Después de seis meses de haber retornado al legislativo, se volvió a escuchar la voz de Viviane Morales, senadora con doble militancia. Por un lado es miembro del Partido Liberal y por otro de una Iglesia cristiana. Por supuesto esta duplicidad no está prohibida en la ley, pero si resulta incoherente con la realidad política del liberalismo que representa el pensamiento abierto a la modernidad y en especial la defensa de los derechos humanos y la protección de las minorías. Las Iglesias cristianas son todo lo contrario, se aposentan en lo más retrógrado del pensamiento, la moralidad basada en textos sagrados que ordenan desde cortar manos, hasta apedrear adúlteras.
Para el ejercicio legislativo esta doble militancia es totalmente inconveniente ya que la ley de partidos habla de bancadas que comparten ideologías. Pero la senadora no tiene empacho en ir en contravía de los principios de su partido y adelantar cruzadas a motu proprio, que no representan su identidad política sino su filiación religiosa.
Ni siquiera se detiene a reflexionar sobre las contradicciones con el ministro del Interior que ejerce el cargo a nombre del Partido Liberal o del doctor Horacio Serpa uno de los codirectores de este mismo partido. Ambos, el senador Serpa y el ministro Cristo, han dicho abiertamente que son partidarios de la adopción igualitaria. Ella, en abierta disidencia con el liberalismo lanzó esta semana su cruzada personal contra la posibilidad de que parejas del mismo sexo puedan adoptar. Arrancó a recoger firmas para llevar al Congreso una iniciativa de referendo que la prohibiría.
Lástima que una buena abogada como es la senadora Morales, no respete el espíritu de la Constitución Colombiana de 1991 que ordena la separación tajante de las Iglesias y el Estado. Esa es otra de las inconveniencias de la doble militancia de doña Viviane, pero a nadie parece importarle, ni siquiera a su partido que pasa de agache o se lava las manos como Pilatos.
Pero lo de fondo no son las incoherencias de doña Viviane, la gente en la política colombiana no es propiamente un dechado de coherencia. Aquí se la pasan cambiando de bando dependiendo de la ocasión. Lo verdaderamente preocupante es que se acuda a un mecanismo como el referendo para escamotearle los derechos a las minorías.
Ahora es contra de la población homosexual, pero ¿qué tal que después se utilizaran referendos para limitar la autonomía de los resguardos o las consultas previas de las comunidades afrodescendientes? Porque lo perverso es movilizar a las mayorías para aplastar a las minorías que nunca tendrán chance en procesos electorales como el que quiere convocar la senadora “liberal”.
Los derechos de sectores sociales minoritarios se deben tutelar precisamente porque no tienen la fuerza electoral para consolidarse. Eso se llama “discriminación positiva” y se aplica en las democracias verdaderas porque es necesario legislar cuidando no atropellar a quienes no tienen la adecuada representación política, social o económica. Y eso lo sabe muy bien doña Viviane pero no le importa.
La senadora dice actuar en defensa de la niñez, pero lo que de verdad enarbola no es los derechos de la infancia, sino el pensamiento de su colectividad cristiana. Y en eso actúa igual a las cruzadas antiguas de la Iglesia que partían al Oriente a cortar cabezas o las cruzadas modernas del E.I. que parten del Oriente a decapitar infieles. Ella disfrazada de defensora de la moralidad parte del Capitolio a cortar uniones homosexuales para defender la familia tal como la entiende su Iglesia. Ojalá no se consolide en su bárbaro proyecto.
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