En el año 2022, una mayoría de colombianos votó por Gustavo Petro para presidente, cansada de los problemas de desigualdad, pobreza, atraso, corrupción, desempleo, inseguridad y violencia que han dejado más de 100 años de gobiernos de las élites en Colombia.
El gobierno de Petro ha logrado algunos avances en materia social, como la reforma pensional, que favorece a los sectores más vulnerables, y la reforma laboral, que devuelve algunos beneficios a la clase trabajadora, perdidos con las reformas de gobiernos anteriores.
Con la reforma a la salud, otro avance social muy importante, el gobierno quiso impulsar un cambio radical, pero sin mucha concertación y con fuerte oposición en el Congreso, donde el Pacto Histórico y sus aliados son minoría.
Por lo demás, el gobierno de Petro se ha visto inmerso en escándalos de corrupción similares a los de administraciones anteriores, sin que haya marcado una diferencia significativa.
La derecha más radical, como era de esperarse, le ha hecho una fuerte oposición. Los discursos de odio y ataques de ambos bandos han agudizado la polarización nacional.
Por otra parte, el presidente Petro ha aprovechado la presidencia para difundir su ideología de izquierda, como en el caso del enfrentamiento con los Estados Unidos de Trump, un republicano radical cuya visión choca con las ideas y actuaciones de Petro. Este enfrentamiento, por supuesto, perjudica más a Colombia y a su población vulnerable que al propio presidente y sus aliados.
Petro parece decidido a demostrar que es un líder consecuente con sus ideas de izquierda, sin medir el daño que puede causar a la economía del país, ya de por sí muy dependiente de Estados Unidos y de la inversión internacional, a la cual está espantando. Con ello, agudiza los problemas sociales que los colombianos esperaban que resolviera, no que agravara.
Por eso, una vez más hay que decir que ni la derecha ni la izquierda han logrado ofrecer una verdadera solución a los problemas urgentes del país, que amenaza con entrar en una crisis aún peor.
Por último, los errores y equivocaciones políticas de Petro no se combaten con insultos e injurias, como hacen algunos políticos de la derecha radical, sino con propuestas e ideas mejores que las del actual gobierno. Por el contrario, la irracionalidad del debate solo profundiza el odio, la polarización y la mala situación nacional.
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