Hace apenas dos meses el expresidente Álvaro Uribe fue absuelto en segunda instancia por los delitos de fraude procesal y soborno a testigos en un fallo que va en contravía de las evidencias en un proceso de más de 12 años.
En el caso de su hermano Santiago Uribe, el 25 de noviembre de 2025, ocurrió al revés. El juez de primera instancia lo absolvió hace un año y fue en la segunda instancia donde fue condenado tras sentencia del Tribunal Superior de Antioquia a 28 años y cuatro meses de cárcel, por los delitos de homicidio agravado al probarse su responsabilidad en el crimen del conductor de bus Camilo Barrientos y por concierto para delinquir, al demostrarse que fue determinador del grupo paramilitar “Los 12 Apóstoles”.
La sentencia de segunda instancia es ejemplar. Además de la condena, le niega el beneficio de casa por cárcel que se ejecutará una vez quede en firme en la Corte Suprema de Justicia. Su propiedad, la finca La Carolina en Yarumal, Antioquia, donde cometió parte de los delitos, debe ser objeto de extinción de dominio.
La diferencia entre los dos casos está en que el expresidente Álvaro Uribe Vélez es procesado por intentar torcer la decisión de los jueces mediante el soborno a los testigos que lo implican con el paramilitarismo y los crímenes conexos. En cambio, la condena a su hermano Santiago Uribe Vélez es por los temas de fondo: el paramilitarismo y los crímenes conexos. Sin embargo, esta decisión toca claramente al expresidente.
En la argumentación que hace el Tribunal Superior de Antioquia con la que decide revocar la decisión, se retoman los testimonios que fueron desestimados por el juez de primera instancia, con los que el tribunal soporta buena parte de la decisión que condujo a la condena.
El tribunal cita al menos seis testigos que mencionan de manera directa al expresidente o a los “Uribe”. Queremos destacarlo aquí, no porque sea la pretensión del fallo, sino porque han sido inevitables las menciones en la sentencia, dada la unidad de propósitos que ha animado a la familia Uribe.
El Capitán de la Policía Juan Carlos Meneses, quien actuó en alianza con la estructura criminal de Santiago Uribe, se autoimplicó con su testimonio, y se refirió también a amenazas en su contra (pg 61). Señala también que en diálogo con Santiago Uribe, este le afirmó que su hermano Álvaro le ayudó con los procesos penales que estaban en su contra y que no le pidiera más ayuda (pg 64).
Además, agrega Meneses que le dijo Santiago Uribe que “mi hermano Álvaro Uribe es senador de la República, tiene muy buenos amigos, o sea, lo que nosotros hagamos aquí tiene conocimiento mi hermano, él tiene muchos amigos que, en caso de que tengamos problemas, él los va a solucionar”(p. 169).
Por su parte, el testigo Eunicio Pineda Luján, trabajador de una finca contigua a la Carolina de los Uribe, manifiesta que alias “Rodrigo”, mando paramilitar, “le ofreció que se cuadrara el sueldo porque pagaban $200.000”, afirmando que no había problema porque estaban trabajando para Santiago y Álvaro Uribe Vélez (Pg 67). El contenido es consistente con lo señalado por la sentencia cuando certifica que algunos testigos afirmaron que “ellos sí tienen que ver con ese grupo… con los doce apóstoles” .
De otra parte, la testigo Lilia Estela de Jesús Mesa de Pérez mencionó que “la hacienda La Carolina era de propiedad de los Uribe Vélez” (pg 76) y el testigo Marco Tulio Mesa García ratifica que “los dueños de esa propiedad eran Alberto Sierra, Álvaro Uribe y Santiago Uribe” (pg 78). La sentencia respalda este contexto al describir La Carolina como “el centro de operaciones de la organización armada” .
También cita la sentencia el testimonio del exjefe paramilitar Fredy Rendón Herrera, “El Alemán”, quien afirma que en los Llanos de Cuivá existía “el grupo de los doce apóstoles que estaba en cabeza de Santiago Uribe”, conocido como “los doce apóstoles de la familia Uribe” .
Añade, además, Rendón Herrera, que uno de los paramilitares del grupo le comentó que era de los últimos sobrevivientes, producto del exterminio del que habían sido objeto, lo cual le generaba temor (pg 80) . Señala también que el paramilitar Julián Bolívar, amigo de Santiago Uribe, amenazó a alias “Pipint” (sic) “para que no contara lo que sabía de los Uribe”.
Ya en 2013 había afirmado el magistrado de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín, Rubén Darío Pinilla Cogollo, compulsando copias para que se investigue al expresidente Uribe, que “no es posible estar dentro de una piscina y no mojarse”, tras enlistar los hechos que lo vinculan con el paramilitarismo y que han propiciado condenas a sus cercanos, como en este caso, a su hermano. Esta decisión, seguramente, permitirá avanzar en esta ruta.
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