La violencia también fue bipartidista
Opinión

La violencia también fue bipartidista

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septiembre 10, 2014
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"La guerra es la continuación de la política por otros medios".
Karl Von Clausewitz

Cuando en 1930, el liberalismo ascendió al poder, por la división de los conservadores, una cosa era Olaya en Bogotá, que venía del exterior, seguramente sin comprender mucho el país, y otra muy distinta los políticos regionales y locales.

En la provincia de García Rovira en Santander[1], los jefes locales, aprovecharon para nombrar alcaldes con antecedentes judiciales, como quien dice, de la cárcel para el despacho municipal. Así comenzó la venganza, exconvictos dando rienda suelta a sus instintos asesinos, en contra de los conservadores que habían hecho antes lo mismo, con ellos.

El objetivo era “homogenizar” la zona, todos tenían que ser liberales, o irse del pueblo. Ni siquiera quienes antes habían sembrado la violencia, podían enfrentarse a las autoridades, sus eficaces aliados en el pasado. Muchos emigraron hacia el norte del Valle y al Quindío, formando años más tarde, el grupo de los temidos Pájaros.

Esto se sabe como comienza, pero nunca como termina, y ocurrieron varias masacres. Entre ellas la llamada “Matanza de Piedecuesta”, denunciada por Laureano Gómez, quien primero fustigaba al gobierno por incapaz de garantizar la vida a los ciudadanos, y después, incitaba a sus copartidarios, a enfrentar la violencia con más violencia, cometiendo lo que llamó, “acciones intrépidas”.

La Violencia, Alejandro Obregón

La Violencia, Alejandro Obregón

Otros dirigentes locales convocaron, en carta pública firmada, a masacrar a los liberales de Málaga, ante el temor de perder las elecciones. Había que desatar la violencia y el terror, para ganar como fuera. Así se fueron formando los dos bandos, por un lado, los conservadores y la iglesia, con los curas incitando a los fieles desde los púlpitos, y por el otro, los liberales, aliados con la Policía. Cada hecho de violencia, era vengado con la matanza de contrarios.

Los conservadores fustigaron a una cuadrilla de bandidos para sembrar el terror en la vereda de Pangote. Atacaron a once campesinos que iban a la fiesta de San Antonio, mataron a ocho, hirieron a dos, y uno logró huir. Los jefes conservadores locales lo justificaron, diciendo que era “simple autoprotección”.

Otro episodio fue la “Masacre de Guaca”, que dejó 20 muertos en tres días, entre ellos al jefe conservador del pueblo, Cayetano Monsalve, combatiente en varias guerras civiles del siglo XIX, y que después de la Guerra de los Mil Días, había encarnado el poder conservador local hasta 1930. Varios de sus hijos fueron asesinados en los días siguientes, creándose un mito sobre los Monsalve, glorificados por los conservadores y satanizados por los liberales.

 

Violencia, xilografía, Alejandro Obregón

Violencia, xilografía, Alejandro Obregón

 

Pero en Guaca, los muertos fueron por punta y punta, en represalia, fueron asesinados, el alcalde, Florentino Rincón, varios policías, y civiles de ambos partidos. Rincón había sido juez en un municipio vecino, y tuvo que salir huyendo, acusado de haber asesinado al cura. Mejor escogido no pudo estar el alcalde.

La situación llegó a tal extremo, que, por pedido de Laureano Gómez, se hizo el primer Consejo Nacional de Seguridad en Málaga, para ver si se acababa la matazón, a la que dicho sea de paso, el mismo había contribuido.

La violencia de la provincia de García Rovira, es otro, de los muchos casos, de conflictos sin resolver que vienen de muy atrás. En el siglo XIX, las guerras se acababan a la brava, el armisticio de la Guerra de los Mil Días, se firmó bajo la amenaza de una invasión norteamericana, pedida por el propio Marroquín. Para terminar en un conflicto de baja intensidad, mantenido durante más de un siglo, que se recrudece a ratos en algunos sitios, pero los colombianos, nunca nos hemos sentado a resolver las causas del conflicto que nos aqueja.

Es por ello que me gusta el Proceso de PAZ de Santos. Debemos aprovechar esta oportunidad, para resolver definitivamente los conflictos que existen entre nosotros, no se puede seguir incubando el germen de más y hasta peores violencias. Por eso hay que conocer estas historias, para no volver a repetirlas.

 


[1] Barajas, Jaime. La Violence en Colombie: Le cas de la Province du García Rovira (1990);Tesis de Grado para obtener el título de doctor en Sociologie Politique

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