El último de los tenebrosos hechos que se ha registrado en la Penitenciaría del Litoral de Guayaquil se dio el pasado 6 de octubre. Cuando fueron asesinados seis de los siete imputados por el asesinato de Fernando Villavicencio, periodista y candidato para las elecciones en Ecuador. Allá adentro, los narcos gobiernan desde hace décadas y todo tiene precio, principalmente los guardias.
Esta cárcel fue construida en Guayaquil y originalmente pensada como un posible modelo a seguir de la política carcelaria mundial. Pero para 2013, cuando Rafael Correa tomó la decisión de intervenirla, se había convertido en una de las más hacinadas y peligrosas de América Latina.
Cuando anunció la reestructuración, Correa intentó que la prensa la anunciara con bombos y platillos. Entonces el expresidente apareció con una retroexcavadora para tumbar una de las paredes del reclusorio, en una acción que sus opositores calificaron como un simple hecho simbólico.
La primera frase del comunicado de la Presidencia decía: “Construimos un nuevo Ecuador, ya no hay marcha atrás”.
La cárcel ha tenido tiendas, cevicherías y hasta un prostíbulo, pero la higiene dentro es deplorable. En varios pabellones huele a excremento y escasean los medicamentos, tampoco hay personal de salud que atienda a los sobrevivientes de las masacres. Algunas víctimas cargan con heridas que les hicieron en motines anteriores.
Cinco bandas controlan la Penitenciaría del Litoral y están repartidas en diferentes pabellones, como si cada uno de ellos fuera un bunker de guerra. Los Choneros, Latin Kings, Chone Killer, Los Tiguerones y Los Lobos. Algunos de sus integrantes entraron a ellas cuando eran menores de edad y en la actualidad tienen más de cuarenta.
Los medios de comunicación ecuatorianos suelen usar las palabras ‘motín’ y ‘masacre’ como sinónimos. En los últimos años ocurrieron varias matanzas, pero la más reciente fue la del 17 de julio de este año que dejó 31 muertos y 14 heridos. Para ese momento, en seis prisiones, situadas en diferentes partes del país, 137 guardias fueron retenidos.
En los últimos años, esta cárcel fue escenario de las peores masacres ocurridas en centros de reclusión latinoamericanos. Los muertos aparecieron sin manos, sin cabeza; cuentan que en una de ellas se vio a un reo que sostenía un corazón palpitante con sus manos. La cárcel se fue convirtiendo en un infierno.
El primer abatido por el asesinato del candidato de las elecciones en Ecuador
Ese 10 de agosto de 2023, Fernando Villavicencio fue asesinado de tres tiros en la cabeza. En el lugar de los hechos murió abatido un sicario colombiano de 18 años llamado Johan David Castillo, alias Ito, quien antes había sido albañil y costurero. A él, le habrían pagado entre 5 y 10 millones de pesos.
Semanas antes del asesinato, Claudia Garzón, la comisionada de paz de Ecuador, decía en el programa de televisión Testigo Directo: “La gente no se da cuenta que toda persona que está en las cárceles no es mala y no toda persona que está libre es buena”. Ella también reafirmó la necesidad de integrar universidades y empresas, para que los internos conozcan otros caminos.
Sus afirmaciones quedaron en el vacío después de lo ocurrido con los siete acusados por el asesinato de Fernando Villavicencio cuando aparecieron muertos y sin signos de violencia.
Primero seis, en el pabellón 7 de la Penitenciaria del Litoral en Guayaquil; el otro fue encontrado al día siguiente en la cárcel de El Inca en Quito. Todos fueron ahorcados.
ATENCIÓN, ACTUALIZACIÓN. Seis muertos en nuevo motín en la Penitenciaría del Litoral https://t.co/eS3lfcoojW
— La República EC (@larepublica_ec) October 6, 2023
El problema de las megacárceles ecuatorianas
Pero esta no fue la única mega cárcel construida en el gobierno del expresidente Rafael Correa. Mandó a levantar otras tres: Cotopaxi, Axuay y Guayas. Todas inauguradas en diciembre de 2013. En ese mes inicio las obras para la creación de una cuarta megacárcel, la Penitenciaría del Litoral, que fue inaugurada en 2015.
Su objetivo era que con los tres primeros reclusorios, que sumaban una capacidad total de 15.000 personas, se terminara el problema del hacinamiento. También que los presos tuvieran un trato más digno y que tuvieran una mejor alimentación o uniformes.
Pero en la actualidad, todas estas cárceles están sobrepobladas, la del Litoral tiene 27% de hacinamiento. Desde 2019, se intensificaron los episodios de violencia, agravados por la pandemia.
En sólo 2021, los motines dejaron 316 muertos en reclusorios de todo el país. El 91% de los asesinatos ocurrieron en estas cuatro cárceles.
Este año la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos presentó un informe sobre la situación carcelaria en Ecuador y señalo que los megareclusorios no son sostenibles a largo plazo, porque el hacinamiento es consecuencia directa de un país que está más enfocado en encarcelar a las personas que cometen delitos, que en desarrollar políticas públicas que ayuden a mitigar la pobreza.