La estrategia del progresismo: ganar las elecciones de 2022

La estrategia del progresismo: ganar las elecciones de 2022

"Las mayorías tienen en sus manos la posibilidad de desalojar del poder a la casta política corrupta e inepta que ha hundido al país en esta crisis estructural"

Por: Emilio Lagos Cortés
mayo 14, 2021
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La estrategia del progresismo: ganar las elecciones de 2022
Foto: Twitter @Registraduria

En anterior escrito señalamos la estrategia del uribismo para conservar el poder: no realizar las elecciones de 2022. Ya intentaron hacerlo mediante la extensión del periodo presidencial de Duque a seis años. Ahora, en el marco del paro, le apuestan a que se desborde la violencia, masacrar a los manifestantes, declarar la conmoción interior y, mediante ella, suspender las elecciones y mostrar a la derecha como la salvadora del país, sea con una figura del uribismo radical o, incluso, que los militares tomen el poder. Hacia allá apuntan los trinos de Uribe, el verdadero poder en Colombia.

A esa estrategia de la derecha debe oponerse una estrategia eficaz desde el progresismo. Y esa estrategia ha sido planteada correctamente en el Pacto Histórico: ganar las elecciones de 2022, tanto las presidenciales como las de marzo al congreso, con una mayoría abrumadora. Todo indica que es posible: las encuestas muestran a su candidato como puntero, doblando a su seguidor inmediato; otros candidatos, que en el 2018 dividieron la votación alternativa, decrecen constantemente o se estancaron; y los candidatos de la derecha se hunden en el mar del descrédito del actual gobierno. Parece que el uribismo y el establecimiento no tienen aire para mantenerse el poder. Los hechos muestran que es factible, y muy probable, elegir un gobierno progresista que cambie el rumbo del país en el 2022. Queda pendiente, y el tiempo acosa, definir mecanismos y conformar una lista para lograr una sólida mayoría parlamentaria que le dé gobernabilidad a un futuro gobierno progresista.

En ese contexto político estalló el actual paro nacional, fenómeno grandioso, en el que cientos de miles de manifestantes colombianos retoman el esfuerzo de movilización desarrollado a finales de 2019, truncado por la llegada de la pandemia.  La situación estructural de la sociedad colombiana se ha agravado en detrimento de las amplias mayorías, y la conducta del establecimiento, corrupta, inepta y favorable al gran capital se ha hecho más evidente. Ello es el combustible del nuevo avivamiento de las protestas, a lo que se le ha sumado la ceguera política del gobierno y su violencia desmedida.

Sin duda, la movilización popular ya ha obtenido importantes logros, lo que deja en entredicho la idea de que las movilizaciones no consiguen nada, por tanto, son inútiles. De momento se ha logrado el retiro de la reforma tributaria, la salida del ministro de hacienda, el anuncio de matrícula cero en la universidad para el semestre que viene; y es posible lograr el retiro de la reforma a la salud en el congreso. Todo ello, en conjunto, representa una derrota política para el gobierno, aspecto nada deleznable con miras a derrotar al establecimiento en las elecciones del 2022.

Pero se hace necesario insistir en un punto: la verdadera posibilidad de lograr transformaciones profundas en Colombia radica en que el poder estatal sea ocupado por una fuerza política que defienda un programa dotado de soluciones a los problemas estructurales de Colombia, tales como educación, salud, pensiones, reforma agraria, protección del ambiente, derechos de las minorías, derechos de las mujeres… y no veo otra fuerza política con esas características que no sea el Pacto Histórico. El actual paro es un movimiento formidable, pero, por sí solo, no basta para enrumbar a Colombia hacia un futuro prometedor para las grandes mayorías de la patria.

En suma, hoy, más concretamente en el 2022, las mayorías colombianas tienen en sus manos, como nunca antes, la posibilidad de desalojar del poder a una casta política corrupta e inepta que ha hundido al país en la crisis estructural que vivimos, y  llevar al gobierno a una propuesta política articulada en torno a la solución de los grandes problemas que afectan a la mayoría de los colombianos. La estrategia es derrotarlos en las urnas en el 2022, no se debe perder de vista eso.

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