En 1954, el filósofo marxista Georg Lukács publicó El asalto a la razón, una obra monumental en la que analizaba cómo, desde el siglo XIX, el pensamiento europeo había sido arrastrado hacia el irracionalismo. Según Lukács, la sustitución del pensamiento crítico y científico por ideologías basadas en la emoción, el mito y la supremacía racial preparó el terreno para el fascismo y, finalmente, para el horror del nazismo.
Hoy, setenta años después, esa advertencia parece cobrar nueva vigencia frente a la tragedia humanitaria en Gaza. La crisis palestina no solo revela el sufrimiento de un pueblo, sino también una profunda crisis de la razón en el sistema internacional.
La narrativa del irracionalismo político
Titulares recientes muestran cómo el discurso del poder vuelve a apoyarse en el miedo y la deshumanización:
“Trump en Asamblea ONU: Reconocer al Estado palestino es un premio para los terroristas de Hamás.”
Esta afirmación traduce un viejo patrón que Lukács conocía bien: la reducción del conflicto político a una categoría moral absoluta, en la que el adversario deja de ser sujeto de razón y se convierte en “enemigo del bien”. El pensamiento crítico se sustituye por una emoción colectiva que justifica cualquier violencia.
La resistencia racional
Frente a esa narrativa, otros titulares ofrecen un contrapunto esperanzador:
“157 países reconocen a Palestina como Estado: el mapa del apoyo internacional.” “Palestina, reconocida como Estado. Y ahora, ¿qué?”
Aquí aparece el rescate del universalismo racional, la idea de que los pueblos tienen derecho a existir, dialogar y ser reconocidos bajo el amparo del derecho internacional. Este gesto colectivo expresa —en clave lukacsiana— la defensa de la razón dialéctica, que busca comprender la realidad en toda su complejidad, y no reducirla a consignas simplistas o geopolíticas de conveniencia.
La ONU y la razón institucional
“El acuerdo entre Trump y Netanyahu solo busca la sumisión de Hamás; cualquier solución ha de pasar por la ONU.”
Este titular retoma un principio fundamental: la razón institucional como barrera contra la barbarie. Cuando las decisiones políticas se apartan del marco multilateral y se justifican solo en términos de “autodefensa absoluta” o “derecho divino”, la humanidad retrocede al terreno del irracionalismo que Lukács denunciaba.
El desafío de nuestro tiempo
El nuevo asalto a la razón no se libra en los libros, sino en los titulares, en las redes, en la forma como procesamos el dolor humano. Cada vez que un Estado justifica el sufrimiento civil en nombre de la seguridad, o que una potencia silencia a la comunidad internacional con su veto, la historia parece repetirse.
Defender la razón hoy no es un ejercicio teórico: es una tarea ética y política.
Es exigir pensamiento crítico frente a la propaganda, memoria frente al olvido y humanidad frente a la indiferencia.
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