La fascinación de ser derechista

La fascinación de ser derechista

Se exige que quienes han cometido algún delito deben ser castigados con todo el peso de la Ley y aplauden a tipejos como Trump, Netanyahu, Bukele y Milei

Por: Edgar Uruburu
abril 30, 2024
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La fascinación de ser derechista

Ser de la derecha parece que se ha arraigado como uno de los más significativos egos del ser humano. Se goza con el inexplicable engranaje en el que se ha encausado al hombre. Se pide a gritos que quienes se supone han cometido algún acto delictivo deben ser castigados con todo el peso de la Ley y por ello aplauden a energúmenos como Trump, Netanyahu, Bukele, Milei, Uribe Vélez entre miles de personajes con similares características.

Desde hace mucho tiempo se ha acentuado la lucha entre la izquierda y la derecha, a pesar de que se creó la figura del progresismo.

La realidad es otra, en este mundo todo es una distracción, aprovechada por un sinnúmero de oportunistas, que en realidad deberían tener la etiqueta de traidores de la Patria, aquellos que a través de la historia se han convertido en falsos profetas, cuando lo único que buscan es su beneficio económico y la gran figuración para satisfacer su egocentrismo. Y es extraño, lo logran.

Sumando y multiplicando son millones el número de “fans” u ovejas al servicio de principios que los poderosos les hacen ver como universales, pero en realidad son los de "unos pocos", los de ellos y los usan para alienar.

Es el caso de Donald Trump, quien a pesar de vivir en un país donde se cumplen las Leyes, es uno de los personajes más controvertidos. Acusado de evasión de impuestos, abusos y hasta ahora no ha tenido la más mínima condena ni el impedimento para ejercer cargos públicos y por el contrario, pronostican que nuevamente será el presidente de la “nación más poderosa del planeta”. Son multimillonarios que hacen lo que quieren con una sociedad adormilada y con un estado mental cada vez más degradado, por igual en los supuestos como en sus seguidores.

Pero los derechistas aman y admiran a sus jefes y por ello aclaman y se ponen del lado de Netanyahu y su magnicidio en contra del pueblo palestino, de Bukele y su sentido de justicia, que aplica a su manera sin juicios previos, enviando a sus mazmorras modernas a hombres y mujeres por el sólo hecho de tener un tatuaje o porque creen que no está de su lado. Para él todos los jóvenes son posibles delincuentes. Y cuenta con la defensa de la señora del tinto en un consultorio, quien implora que a Colombia llegue un líder de “ese talante” y construya las cárceles igualitas a las de El Salvador.

Para que metan allí a los vagos que se fuman ”su cachito”… Desafortunadamente guardan un silencio cómplice con todas las aberraciones cometidas por los corruptos que se han robado los dineros de la salud, de los niños, de la comida y de todo lo que huele a ayuda para el pueblo, con los asesinos de los falsos positivos, entre tantos crímenes de Lesa Humanidad Se hacen los de la vista gorda con los muchos malos que son juzgados y después de encontrarlos culpables les dan casa por cárcel. Al final es un "derechista bueno" porque quiere acabar con los que protestan, es decir los de izquierda, según ellos.

En cambio, como un hecho cotidiano al ladrón que cogen en la calle o en el bus, sin comprobar si en realidad es culpable, sin recordar que: “nadie es culpable hasta que no se le demuestre lo contrario”. Le caen con todo el peso de las varillas, las patadas, los puños y todo lo que sea.

De todas partes salen voces que gritan: denle duro, rómpale la jeta, péguenle en las güevas, quítenle los zapatos, el pantalón, la camisa y muchas cosas más. Creen que están haciendo justicia, olvidando que se están convirtiendo en criminales al actuar por su cuenta. Y más se lo creen cuando llegan los policías y después de ver el estado en que entregan al supuesto malhechor, los "agentes del orden" felicitan a los "ciudadanos de bien“ por ayudar a cumplir la Ley.

Esa es una muestra de cómo se está actuando y fraguando el mismo sentir y accionar de las autodefensas. Y si es así con la gente del común, imagínense cuál será la reacción con el enemigo político y social. A quienes consideren de izquierda, colaboren con ella, a las comunidades o los simples marchantes que piden mejores oportunidades, seguro no les espera nada bueno.

No me imagino "el escarmiento" al que serán sometidos por estar del lado contrario, es decir quienes denuncian, impiden actos de barbarie y quieren una sociedad diferente, un país donde la vida justa y el ser humano valorado. Contrario a aquellos para quienes es normal asesinar líderes comunitarios, periodistas, sindicalistas y todos aquellos que están en la otra orilla.

La fascinación, el orgullo y la elitización de hoy es sentirse y pertenecer a la derecha, porque es la buena y la mejor del paseo, es la que imparte justicia a su manera. Así la mayoría de sus líderes nacionales y mundiales asesinen sin piedad a todos los que se cruzan en su camino; no les importar que para lograrlo tengan que arrasar pueblos, ciudades y países enteros.

Caso indiscutible y miserable el de Netanyahu contra Palestina, contando con el consentimiento, apoyo y aplauso de millones de "humanos"; cuando la lógica es que debería ser lo contrario, que sus acciones de guerra, odio y muerte fuesen repudiadas por todos, porque la causa no es real, es una excusa para para acabar con el pueblo palestino, masacrando indiscriminadamente niños, mujeres, hombres y ancianos inocentes que nada tienen que ver con los terroristas de Hamás.

La derecha en Colombia nació, creció y maduró desde hace mucho y ahora, poco a poco, han retomado el camino porque las AUC, Autodefensas Unidas de Colombia, "sembraron muy bien la mala hierba" en un país, donde a pesar de la riqueza natural y reverdecen los campos con una agricultura maravillosa, que alimenta y sana, ha tenido el infortunio de ser regada y camuflada por un polvo blanco, el veneno oscuro y poderoso llamado coca: el gran negocio, que ha convertido al país en una guarida de salvajes, cuyos principales protagonistas se escudan bajo el falso argumento de haber acabado con las “minas quiebrapatas” para dar paz y tranquilidad; pero sin contar que las reemplazaron por plomo "ventiao", desapariciones forzadas, el dominio casi total en la narco política local y nacional. Éxito indiscutido gracias al adoctrinamiento ejercido por los Medios masivos de Comunicación, las iglesias y sumándose a ello la nueva guerra de las disidencias de las FARC, los clanes, las bandas y los criminales de barrio; todos saben que el dinero mal habido es fácil de obtener y por ello circula por doquier.

El odio está metido en la mente de una gran mayoría de colombianos y no entienden que esa polarización, ejecutada por los manipuladores, los lleva a una lucha innecesaria e inútil en favor de unos pocos: "los falsos líderes que aman la guerra y odian la paz". Esos que incitan al odio, al "hacer justicia con sus propias manos" sabiendo que no está bien, pues los convierte en agresores y en posibles asesinos; con un agravante aún mayor, que al seguir ese patrón, le inculcan esa conducta a sus hijos, y a los hijos de estos y entonces vendrán generaciones donde el pan diario serán las peleas callejeras y la guerra. Ese odio exacerbado ya se ve reflejado en videos donde hombres, mujeres (incluidos ancianos y ancianas) y niños gritan desaforadamente hasta perder el control de la voz, que se convierte en un espectro maléfico de amenazas ruidosas de todo tipo, incluidas las de muerte.

Si se sigue en esa tónica, y más aún, con la complacencia de las autoridades, serán masacrados por igual culpables e inocentes, víctimas y victimarios cuando la lógica dice que los agresores sean quiene sean, deben ser acusados como cualquier infractor, porque están actuando por fuera de la Ley y jamás deben ser felicitados. No a las autodefensas en los buses, las calles, los barrios, los pueblos y en toda Colombia. Para hacer un país más grande y justo se necesitan no autodefensas locales, sino exigir que el ejército y la policía cumplan con su deber como debe ser, velar porque los jueces sean imparciales y los gobernantes comprometidos con sus electores y por ello deben promover la paz, la justicia y el desarrollo socioeconómico.

Amigo lector, ciudadano del común, trabajador, estudiante, profesor, vendedor, hombre o mujer, niño o niña, multimillonario o vendedor ambulante, ame la paz y no la guerra. Dígale NO A LA VIOLENCIA.
Las AUC no pueden renacer y menos si tienen como origen las calles, los barrios, el transporte público y mucho menos las marchas. Póngase la mano en el corazón y recuerde el dolor que han padecido miles y miles de familias en este rincón del planeta llamado Colombia.

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