
Si Negret estuviera vivo su retrato no lo recordarán como estampilla en la sección de Pasatiempos del El Tiempo sino sería una gran fiesta por el talento colombiano. Pero, se nos murió ya hace tiempo y aparecieron obras insulsas y sin conocimiento mágico que son parte del desarrollo de un valor estético. Son copias sin aliento de los que audazmente se empeñan todavía a imitarlo.
Pero esta mímica sin perspectiva, sin poder poner en orden las ideas geniales las encontramos en todas partes. Es una desgracia ver una escultura en un rincón de centro comercial; porque ninguna galería, ni un museo se hacen cargo de la irresponsabilidad de unos obreros que decidieron seguirle la maldición a su estilo.
Negret fue genial y maravilloso. Tenía el talento para construir sus homenajes. Sus recuerdos se han perdido en un mimo irrespetuoso, un robo infame para gente que compra algo que tiene parentesco a una copia, pero sin el alma de un ser poderoso. Todo tiene el valor de la apariencia. Que últimamente ya es nueva e informal forma que humillación al imitarlo porque nada tiene un mínimo de grandeza y sí mucho de miseria. Además, los inexpertos no saben su mentira. Sucede con frecuencia, con los mentirosos. La apariencia falsa se desmorona a pedazos porque, además, los compradores creen que son auténticos y pagan valores absurdos.
Son rateros que engañan la mala suerte del conocedor porque utilizan la misma técnica, a veces los mismos colores, pero ya las formas rotundas y escuetas se perdieron en la mímica donde no está el sueño de Edgar Negret. El hombre sensible enamorado de la geografía colombiana que la alteraba y transformaba en geometría, de ese ser humano que desde el principio creyó que podía representar el sol sin resplandor o la luna en metal y sin estrellas. Ese genio, no lo tienen personas en este mundo. El resto, sin pena es el carácter negativo de personas que con ambición desmedida no respetan su legado.
Creyó que podía representar el sol sin resplandor o la luna en metal y sin estrellas. Ese genio, no lo tienen personas en este mundo
Ya la obra de Negret no vale nada. Es tambor de hojalata. Ya ese triunfo rutilante quedó perdido entre las ruinas de una mímica insoportable porque es pobre hasta el valor de la apariencia.
Y, les funciona y lo venden. Lo he visto en casas particulares, lo he visto en almacenes de ropa, lo he visto hasta en esculturas de un tamaño respetable en centros comerciales.
Y no sólo están engañando a compradores sino denigrando el valor cultural de los colombianos. Nos roban el talento y por el mundo queda regada la basura.
En vez de una realidad significativa, convierten la obra en una apariencia que no contiene nada, en un libro en blanco y negro por su forma de libro, en una zapatería sin zapatos.
Anuncios.
Anuncios.


