Pulzo nació en 2013 como un proyecto casi clandestino dentro del grupo Santo Domingo: una respuesta defensiva a la amenaza de los agregadores digitales que ya arrasaban en otros mercados. A la visita de Arianna Huffington a Bogotá le siguió el temor de que su modelo aterrizara también en Colombia, y en las oficinas del Canal Caracol comenzó a moldearse un portal que replicara la lógica de HuffPost antes de que alguien más lo hiciera.
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Allí confluyeron ejecutivos de InqLab y Valorem, conglomerado del Grupo Santo Domingo, especialistas digitales y asesores externos. Luis Fernando Santos, con su experiencia de vicepresidente de teconologia de El Tiempo fue llamado a asesorar el proyecto y fue el quien recomendó a Guillermo Franco, un experto en medios digitales para montar la operación de contenido y darle estructura editorial a una idea que hasta entonces era solo un esbozo.
Ese origen, marcado por acuerdos verbales, porcentajes prometidos y un aire de camaradería propia de los emprendimientos tempranos, terminó detonando la disputa que hoy enfrenta al Grupo Santo Domingo con Franco. La pelea se centra en la supuesta participación accionaria que él y Santos habrían recibido como reconocimiento a su trabajo: promesas hechas de palabra que, según Franco, Valorem e InqLab primero reconocieron, luego minimizaron y, finalmente, desconocieron por completo. Lo que empezó como un proyecto concebido para blindar al grupo frente a los nuevos medios terminó convertido en una teleserie corporativa donde se mezclan silencios prolongados, versiones contradictorias y un pulso —esta vez literal— por la propiedad y la ética empresarial.
El periodista Guillermo Franco relata la historia de un pleito con directivos de Valorem, el holding de la familia Santo Domingo hace siete años en este texto La de Pulzo.com: una ‘expropiación’ al estilo Santo Domingo publicado en su blog Medios y Extremos.
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