Respeto por la vida de nuestros líderes y lideresas, el grito global de los colombianos

Respeto por la vida de nuestros líderes y lideresas, el grito global de los colombianos

La marcha del pasado viernes deja en evidencia el clamor de todos aquellos que se oponen al irrespeto de los derechos humanos de nuestros compatriotas

Por: Juan Camilo González Torres
agosto 01, 2019
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Respeto por la vida de nuestros líderes y lideresas, el grito global de los colombianos

Absolutamente todos los nacidos en el país del vallenato y el bullerengue, dentro de las murallas de Cartagena hasta la espesa amazonia, se unieron este viernes al unísono para hacer un llamado al gobierno y al país para detener la masacre y las amenazas latentes contra líderes sociales, exguerrilleros que se han sometido a la Justicia Especial para la Paz y se han reincorporación como ciudadanos de derecho, así como defensores de derechos humanos.

Este exterminio solo es comparable al de la Unión Patriótica en los años 80, y la respuesta del gobierno (aunque pareciera paradójico, después de cuatro administraciones y más de treinta años de este suceso) es de total mediocridad e ineficiencia para evitar que se repita la misma historia. Ya lo decía Confucio, “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Esta frase escrita hace más de dos mil años se ejemplificó hace menos de 20 días con la muerte de Manuel Osuna Tapias, de 67 años de edad, al que decapitaron y cuya casa incendiaron en el sur de Córdoba.

La marcha que tuvo lugar el 26 de julio de 2019, en Colombia y en otras ciudades del mundo, abarcando desde Auckland hasta Buenos Aires, desde París hasta Santiago de Chile y desde Londres hasta Miami, refiere a más de una treintena de ciudades en donde residen colombianos que no se desligan del dolor de patria, dolor que se siente en las venas y en el corazón, donde bombea y se riega la sangre de nuestros líderes y lideresas sociales que se enfrentan día a día y cuerpo a cuerpo con las adversidades que caracterizan a nuestra nación, simbolizada por el rojo sangre que ha soslayado al amarillo como color preponderante desde la formación del Estado colombiano; inmanente color que demuestra que aún nos falta mucho por aprender y conciliar, pero que también nos muestra que defender las ideas es algo por lo que vale jugarse la vida esperando que algún día no haya riesgo de perderla, sino asegurar una más equitativa.

Hasta el día de hoy han muerto 462 líderes sociales, 128 excombatientes y se han dado 982 amenazas contra defensores de derechos humanos. No obstante, estos datos varían según las instituciones nacionales o internacionales. Pero sin importar la cantidad, el foco principal y la lucha incesante en todas partes del mundo donde se encuentre un ciudadano colombiano, es detener para siempre el baño de sangre que pareciera no tener fin.

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