclusión de estas personas a nuestra región”, Resalta.

A raíz de los inconvenientes, Jorge Andrés Reales tuvo que acudir a la entidad administradora del espacio público y realizar todo el proceso pertinente que consiste en radicar un permiso especial llamado “Permiso de Confiabilidad”, considerado en el Decreto 463 del 22 de diciembre de 2003 el cual es otorgado cuando hay un tiempo estipulado de confiabilidad por el estado a estas personas.

EL GRAN CAMARÓN (2)

Este Barranquillero afirma que su negocio es familiar. Por parte de su padre tiene nueve hermanos y todos tienen restaurantes de comida de mar reglamentados y legales en ciudades como Armenia, Pereira, Manizales, Neiva, Cartago y Medellín.

Con base estadísticas del 2015 arrojadas en Foco económico, se calculó que la tasa de migración interna colombiana, sin incluir la temporal, es del 36.2%, cifra mucho mayor que la tasa de los países en desarrollo (11.2%) y la latinoamericana (18.2%). (Foco económico, el 22 Septiembre de 2015).

La desterritorialización no es solamente el trasladarse de un lugar a otro, sino es dejar prácticas, dejar emociones, afectos, dejar familia y en la mayoría de casos no se consigue un trabajo formal, entonces,       ¿El trabajo informal es una opción u obligación para los migrantes internos del país? Para Sandra Gutiérrez, ante las pocas opciones que tienen, puede ser una opción a simple vista que se toma a libre albedrío, pero en realidad es una condición a la que se enfrentan millones de personas en el país porque no hay más salidas y es necesario para sobrevivir en una capital.

Sin embargo, hay personas que gozan de la informalidad porque no les gusta estar sujetos a un horario, a unas normativas y de cierta manera tienen algo de libertad, son dueños de su tiempo. En septiembre, El Gran Camarón cumple un año desde su inauguración y su rentabilidad ha superado expectativas, tanto que su propietario quiere ampliarlo y convertirlo en un restaurante gourmet callejero, algo económico y de buena calidad: “por eso ganamos cada día muchos clientes” exalta Jorge.

Cabe aclarar que él hace parte de ese 50.5% de empleadores informales que no pagan seguridad social en el país, que no suelen tener EPS, no aportan para pensión, derecho a vacaciones, primas ni estabilidad económica y laboral. Estas cifras hacen parte del estudio: El déficit del trabajo decente en Colombia, realizado por el Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario a partir de la misma información del Gobierno. (El Tiempo, 1 de diciembre de 2015).

Pese a todo, Jorge Andrés está feliz con su local de comida callejera, puesto que no ha vuelto a tener inconvenientes con sus vecinos, incluso los policías del sector son clientes fieles. Su clientela es de todas las edades “No nos hemos hecho publicidad, porque la misma clientela mediante el voz a voz se ha encargado de recomendar lo bueno y delicioso que es el ceviche”, afirma.

La informalidad laboral es un concepto que va más allá de la creencia de que sólo las personas que trabajan en la calle o independientes son consideradas informales, es toda aquella actividad que se ejerce sin estar respaldado por una normatividad, que no está legalizado y en algunos casos ni legitimado. Este tipo de trabajo es una opción de las personas que migran de una ciudad a otra; situación que se ha dado a raíz de varios factores, ya sean problemas económicos, sociales y/o políticos de las personas, que han generado la necesidad de buscar mejores condiciones de vida o la violencia realizada por grupos armados al margen de la ley que desplazan a los campesinos de sus fincas hacia las principales capitales del país, como Bogotá, Medellín, Cali e Ibagué. La mayor parte de la población no habita en su lugar de origen, como el caso de Jorge Reales, por lo tanto si se frena la migración es coartar la libertad de las personas para buscar un mejor futuro y para sobrevivir a la violencia de la guerra mediante la creación de un negocio o empiezan a trabajar de manera informal.

@charlieroa_

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