El San Bartolomé, el colegio de los jesuitas con 400 años de historia que ha educado próceres, presidentes y millonarios

Fundado en 1604, el San Bartolomé ha sido escenario de hitos como la gestación de universidades hasta pionerías científicas y cambios sociales profundos

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octubre 11, 2025
El San Bartolomé, el colegio de los jesuitas con 400 años de historia que ha educado próceres, presidentes y millonarios

Caminar por los pasillos del Colegio Mayor de San Bartolomé es atravesar más de cuatro siglos de historia. En cada piedra de sus muros, en cada arco y en cada aula resuena el eco de los jóvenes que, desde la Colonia hasta hoy, han pasado por sus claustros con el mismo propósito: aprender, servir y transformar.

Fundado el 27 de septiembre de 1604 por el arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero y los primeros jesuitas que llegaron al Nuevo Reino de Granada —José Dadey, Martín de Funes, Juan Bautista Coluccini, Martín de Torres, Bernabé de Rojas y Diego Sánchez—, el San Bartolomé nació como una escuela de humanidades, teología y filosofía. Su objetivo inicial era formar a los hijos de los criollos, pero con el tiempo se convirtió en el pilar educativo del virreinato y, más tarde, de la República.

El San Bartolomé, el colegio de los jesuitas con 400 años de historia que ha educado próceres, presidentes y millonarios

Desde sus primeros años, el colegio se consolidó como un espacio de pensamiento. Allí se enseñaban las bases del latín, la lógica y la teología, pero también la disciplina y la ética que caracterizaban la educación jesuita. En una Santafé aún empedrada y silenciosa, el San Bartolomé representó una ventana hacia el conocimiento del mundo.

Colegio Mayor de San Bartolomé: cuna de universidades y de ciencia

En 1623, dentro de sus instalaciones, los jesuitas fundaron la Pontificia Universidad Javeriana, un hecho que marcó la historia educativa del país. Décadas más tarde, en 1826, cuando el país atravesaba los primeros años de la independencia, el edificio del colegio sirvió como sede de la Universidad Central de la República, que luego sería el origen de la Universidad Nacional de Colombia.

Es decir, del San Bartolomé no solo salieron estudiantes, sino también instituciones enteras. Su influencia en la educación colombiana es tan profunda que, de alguna forma, cada universidad jesuita o estatal del país guarda algo de su espíritu.

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A finales del siglo XVIII, el colegio vivió otro capítulo importante. En 1782, José Celestino Mutis, figura central de la ciencia en la Nueva Granada, dictó allí sus clases de matemáticas y filosofía. Fue también un centro de experimentación: en 1906, el San Bartolomé adquirió el primer tubo de rayos X que llegó al país, convirtiéndose en un referente científico. En 1910, sus laboratorios y salones acogieron proyecciones ópticas y demostraciones físicas que mostraban la vanguardia tecnológica de su tiempo.

Entre guerras, exilios y retornos

El San Bartolomé también fue testigo de los vaivenes políticos y religiosos de la historia nacional. Durante la expulsión de los jesuitas en 1767, el colegio pasó a manos del Estado y cambió varias veces de nombre y dirección. En 1867 se convirtió en el Colegio Nacional de San Bartolomé, albergando facultades de Letras, Filosofía y Jurisprudencia.

El San Bartolomé, el colegio de los jesuitas con 400 años de historia que ha educado próceres, presidentes y millonarios

Sin embargo, su identidad jesuita permaneció latente. En 1886, después de más de un siglo de interrupciones, los jesuitas recuperaron el control del colegio. Volvieron a sus aulas con la misión de reavivar el espíritu original de servicio, fe y excelencia académica que lo había distinguido desde el siglo XVII.

En 1926, el edificio del colegio fue ampliado y se levantó el emblemático Torreón, una estructura que hoy forma parte inseparable del paisaje del centro histórico de Bogotá. Ese torreón, con sus ventanales y relojes, es más que una obra arquitectónica: es el símbolo de permanencia de una institución que ha sobrevivido a terremotos, guerras civiles y cambios políticos sin perder su esencia.

Una historia que se renueva

Con el paso del siglo XX, el San Bartolomé siguió adaptándose a los nuevos tiempos. En 1998 abrió sus puertas a las mujeres y, cinco años después, en 2003, celebró su primera promoción coeducativa. Fue un hito que simbolizó una nueva etapa, en la que la igualdad y la inclusión se sumaron a su tradicional exigencia académica.

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El colegio también ha sido pionero en preservar su memoria. En 2024, la Pontificia Universidad Javeriana entregó un ambicioso proyecto de digitalización del archivo histórico del San Bartolomé, que contiene más de 5.400 documentos originales. Cartas, actas y registros que narran la evolución del colegio desde la Colonia hasta la modernidad fueron organizados y preservados para consulta pública, asegurando que su legado educativo permanezca accesible a futuras generaciones.

Más que un colegio, un testimonio vivo

Hoy, el Colegio Mayor de San Bartolomé no solo es un monumento arquitectónico ni una institución educativa con más de 420 años de historia. Es un espacio vivo que ha acompañado cada etapa de Colombia: el nacimiento del pensamiento ilustrado, la independencia, la consolidación republicana y la formación moderna.

Bajo la guía de la Compañía de Jesús, su misión se mantiene fiel: formar hombres y mujeres competentes, conscientes, compasivos y comprometidos. Los principios ignacianos siguen marcando la cotidianidad de sus estudiantes, que aprenden tanto de los libros como del servicio social y la reflexión espiritual.

Hoy, cuando se observa desde la Plaza de Bolívar el imponente edificio que mira hacia la Catedral Primada, cuesta imaginar que ese mismo lugar fue testigo de los debates políticos del siglo XIX, de la creación de universidades y de generaciones enteras que moldearon la historia del país.

El Colegio Mayor de San Bartolomé es, en sí mismo, una metáfora de Colombia: ha resistido exilios, crisis, reconstrucciones y modernizaciones, pero siempre ha mantenido la fe en el conocimiento como herramienta de cambio. En sus aulas se formaron presidentes, científicos, escritores, sacerdotes y ciudadanos anónimos que, desde distintos ámbitos, ayudaron a construir la nación.

Cuatro siglos después, su lema sigue vigente: “Ser más para servir mejor”. Una frase que resume su historia y proyecta su futuro. En cada estudiante, en cada maestro, en cada amanecer sobre su torreón, el San Bartolomé sigue enseñando que educar es también un acto de esperanza.

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