Opinión

El POT de Cali avanza, pero deja preocupaciones

Las experiencias de Curitiba, Bilbao y Montreal entre otras, deben ser estudiadas y visitadas si queremos ciudades amables, armónicas, sostenibles, humanas

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noviembre 18, 2025
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La capital del Valle del Cauca viene dedicando esfuerzos a la elaboración de su nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT), pero los avances que se han conocido dejan varias preocupaciones.

Desde el inicio de su administración el alcalde Alejandro Eder dio prioridad a la formulación de un nuevo para reemplazar al emitido en 2014, el cual había sido anulado por el Tribunal Administrativo del Valle. La corporación, sin embargo, modulo su sentencia concediendo a la norma cuestionada treinta meses de vigencia adicional a partir de la emisión del fallo. Pero la vinculación de su círculo cercano a algunas actividades inmobiliarias, llevó a que Eder se declarara impedido respecto de todos los asuntos urbanísticos, quedando sin la posibilidad de actuar u opinar a propósito de la nueva normatividad urbana.

La situación planteada requirió la designación de un alcalde ad hoc supervisar el proceso en curso. Ante el hecho de que la ciudad de Cali es Distrito Especial el nombramiento del alcalde especial correspondió al Ministro del Interior Armando Benedetti, que encargó del tema a su coterráneo el viceministro Jaime Verdugo. Este a su turno, puso el asunto en manos del consultor también barranquillero Hernando Franco Carbonell, exasesor de los planes de ordenamiento territorial de Galapa y Puerto Colombia, quien fue contratado por la administración local.

Aunque el Departamento de Planeación Distrital de Cali cuenta con un equipo técnico riguroso y bien calificado, la falta de suficiente recurso profesional y la premura del tiempo han comenzado a mostrar su inconveniente impacto sobre la gestación del nuevo POT. Para ilustrar el punto basta con mencionar que las zonas de expansión, como se denominan las   áreas destinadas a nuevos desarrollos, no contemplan ni la mitad de lo que se requiere en materia habitacional a la luz de estudios confiables como son los de Camacol. Con un déficit que sobrepasa las 300.000 viviendas, Cali necesita unas tres mil ochocientas hectáreas para su expansión en el corto y mediano plazo, pero el proyecto apenas considera mil ochocientas, es decir menos de la mitad.

Hay zonas donde la inconsistencia es peor. Los estudios aludidos indican que el 18 % de los hogares interesados en adquirir residencia preferirían hacerlo en el norte de la ciudad, sin embargo, el proyecto de POT ubica allá menos del 1 % de la superficie destinada a la expansión urbana. Ante la falta de espacio planificado para vivienda en aquella zona, multitud de habitantes de menores ingresos han incrementado la ocupación y tugurización del pie de monte caleño. Tal sucede en parte de los barrios informales Alto Menga, Vagón Alto, Bajo Golondrinas y El Pedregal, entre otros. Se trata de territorios que presentan graves riesgos por avalancha y desplazamiento de masas, donde los servicios son muy precarios o inexistentes y donde las deficientes condiciones de habitabilidad generan inseguridad y violencia recurrentes.

Los compradores con capacidad económica que prefieren el Norte se están trasladando por miles hacia el municipio de Yumbo

La visión corta para entender las realidades del territorio y las preferencias de los habitantes tiene y continuará teniendo efectos muy lesivos para el Distrito de Cali: los compradores con capacidad económica que prefieren el Norte se están trasladando por miles hacia el municipio de Yumbo, entregando allá sumas inmensas por concepto de impuestos, tasas y pago de servicios públicos.  Un detrimento económico y patrimonial para nuestro distrito que no debería auspiciarse por los nuevos instrumentos de planificación caleños.

En buena hora Cali tiene un compromiso esencial con la biodiversidad, la protección y restauración de la naturaleza. Pero este loable empeño no es incompatible con la satisfacción razonable de las necesidades habitacionales de los moradores. La manera de hacerlo está inventada. Son las experiencias de Curitiba, Bilbao y Montreal entre otras, las cuales deben ser estudiadas y visitadas si queremos ciudades amables, armónicas, sostenibles, humanas.

Ojalá la posibilidad de conocer y vivir lo experimentado por esas urbes se extienda en el caso caleño no solo para los altos funcionarios, sino también a los técnicos de Planeación Distrital, la Corporación Regional -CVC y el Departamento de Gestión Ambiental -DAGMA. A ellos cabe la responsabilidad última de que la ciudad asegure un futuro caracterizado por la calidad de vida, una naturaleza pujante  y constante progreso

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