La Silla Vacía se presenta como un medio independiente, libre de ataduras políticas y económicas. Sin embargo, la cobertura contra la superintendente Cielo Rusinque Urinque deja ver un posible doble rasero.
En su propia página, el medio reconoce: “La Silla Vacía y Canal 1 tienen actualmente una alianza de contenidos, que consiste en un programa diario en la parrilla de Canal 1 del cual La Silla tiene control y responsabilidad editorial”.
A primera vista, la frase parece inocua. Pero en la práctica es un reconocimiento de que no se trata de un medio totalmente independiente, sino de uno con un socio estratégico. Y cuando la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) entra en controversia con ese socio, la cobertura pierde neutralidad.
El peso de los aliados
Así, cuando la SIC se enfrenta a un gran canal público convertido en privado, La Silla se alinea con sus aliados mediáticos, disfrazando su defensa de análisis periodístico. No es coincidencia que, en lugar de profundizar en el poder que acumulan Caracol y RCN en el negocio televisivo, sus críticas apunten a la funcionaria encargada de regularlos.
El resultado es evidente: la independencia se vuelve condicionada. Se ataca a la Superintendencia y se protege a los socios, aunque el discurso público siga proclamando imparcialidad.
¿Periodismo crítico o periodismo con intereses?
Lo que queda no es un periodismo crítico, sino un periodismo con intereses. La supuesta independencia de La Silla Vacía queda en entredicho, y su editorial contra la SIC refleja una posición parcial en el asunto de Canal 1.
¿Independiente? Sí, pero solo hasta donde lo permite su sociedad con Canal 1. Más que una silla vacía, parece una silla reservada para la defensa de intereses corporativos.
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